22.5.06

A la Cenicienta le gusta la eutanasia

Recuerdo que cuando pequeña me encantaba ir al cine. Tengo en mi memoria imágenes lúcidas de mi desesperación para que fuéramos luego a esa pantalla gigante que hasta el día de hoy me gusta mucho. Creo que mis papás influyeron bastante en mi gusto por este séptimo arte. Tengo en mi cabeza una imagen mía vestida con una jardinera café con un patito, un beatle rojo, dos chapes muy tirantes (me gustaban así) y una parka color azul marca Canadienne, que tenía un gorro con chiporro también azul. Mi mamá era -como hasta el día de hoy- la última en salir. No me gustaba que nos atrasáramos y más de alguna vez la llamé "tortuga". Hoy mi madre es muy aprehensiva, demasiado quizás y más aún desde la muerte de mi abuelo. Pero es la madre y hay que respetarla...uuuufffff!!!!
Cuando se apagaban las luces ya entraba de lleno en un mundo mágico. Pensaba que estaba dentro de la historia y que poco menos Dumbo o la Blanca Nieves iban a ser mis amigos. Pero la que más recuerdo y especialmente hoy, es La Cenicienta. No es que mi vida sea triste, ni tenga unas hermanastras terribles ni una madrastra violenta. Simplemente no he encontrado "la persona" que me haga feliz. Y si bien en algún momento la tuve, esa persona no se decidió por mí. Ya lo tengo asumido, pero esa es otra historia larga.
Creo que Disney puede crear un mundo mágico, pero a la vez es lo suficientemente sutil para dar a conocer a los niños que hay maldad en el mundo real...o sea, va a llegar el Príncipe pero no va a ser azul. Será alguien común y corriente que te hará ver el mundo como si realmente hubiese llegado en una carroza, en dos caballos que a la medianoche volverán a ser ratas y en una calabaza de la bodega que, en este caso, será un automóvil. Obvio que no me voy a casar de blanco. Ya lo he dicho. Me casaré de rojo. Y nones por la iglesia. Mucho atado.
Pero, como ya decía, no olvido la muerte del papá de Bambi, ni las torturas a las que sometieron a la mamá de Dumbo en el circo. O la fealdad de la bruja de Blanca Nieves (aunque no necesariamente la maldad viene en envase feo) y la existencia de una madrastra, que obviamente no es tu mamá, sino la persona que se casó con tu papá. Aunque no todas las madrastras son malas, pero aún así hay una descalificación mayoritaria. Eso no se lo explican a los niños, a no ser que ellos pregunten.
La mayoría de las mamás suelen criar a sus hijos en una burbuja, y después, cuando aterrizan en el mundo real, se dan cuenta que hay mucha fantasía que jamás va a existir. Nadie habla de contar la realidad crudamente, ya que son niños, pero soy partidaria de no autocensurarme con ellos, porque son personitas y son inteligentes. Se dan cuenta de todo. Lo que hay que cambiar es el lenguaje. Hace unos días el Cote, un pendex que tiene 7 años, me preguntó que era el perreo y le dije que era un tipo de baile. Me contestó que había visto a dos perros que estaban apareándose en la calle y que pensaba que el baile se llamaba así por eso. Plop. Obligada a decir que sí. A un niño jamás se le miente. Menos en esta época.
Aún así me siento como la Cenicienta. Debe ser el inconsciente colectivo del príncipe azul, o del hombre soñado, el macho ideal, mucha teleserie e historias baratas. Mucha telenovela mexicana y venezolana a la hora de almuerzo después del colegio. Y más encima vistas con la nana. Entonces que más choque entre la realidad y la fantasía en la delicada mente de nosotras. Esos días se acabarán. ¡A dios gracias el mundo real suele despertarte!
Bueno, ¿y la eutanasia qué?, es que con tanto debate -que supongo quedará en nada o pasarán miles de años como en el caso del divorcio- creo que los enfermos terminales tienen derecho a morir cuando sienten que su cuerpo está cansado, que no da más, que no soportan el dolor de las agujas, la presión de los huesos sobre una piel delgadísima sobre el colchón, que los tengan que mudar, lavar, poner crema y demases. O que quedaron parapléjicos y están plenamente en uso de sus condiciones mentales. Nadie tiene derecho a llegar a ese extremo y no querer vivir. No están locos, tampoco están siendo obligados por los medicamentos que los hacen delirar. Simplemente lo digo porque ví a mi tata en sus últimos días y lo único que le pedía a Dios era que por favor se lo llevara, que le pusiera alas y lo transformara en un pajarito libre, con su alma plena, para deshacerse de ese cuerpo enfermo que lo tenía ahogado. Más que dignidad tiene que ver con pensar en el otro, con ponerse en el lugar del otro. Sé que cuando él decía que no quería vivir más era porque lo sentía. Nadie miente en ese tipo de circunstancias. Obvio que habría llorado igual si se hubiera ido antes porque el sufrimiento es inevitable. No estamos en una película de Disney. Ni tampoco los seres humanos resucitan. Morir, en algunos casos, puede servir para salir a otra dimensión. Evolución espiritual que le llaman. Y que conste que esta es MI opinión...es obvio...no soy ni seré nunca un cartoon.

1 comentario:

Hermansineme dijo...

Nada ocurre al azar, probablemente estás dirigiendo los ojos de tu corazón en la dirección equivocada, o bien debieras consultar tu "otro" reloj, a lo mejor es temprano aún para encontrar al tipo que te haga sentir mejor.
Tampoco es malo preguntarse: ¿qué tengo para ofrecerle?... y no me refiero a determiando tipo de bienes materiales.
Ah!, la Eutanasia... bueno es un derecho.