21.4.14

Prueba

Si se me ocurre escribir de teatro en la micro... Funcionara en el smartphone??? 

Paisaje Nacional o El Paisaje del Silencio

Estoy convencida que el teatro es una cadena solidaria, por lo que escribo esta crítica/comentario de la obra Paisaje Nacional de la Compañía Teatro La Réplika porque considero que es un montaje que debiera ser visto por todos.
Esta puesta en escena es para la clase dirigente del país: gerentes, subgerentes, dueños de empresas del retail, hombres y mujeres de poder, entre otros. Esta es una obra que con guiños a la poética teatral de Jean Genet, al oficio del actor/actriz/obrero/obrera y la configuración de un imaginario que recuerda a Juan Radrigán se transforma en un trabajo sólido del director Ricardo Hernández y las actrices Natalia Navarrete y Claudia Barraza.
La atmósfera es oscura y fría, pero se ilumina con los sueños y los anhelos idealistas de dos mujeres obreras textiles que quieren una mejor calidad de vida para ellas y todos los trabajadores y trabajadoras.
Latente está la figura de "la jefa" como ente invisible de poder acechando desde la sombra, como La Señora de "Las Criadas" de Jean Genet. Drama y comedia se mezclan para crear un discurso que más que político, busca poner en la escena la didáctica acerca de la desigualdad laboral.
Con un lenguaje que recuerda a Juan Radrigán y los postulados de Bertolt Brecht -notable es la escena en que ambas obreras buscan la forma más efectiva de hacer públicas sus demandas- se configura una intención que sin ser panfletaria recuerda que vivimos en un mundo injusto, guiado por las leyes del libre mercado y la explotación laboral.
Está ese realismo que en algún momento traslada a ese universo desconocido para muchos, ese paisaje nacional silencioso, que día a día deben vivir las trabajadoras textiles de Patronato, con el incesante golpetear de las máquinas de coser.
Por esta y otras razones que deben ser descubiertas por ustedes, los invito a ver este montaje que estará en el CEAT (Dardignac 172) hasta el 4 de Mayo.  

15.4.14

El tiempo

Hace cuatro años hice la obra "Notas de Cocina" para el egreso del Taller de Montaje de la Academia de Actuación Fernando González Mardones, este año la volvemos a remontar "exactamente igual". Lo digo entre comillas porque debieran haber cambios. Está claro que en cuatro años no somos los mismos. En mi caso está claro que no, soy una mujer muy distinta aunque a simple vista no se note. Tiene que ver con la evolución profesional como Actriz, la evolución espiritual y los cambios en la forma de ver la vida. En ese tiempo era alguien que era bastante superficial comparado con ahora. Hoy, soy una mujer que camina por la vida con zapatos de tacón. En ese entonces, con suerte podía correr con zapatillas. Como para que se hagan una idea. De partida, saqué mi título profesional de Actriz en la Universidad de Las Américas y luego estuve en los seminarios del Teatro La Memoria. He leído más libros, ido a ver más obras y he abierto mi sentido de la creatividad. Y más aún, el Teatro se ha inmiscuído en mí como la sangre, esencial para la Vida. Sin Teatro es imposible vivir. Se supone que ahora estaremos vestidos como para un after office. Antes, yo era una prostituta que se dejaba maltratar. Ahora, he pensado replantear el "personaje" (no me gusta esa palabra porque asumo que el actor vive en escena y por lo tanto más que personaje es un ROL) como una alta ejecutiva que gana muchas lucas y que desarrolla un comportamiento obsesivo cuando se destapa de su timidez inicial. Hablo del Teatro como transformación. Hablo del Teatro como la capacidad del actor de cambiar en escena. Y que ese cambio se haga en la medida que el tiempo avanza, entendiendo como tiempo la cantidad de minutos escénicos. Y para transformarse hay que asumir riesgos. A veces cuesta, pero se puede. 

4.4.14

Ella no

Ella entra a escena
Ella se pone un vestido de novia.
El vestido de novia es añejo por el desuso
Ella comienza a desvestirse. 
Se queda a medio vestir
(Al micrófono) Yo quiero casarme con un hombre que use pantalones dockers. Que sea bien pintoso y tenga el auto de moda. Quiero casarme con un hombre jipi, que se ponga polainas chilotas en el invierno. Quiero casarme con un carnicero para que con un cuchillo me despedace entera en la cama. Quiero casarme con un actor, para vivir una vida tan bonita que parezca de mentira. Quiero casarme con un ginecólogo, y esa razón está de sobra. Quiero casarme con un hombre guapo para ser la envidia de todas las que cruzan la calle. Quiero casarme con un cazador para que aplique toda su estrategia en hacerme suya. Quiero casarme con un cocinero, para que me torture con fuego y luego calme mi herida con aceite de oliva. Quiero casarme con un astronauta para que me lleve a la luna y me deje a la deriva, vaya a explorar y luego vuelva a encontrarme para que colonicemos Marte. Quiero casarme con un paracaidista para sentir que estoy cerca del cielo, quiero casarme con un andinista para que me lleve a la cima. Quiero casarme con un minero para que encuentre el carbón prohibido en mí. Quiero casarme con un barman y ser su elixir mágico. Quiero casarme con un bombero para ser pirómana y que me lleve presa, quiero casarme con un jardinero para que mis flores sean frescas y coloridas, quiero casarme con un gerente de banco para pedir préstamos y nunca pagarlos, quiero casarme con un nadador para que me haga su mar más profundo y azulado, quiero casarme con un pintor para que llene mi vida de colores, quiero casarme con un chamán para que me haga su cuerpo sagrado.
(Se vuelve a desvestir y agarra un megáfono)
Quiero casarme con un alemán para que me lleve a conocer las casas de tortura nazi y tomar conciencia de toda la mierda del Heil Führer. Quiero casarme con un venezolano para tener una casa sin papel higiénico, quiero casarme con un boliviano para sentir que es vivir en un país sin mar, quiero casarme con un ruso para conocer lo que es un país homofóbico, quiero casarme con un croata para saber lo que fue la matanza étnica de Kosovo. Quiero casarme con un brasileño para tener mi propia favela, quiero casarme con un gringo para conocer la miseria afuera de un MacDonalds, quiero casarme con un canadiense para ser viuda durante un verano en que mi marido sea comido por un oso pardo, quiero casarme en Africa para morirme de hambre, quiero casarme con un cabrón de Amsterdam para que me haga maraca en el barrio rojo. Quiero casarme con un taxi boy de Buenos Aires para que me pegue el sida. Quiero casarme con un árabe para saber lo que es caminar detrás de un hombre, cabizbaja y maltratada, quiero casarme con un colombiano para que me lleve a las FARC.
(con el traje completo, mientras de fondo suena "Blanca y Radiante va la novia") 
Quiero casarme con un alcohólico para que me saque la cresta, quiero casarme con un cocainómano para que me haga jalar todas las noches, quiero casarme con un heroinómano para que me haga mierda las venas, quiero casarme con un marihuanero para que me deje el cerebro verde, quiero casarme con un ladrón para que me enseñe a asaltar un banco, quiero casarme con un  pedófilo para saber que nunca seré más amada ni abusada que un niño, quiero casarme con un encapuchado para aprender a hacer una bomba molotov....
Quizás que aprendería, pero el día en que lo vi todo se detuvo. Yo lo miré, él me miró. Nos casamos. Y tenía el auto de moda, usaba calcetas chilotas, me calmaba las heridas con aceite de oliva, parecía actor, mis amigas lo envidiaban, me hizo suya, me torturó con fuego, me abandonó en el espacio, me llevó a la cima y también me torturó con carbón, quiso quemar la casa donde vivíamos mientras dormía, me hizo pedir préstamos y nunca los pagó, trató de ahogarme en las vacaciones, me intoxicó con pintura... y mi cuerpo estaba hecho mierda... porque me aplicó tortura nazi, me tenía sin papel higiénico, me encerró durante los días que estuvimos en el mar, se metió con un gay, odiaba a los croatas, mi casa era una favela, me hacía comer comida de MacDonalds como una indigente, fui mordida por un oso pardo, me tuvo muerta de hambre por una semana, , me hizo trabajar de prostituta, me pegó el VIH , me hizo caminar detrás de él cabizbaja y maltratada... hizo que mi vida fuera estar en una guerrilla. 
(Va hacia atrás... saca una bolsa de basura donde parece haber un cuerpo, se da vuelta y de espalda tira unas flores mustias hacia el público)
Apagón.

2.4.14

El delirio de ser Actriz

Mi imaginación fluye como mariposas que salen de un agujero oscuro. Nunca he perdido la capacidad de sorprenderme, sobre todo porque mantengo mi mente de niña, esa alma infantil que me hace abrir los ojos ante cualquier estímulo. Para mí el teatro es fuente de toda perversión. Alma de niña sí, pero con una mentalidad subterránea. Pienso en mi propia muerte a menudo. Pienso en lo que siente el resto de la gente. Un montaje tétrico y desgarrador. Con penas y llantos. Pienso en mi muerte a menudo, en la incapacidad del ser humano de ser mortal. ¿Y si se hiciera una obra sobre los inmortales?, ¿sobre aquellos que temen a la muerte y a la vez se acercan a ella con disimulo? es la esencia. La esencia de la muerte lo que llevaría a escena. Un montaje donde extraños observan a otro grupo de extraños desde la ventana de un departamento. Y los extraños inmortales observarían a los mortales que se esconden detrás de las cortinas. Esos inmortales que quizás querrían romper la tela que los separa para decirles que sólo viven un sueño, que no hay nada nuevo, que el que vive siempre deja huella, ¿Huella de qué? el destino, imperturbable dentro de las letras y los movimientos. Imperturbable dentro de las historias. Imperturbable dentro de mi historia.
Y de lo imperturbable llego a mi imaginación, que a veces es estimulada con sicotrópicos y otras veces surge del silencio que tengo que se interrumpe lastimeramente. O rimbombantemente siempre situado desde y hacia la escena. Como si pudiera saberlo todo aunque puedo equivocarme. Ayer, imaginaba el inicio de la obra Notas de Cocina como un desfile de modas. Antes, una pantalla con el escenario a oscuras contaba en 30 segundos la versión anterior. Apagón. Los personajes desfilan, con una cumbia de fondo, algo chabacano y decadente como don Rodrigo García. Desfilando como top models, mirando una cámara invisible, y un pedazo de carne en la mano, o sobre la cara, o sobre las pechugas. Da lo mismo, un pedazo de carne. Y que la obra fuera sobre la pasarela. Dicen que el teatro no tiene límites, igual que la imaginación. Los textos debieran decirse con micrófono. O con Altavoz. O con letreros. O como monos animados. Todo lo decadente de la cultura contemporánea. Dame un rato para imaginar.