19.1.10

Un día estúpido

Mi padre puso la bandera a media asta. "Así va a ser por cuatro años", fue lo que dijo. Por que ahora somos oposición, por eso, cuando gente distinta a mi familia venga a mi casa, perdón la casa de mis padres, él dirá: "Somos de Oposición". Tengo náuseas porque Piraña va a ser Presidente de Chile...Presidente de "todos los chilenos". Todavía no entiendo porqué hay gente que votó por él sabiendo todo lo que significa. Tendremos un Berlusconi en La Moneda. ¿Se volverá a cerrar el Patio de los Naranjos?, ¿construirá Piñera un helipuerto en la casa de gobierno?, ¿habrá abusos de los derechos humanos contra los más necesitados?, ¿qué va a pasar con el Plan Auge?, ¿seguirán vigentes los planes sociales?, ¿voy a tener seguridad si digo lo que pienso aunque sea contrario al gobierno de turno?
Con lágrimas en los ojos le pregunté a mi padre, papá, ¿si yo pienso distinto me van a perseguir? El me dijo que no, que no iba a pasar nada. Le creo a mi padre, que con sus ojos ya con algunas arrugas me dice que no, que hay que estar tranquilos. No sé qué pensar. Como buena machi que soy siento que se van a cometer abusos, que habrá protestas, que volverán los miguelitos y las bombas lacrimógenas. ¿Habrá que salir a la calle con limón y sal, por si las moscas?, ¿y la servilleta para las narices?, quizás la gente que no conoce el miedo lo conocerá. Hablo con Ignacio, mi tío desaparecido, todas las noches y él me dice que no tenga miedo. No lo sé. No puedo diferenciar derecha con dictadura. Me cuesta. Son los mismos ideales, los mismos valores, los mismos "intereses": la plata, el poder, el control. Un estado fuertemente centralizado.
¿Qué va a pasar con el arte?, ¿qué va a pasar con la cultura?, ¿será un llamado a licitación de empresas? Me cuesta imaginarlo de otra manera. Quizás como si me lo imagino es como un arte escondido, desde la sombra, sin vacas sagradas, sólo con lo contestatario, lo político, la lucha silenciosa contra lo que no debería haber sido.
Debo reconocer que me sentía segura con la Concertación. No políticamente hablando, sino socialmente. De saber que Chile es una nación políticamente estable que se desarrolla en paz, ahora me embarga la incertidumbre.
A Piñera no le creo nada, no quiero creerle. Me cuesta ver su cara llena de arrugas, sus brazos cortos, su risa llena de ambición para creerle. Me cuesta creerle porque sé que detrás de él hay una visión oscura del poder. Se siente, se palpa, se toca. Perdón, debería decir la siento, la palpo, la toco...No hay que ser inteligente para darse cuenta de eso...sólo basta la intuición. Ayer toqué una foto de él y se sentía frío. Como el dinero.

2.1.10

Pensar

Sólo una cosa. La azarosa vida de perros y gatos. Todo es distinto todos los días para todos ellos.

1.1.10

Privacidad

Escondida. Yo como escondida. Me gusta comer a escondidas. Me gusta comer sola. En mi habitación, con la puerta cerrada. Yo como oculta. Cerrada. Sin que nadie me vea. Yo lo que hago cada vez que tengo hambre es colocarme unos guantes antisépticos desechables y medir la comida gramo a gramo en una balanza doméstica. Luego, procedo a desinfectar la bandeja en la que coloco los alimentos. Voy a mi habitación. Cierro la puerta con doble llave. Saco un soporte de vidrio que escondo debajo de la cama y que está minuciosamente limpio y cubierto por un paño desinfectado y hervido en cloro. Lo coloco sobre mi inmaculada cubrecama. Con cuidado, para que la tela no se doble. Una vez que está bien estirada coloco la bandeja. Abro la puerta y me aseguro que nadie vendrá a molestarme. Procedo a comer masticando treinta veces cada bocado y asegurándome de no demorarme más de medio segundo en tragar. Cada dos bocados bebo de agua destilada que está en una botella al lado de mi cama. Cada vez que bebo limpio el borde de la botella con cloro. Cuando termino de comer, desinfecto mis labios con alcohol. Y no sólo mis labios, sino también el plato donde ha estado la comida, los servicios y la bandeja. Doblo el paño donde he colocado la bandeja y limpio el soporte de vidrio. Envuelvo el soporte de vidrio y lo vuelvo a guardar debajo de la cama. Aseguro con mis oídos que nadie viene, abro la puerta y rápidamente voy a la cocina y dejo todo como estaba. Todo guardado, en el estante que lleva mi nombre. Comer es un acto privado. Nadie debe verte deglutir. Eso es lo que me decían. Hasta la palabra es fea: "deglutir". Es casi como ahorcarse. Es privado como tener sexo o ir al baño. Por eso mi silencio y mi cuidado al alimentarme.