29.5.08

Directamente proporcional

Mientras más frío tengo, mientras más congelado está el pasto del patio de mi casa, más ganas me dan de untarte con salsa teriyaki. Y comerte con palitos chinos. Así, como se come el sushi, pero sin tanta rapidez. Con más pausa.
La perversión es directamente proporcional al frío que hace afuera.

27.5.08

No era nada

La simple oscuridad. El simple silencio. La simple visión de los objetos sin luz. La no visión de los objetos en ninguna parte. Y mis pupilas acostumbrándose a esa no visibilidad aunque en el fondo ven, poco, pero se acostumbran y ese espacio se vuelve mío, sólo mío, aunque es tan diferente a todo lo que he visto, lo que he sentido, lo que he palpado con luz. Me gusta la oscuridad. Me da miedo la oscuridad, pero aún así me gusta y me dejo estar. Pensando, meditando, en que todo aquello que sucede puede ser con o sin luz. O mejor en la oscuridad, donde sólo estás tú y nadie más. O tú y eso que te imaginas. Acompañados los dos, casi escapando de algo que es y que puede no ser. A veces es mejor apagar la luz. Y tratar de dormir con los ojos cerrados. O mejor dicho entrecerrados, alerta a aquello que aparece y desaparece detrás de las paredes. Y la lluvia que cae afuera, y la temperatura que cae afuera. Y arroparse más y más para no sentir el frío de los pies. El cuerpo en la temperatura media y los pies helados. Aún con calcetines de lana y el scaldasonno encendido. Quizás qué significará que los pies estén fríos, con el morado despierto, los nervios alertas. Y el resto del cuerpo en paz aún sin entender porqué esos pies, los tuyos, los que pisan, están helados y no se quieren mover. Pero al final no era nada. Nada de nada. Simplemente era que los pies se demoran más que el resto del cuerpo en acostumbrarse a la quietud y la oscuridad.

A estas alturas da lo mismo


Llueve

Debiera llover mierda, salamandras, moscas, zancudos. Sangre. Petunias, colores de fresas desteñidos.
Odio la humedad, me hostiga.
Me encierra en un firmamento que no tiene salida.
La claustrofobia líquida.

Me confieso

Padre, yo sé que usted no me va a castigar. No me va a decir nada. Yo sé que su perdón no depende de usted, sino del que está allá arriba, que me mira y me mira con esos ojos sangrantes hasta causarme miedo. Y de ese puro miedo, es que siento que mi cuerpo se enfría, me pongo tiesa y sólo el hecho que mi boca hable es lo que me devuelve el alma al cuerpo, padrecito.
Padre, me confieso. La lujuria se ha apoderado de mi cama. Vive debajo de ella y es una sombra negra que me observa cuando me voy a acostar. Y en algún momento, cuando abro mis piernas para proceder a tenderlas, se mete por ahí y me provoca un calor que me ahoga, que tengo que deshacer sin que nadie se dé cuenta. Y siento que en esta enorme casa todos saben, aunque no me digan nada, aunque insinúen que mi escote no es más que la moda que usamos las mujeres en este tiempo. Me he dado latigazos padre, despacito, pero me he sacado sangre de la espalda y me la he puesto en las mismas manos con las que calmo mi lujuria. Padre, yo no le miento, lo único que necesito es que me escuche y me perdone.
Y ahora, que estoy hablando con usted, es que me he echado a la boca más de diez calugas de manjar, unas tras otra, sin que dejar que se disuelvan en la boca y así continúo con la siguiente, ¿me entiende? creo que no, que no me entiende. No importa, el tamaño de mi estómago se encarga de recordármelo de vez en cuando. Y sabe qué padre, a veces mis manos están manchadas con sangre y sigo comiendo caramelos. Me gustan, me saben más ricos. He comido caramelos cuando me he latigado la espalda. No es mentira padre, yo no miento, pero siento que esto es tan sucio que no tiene perdón por más que se lo cuente. Y saber que usted no dice nada, me da más rabia y más llanto que nunca, pero tampoco quiero dejar de hacerlo. Es un delirio padre, es mi delirio.
Ahora que usted menos me habla, que ya ni percibo su respiración, apuesto que duerme. ¿Ve padre?, vé que está durmiendo. Ni usted me escucha. Y yo, como caramelos y el verlo así, sumido en la pereza que además yo practico, me dan ganas de colocarme en su altar, con las piernas abiertas, los calzones abajo, las manos manchadas de sangre y caramelos, mientras digo el padre nuestro y en el amén alcanzo la gloria y usted sólo me mira desde el confesionario, haciendo quién sabe qué impúdico acto debajo de la sotana.
Permiso padre, me retiro.

El laberinto del señor Termita

No es ni fácil ni difícil llegar al lavadero después de las doce de la noche. Si las mujeres van con enaguas blancas y descalzas, la luz se enciende enseguida y no cuesta nada seguir las escaleras. Si él quiere que lo vayan a ver, provoca con la mente que a una de nosotras le salga una espinilla dolorosa en la parte superior del pecho. Una espinilla pequeña, pero dolorosa. Rojísima, a punto de reventarse, pero que duele. Anoche me salió una a mí, y quise ir a verlo porque sabía que con su mente, hacía que quien fuera se entregara a él como quisiera.
Y fui, con mi única enagua blanca y mis pies descalzos, mirando como mi cuerpo generaba una silueta sutil en la sombra que se formaba en el piso con el reflejo de la luz de la luna. Y me sentía como Afrodita, como me siento siempre que es de noche y hay luna llena, y quería que apareciera un duende perverso por ahí, que me azotara con su lengua y me llevara a su despacho prohibido amarrada a su cuerpo con raíces de plantas pegajosas. Y yo me dejara hacer por este ser deleznable, que una vez dentro me agarraría, me colocaría desnuda en su cama y se transformaría en un hombre que me succionara todo el aire con sólo haciéndome gemir.
La sangre me despertó y me apuré en subir la escalera que da a la habitación del señor Termita. A él no le gustaban los atrasos y desde que mandaba que apareciera la espinilla hasta que él estuviera en su habitación, con una de nosotras sentada sumisamente en la única silla que estaba al borde de su enorme cama, debían pasar no menos de diez minutos. O sino se enfurecía, te pegaba una cachetada y te mandaba a dormir por estúpida. Una vez me pasó eso, pero no lloré, me dio risa. Y desde ese entonces me tenía miedo.
El olor era a sangre de verdad, sangre fresca, sangre de carnero, sangre que corre, sangre que fluye, ríos de sangre, ríos escarlata, ríos bermejos, ríos de muchos colores en tonalidades del vino tinto. Y no veía nada. Lo imaginaba solamente. Mi señor Termita estaba sobre la cama, con una rosa sobre su regazo. Estaba sonriente aunque era esa sonrisa que alguien te hace con las manos cuando no quieres reír, cuando de verdad nada te provoca risa. Lo miro y antes de gritar porque le habían abierto la guata con algo que parecía una planta afilada, aparece esa lengua de improviso, que me agarra hacia el infinito y acá estoy, sobre una cama que desconozco, completamente desnuda, viendo que un hombre me hace gemir, y con ello, siento que mi pecho se hace más pequeño, se hace menos latente, menos visible, hasta hacerme dormir.

25.5.08

Vampira en trámite

No me gusta que me digas que no te gustan mis mordidas. No entiendo porqué no si antes te encantaban. Aunque hay una razón y lo sé, pero igual quería morder tu cuello una sola vez y dejar la huella de mis dientes en tu piel. Aunque fuera superficialmente. No te sacaría sangre, y lo sabes. Necesito que algo de tí esté en mí. Es amistad, lo sé, pero igual. Siento que soy tu cómplice, pero también que somos muy distintos.
Estoy en cama, acostada, con dolor de garganta, semidelirando envuelta en un calor que se parece a la fiebre. Soñé que caminábamos entre los autos por la Costanera Norte. Y yo tenía el pelo muy largo. Y te miraba y nos reíamos como niños.
Ahora estoy tosiendo mucho y no he fumado un cigarro desde que llegué en la mañana. No quiero ir a trabajar. Quiero que termine luego el mes. Y hacer masajes a alguien, no sé si a tí, porque no te dejarías. Quizás te pasen cosas conmigo de las que no tengo idea. Señor y señorita Misterio.
Ahora recuerdo que me quedan 2 días tomando anticonceptivos y después me va a llegar la regla entre viernes y sábado. Esa puede ser una explicación para mi sensibilidad. Una explicación biológica.
No sé porqué me dieron celos.
Debe ser por la misma razón anterior y el vodka.

24.5.08

Un beso

A veces, en un simple beso, sea con lengua o no, te puedes dar cuenta de las ganas que tiene el otro de dejarte ir, o de retenerte. Pueda ser pasión o ternura, nadie sabe, pero es algo que se percibe. Una razón que sólo la emoción comprende. Y cuán terrible es, amado mío, despegarme de tus labios cuando el rocío cae, no es más tortura que tu boca, que ensangrentada se marcha sin dar vuelta atrás.

El temita

Hace tiempo que no tenía que escribir, o si bien, tenía algún tema no me inspiraba lo suficiente. Hasta ayer, en que sucedieron cosas. En la vida siempre pasan cosas, pero ayer pasaron muchas en muy poco tiempo. Quizás él leerá estas líneas en un rato más y se dará cuenta de mis percepciones. Fue algo sutil. Pasar de la rabia a la necesidad de tocar. Algo así.
El sabe que por mucho que pasaron cosas entre nosotros es momento de que cada uno siga su camino y haga lo que tiene que hacer con su vida. Ahora estoy libre, me siento libre, y siento que él, la persona que me interesa actualmente, podrá hacer lo que quiera hacer conmigo. Desde acá se lo digo, que ahora tiene el camino libre, que no estoy atada a nadie, que el viento se llevó su presencia, aunque en mi corazón estará siempre, pero más que nada es cosa de recuerdos. Y a él, el otro, le digo que me acaricie, que me bese, que no me deje ir porque estoy frente a él. Que me diga lo que siente, que se la juegue, porque no quiero estar sola. Y que venga a mí, me sienta y me lleve de paseo adonde quiera llevarme.
Y a él, al otro, al que tantas cosas me provocó y me provoca, le digo que tenemos una despedida pendiente, que así se cerrará el círculo, que quizás tenemos que terminar esto de la misma forma en que se empezó. Siendo amigos con ventaja. Amigos, pero con ventaja, mucha ventaja a veces, pero ahora tu vida tiene un espacio que no es el mismo de antes.
Anoche, tuve un sueño contigo. Un sueño raro. Soñé que estabas en mi departamento, durmiendo conmigo, en una cama de dos plazas con un plumón blanco. Me acariciabas los pies. Y me daba la impresión que estábamos viviendo juntos. Y lo extraño, era que tu hijo estaba ahí, en medio de todo. Escuchando, esperando, no diciendo nada. Nos caíamos bien, eso es lo que sí recuerdo. Y salíamos a pasear por el parque. No era algo fantasioso, pero sí algo imposible. Se veía tan real que me asusté. Menos mal que cuando desperté me dí cuenta que mi destino es otro.
A pesar que piensas en mí a la distancia y me ves ahí, mientras yo sigo mi vida, una vida tan distinta a la tuya. De verdad somos distintos, pero bueno, es cosa que la vida siga su curso. Y que sepas que, si alguna vez nos llegamos a encontrar sepas qué es lo que tienes que hacer. Ya te dejé libre. Y me dejaste libre también. Porque si no pasó antes menos va a pasar ahora.
Sé, que cuando estás con ella, te acuerdas de mí. Sé que te acuerdas de las locuras que hicimos, de las confidencias que teníamos, de las aventuras y todas esas cosas. Pero también tengo conciencia que no llegamos a ninguna parte. A ninguna, más que al cielo y las estrellas. A ninguna, porque por más que el camino estaba claro no lo supimos ver. Y yo me la jugué, pero eso ya te lo dije ayer. Y sabías que tenía rabia como una perra herida. Y nada más.
Era, como dice la canción de la Paulina Rubio, "amor de mujer", nada más que eso. Simple y complejo a la vez. Pero ya elegiste y por ahí tienes que seguir, tan racional y terco como siempre. Tan de máscaras en la cara. No importa, en algún momento podremos hablar aunque no sé si pueda verte como un amigo. Y tú también te diste cuenta de eso, cuando nos tocamos las manos y yo cerré los ojos y pensé "nunca me habían pasado tantas cosas al tocar la mano de una persona".
Quizás era porque sé que sientes. Sientes fuerte e intenso como yo. Y creo que el otro, al que estoy esperando, también es intenso. Un poco más inseguro, pero igual de fuerte. Y créeme que cuando suceda podré decir que cambié de folio, que evolucioné, que el universo me concedió lo que quería.

15.5.08

¡Felicidade!!!


La alegría viene del alma. Todos tenemos alegría. La mía esta siempre ahí.

Tengo tantos decretos, que sé que son reales, pero que necesitan de mucha energía.

Tutito

La mejor forma de hacer dormir a un gato es haciéndole cosquillas en el lomo con una cola de ratón.

Diosas

Cuando Romina terminaba de hacer el aseo de la casa, se sentaba en un banco del segundo piso, que estaba en el balcón de la pieza de su patrona, prendía un cigarro y procedía a inhalar y exhalar el humo sin parar y sin dejar de mirar el horizonte que se aprestaba a entregarse al atardecer. En algún momento cerraba los ojos y mientras el sol se ponía, Romina soñaba distinto, todas cosas diferentes, pero siempre a la misma hora y en el mismo lugar.
Ese día soñó con luces. Muchas luces de colores que se movían. Luces artificiales que titilaban en un cielo negro. Un cielo de tul negro. Un cielo no natural. También soñó con hombres y mujeres. Soñó con mucha gente, con hombres y mujeres que se movían. Soñó con sus amigos, con su familia, con gente que conoció cuando chica y que en algún momento dejó de ver. Soñó con un lugar desconocido. Y con ritmos, con soledades, con estrellas.
Y de pronto, Romina se vio en un interrogatorio. Donde sólo una luz la alumbraba. No. No era un interrogatorio. Era un lugar más alto que el suelo. Y esa luz, esa bendita luz que la iluminaba era un foco, pero que ahora se volvió de color. Ella estaba sola y sintió miedo. Se puso de espaldas a la luz y le dijo que mejor se iba, pero un enano vestido de extraterrestre le insistió que se quedara. Que tenía que aguantar la respiración. Sintió que su cuerpo se relajaba y lentamente se dio vueltas. Gritos, gritos y más gritos.
No entendía nada. Definitivamente tenía que salir de ahí. Y no pasó nada, todo seguía igual. Y ahora había música y un fierro de metal a su lado. Y se subió, y bajó. Y ahora tenía un colaless plateado y más de diez hombres que la observaban bailar y la aplaudían, le daban vítores, la animaban. Otros le tiraban billetes de diez lucas. Y ahí cuando los billetes de diez lucas caían sobre su cuerpo, Romina tomaba impulso, se agarraba del fierro con los brazos, se ponía cabeza abajo y subía las piernas. Y ella estaba feliz, viendo cómo los billetes de diez lucas no dejaban de caer.
¡Romina!, ¡Romina!, ¡te dije que no me gustaba que fumes en MI balcón!, ¡te dije que tenías que planchar MI pantalón! , ¡mira cómo dejaste el piso, otra vez se te olvidó traer un cenicero para fumar en MI balcón!,¿eres estúpida o te haces? Romina apagó el cigarro en el suelo. Se dio vueltas para darle la cara a su patrona y le pegó una cachetada. La vieja se quedó en vilo. Ni siquiera se movió.
Ya estaba en la cocina preparando la cena cuando sintió que la señora entraba y sin mirarla le dijo: "Debería salir". La señora le tomó la mano, como muchas veces solía hacerlo. Sintió que le acariciaba los dedos y le dio asco. Se dejó. "¿Puedo dormir en su cama hoy, señora?" y la doñla le respondió: "No, creo que es mejor que salgas tú".
Romina se fue a su pieza, se vistió y vio que la señora la miraba por el cerrojo de la puerta: "No me mire, señora. Me estoy preparando para salir a bailar". Y le contó el sueño que tuvo. La doña se puso celosa. No tenía un tubo de metal en ninguna parte de la casa.

Mi dinero, una manifestación natural del Universo!!!

Todo es riqueza, todo fluye y fluye. Todas las señales conducen a la prosperidad y la abundancia. ¡Enhorabuena!

11.5.08

Hierba verde

Podría sonar irónico, incluso repetitivo el título, pero no, está bien. Lo que pasa es que ayer entre comer comida con alto contenido calórico y hablar estupideces me quedaba mirando los ojos de las personas que transitaban por la calle, cuando venían frente a mí, para medir la fuerza de mis pupilas, por así decirlo. La mayoría me miraba, pero habían otros que ni se daban cuenta de mi presencia. Recuerdo que me quedé como un minuto pegada, con el schop en la mano y el borde del vaso en la boca, sin tomar cerveza, sólo viendo como el líquido rubio se mantenía ahí y yo no hacía ningún esfuerzo por querer beberlo. Pensaba en que pierdo las llaves, los documentos, y cualquier cosa que se precie de ser importante en algún momento. Pensaba en que qué iba a hacer o decir si los pacos me paraban cuando fuera por Vicuña Mackenna a devolver algo que me habían prestado.
Me dí cuenta de algo, pero eso es un secreto.

O sea, yo creo que se sabe, pero nadie lo dice.

Un secreto a voces, que sigue siendo secreto.

Todo por una hierba verde. O sea la María y la Juana.

8.5.08

No eran palabras

Viento, sol, mar, fotografìas, una torta, cinco pedazos de papel, confesiones, increpaciones, discusiones, peleas, conflictos, perdones, arreglos, sueños, pesadillas, pérdidas, recuperación, accidente, heridas, hospital, sanación, recuerdos, encuentros, abrazos, chocolate, rosas, tarjetas, despedidas, abandono, soledad, lotería, riquezas, sala, personas, personas extrañas, televisiòn, delantales, bata blanca, pasillos, oscuridad, sueño, barbitùricos, pesadillas, delantales blancos, pasillos largos, sala, sola, sala más pequeña, camisa de fuerza, inyección, sueños, morfina, luz.
Romina pensaba que para pasar del viento hacia la luz a veces el camino suele ser más largo de lo que parece. Su novio decía que para pasar del sol a la morfina el dolor es más intenso de lo que se siente. Romina le respondía que el mar le daba sueño por el ritmo de las olas, mientras que Tomás, su novio, decía que le provocaba ponerse una inyección en el trasero cada vez que veía las fotografìas de su padre.
Lo material tiene significado en la medida que éste es otorgado por la paciencia del cerebro en analizar las palabras y transformarlas en otra cosa. Eso era lo que decía Romina, porque cuando hacía la lista del supermercado y colocaba pollo, en realidad no era eso lo que quería comprar, sino sentir el olor de las alitas de pollo que la promotora freía en el stand, por ejemplo. Y su novio pensaba lo mismo al hacer el eterno juego de las palabras, cuando le confesó que antes de comer torta prefería inyectarse heroína aunque saliera más caro y las consecuencias más complejas.
Por eso ahora los dos están en una sala pequeña, que está al lado de la otra sala donde están los dos con camisas de fuerza esperando que vengan los hombres vestidos con los delantales de blanco.

5.5.08

Intimidades

Mis horas pasaban más rápidos que las del resto. Con ritmo, con más equilibrio, pese a la velocidad. Era cosa de acercar el reloj a mi oído y sentir el tic tac intermitente que me dejaba en trance. Así, tic tac tic tac. Y yo, cerraba los ojos, me imaginaba en un mar transparente, nadando sin cesar, hasta que una ola me agarraba y despertaba en un mar de gente, en una cola interminable, con miles de pagarés en la mano, transpirada, sudada, cansada.
Y sólo bastaba levantar la muñeca y escuchar el tic tac, para volver a mi sopor imaginario otra vez.
Hacía lo mismo cada vez que un trámite se cruzaba en mi vida.
La burocracia, la cansada burocracia de hombres cansados y confundidos que te miran con una ventanilla y se han olvidado de decirte buenos días.
Yo lo digo. No recibo respuesta.
Prefiero eso a una sonrisa falsa que denota rapidez y por-favor-váyase-luego-que-tengo-gente-que-atender.
Ya no uso reloj. Me dijeron que bloqueaba la energía humana.
Y mis sueños dejaron de suceder.

4.5.08

Encrucijada

La decisión de la sangre no era dejarla correr, porque no dependía del flujo, sino de la gravedad con que el flujo podría detenerse en un caso hipotético si es que se estuviera de cabeza. Y en este caso el color no importaba, tampoco la cantidad de líquido que se expulsaba en un determinado período. Importaba la posición, la proyección del cuerpo. El enfriamiento. El cerrar los ojos. Y, la decisión de no querer escapar porque la voluntad cedió a la gravedad.
Habría que desamarrarlo. Pero él lo lograría antes. Se iría en medio de la noche y sólo la sangre sería el mudo testigo que ya no estaba.