22.5.06

Florecitas

No hay más suavidad más tierna que la de frotar un pétalo contra la piel. Presionar suavemente, sintiendo un pequeño cosquilleo en la yema de los dedos, para que esa gota de naturaleza se perciba en la dermis. Pequeñas esferas de sutileza pueden formar círculos. Por eso me siento como si estuviera en un campo de diminutas flores, de distintos colores y formas, que ocupan cada una un espacio de libre albedrío en un campo a traviesa, de un verde profundo y lleno de olores frescos, de sensaciones de cuerpos humanos que miran el amanecer con la brisa de la aurora. Y ahora me siento así, amén de estar flotando en el cielo, con mis pies casi despegados, como si en un segundo pudiera despegarme para volar. O a punto de que me salieran alas de la espalda sin dolor alguno, pero con las ansias de libertad listas para ser expiradas con fuerza.
No sabría bien explicar como podría sentir algo así. Y más encima por el simple hecho de sentirlo, de expulsarlo. Hay días que son menos pesados que otros -de eso no tengo ninguna duda- aunque contrario a la sensación mayoritaria del holgazaneo y la modorra de un día lunes, me siento plena de energía. Creo que lo único que me habría faltado sería dormir un poco más. Dormir y sentir que el día es largo. Dormir y darme cuenta que soñar es la forma más plácida aunque menos útil de ocupar el día.
Creo que la época de cambios ha llegado. O llegará de a poco, quien sabe. A lo mejor es cuestión de ciclos. O de círculos que evolucionan. O de la posesión misma del alma con conciencia. O de mirar el cielo viendo todo el universo con el peso de tu cuerpo apoyado en la tierra. Con los huesos fijos y la espalda relajada, las pupilas a resguardo del sol y la piel fresca, con una sensación de armonía que no necesariamente tiene una explicación lógica.
Parece que los viajes comenzarán...creo que muy pronto tendré que hacer maletas a partir a otro destino.

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