29.10.08

Dentro

Una caja, otra caja, otra, y otra, otra, otra. Dentro de la última caja estaba el secreto. No era un secreto cualquiera. Era un secreto desnudo que estaba escondido en el último pedazo de espacio de un rincón perdido de la caja por la mugre acumulada. Soplé y el secreto voló. Se puso sobre mi hombro y entró en mi oreja. Lo que tenía que saber ya lo sabía. Tardé en descubrirlo, pero me dí cuenta.
Anoche soñé con una fiesta donde todos estaban vestidos de negro con antifaces plateados sobre su cara. Todos tenemos secretos. Algunos lo ocultan más que otros. Me gustaría saber el secreto de cada uno que conozco y así escribir un libro interminable.
Me gusta escuchar detrás de las puertas.
Una vez, cuando chica, me escondí debajo de la cama para escuchar un secreto. Sólo ví las piernas de mi madre y mi abuela cuando lo escuché. No me acuerdo de qué se trataba y por eso, cuando alguien me cuenta algo, me quedo callada. Soy prisionera de secretos extraños.
Se me han escapado secretos. Encuentran la llave de mi boca.

Asesinato

Menos distancia
Cada vez menos lejanía
Sopor
Sombra
Ella
Su cuerpo
Acercamiento
Pasos
Silencio
Sigilo
Misterio
Pequeña Luz
Sombra
Ella
Vuelta
Vista
Manos
Cuello
Presión
Cuello
Presión
Grito
Nada
Silencio
Nada
Caída
Huída
Oscuridad

28.10.08

RATA

La luz se apagó porque le llegó un botellazo desde el rincón. El mismo lugar donde el Rata después de fumarse un pito tiró la botella de chela que se acababa de tomar y salió arrancando. Corrió mucho, con todas sus fuerzas, hasta entrar a un callejón donde lamentablemente había un montón de gatos que lo estaban esperando.
Eran gatos de todos los colores. Gatos de la calle. Gatos pelados y peludos, con o sin cola, con o sin bigotes. Una gata se cruzó entre ellos y por algún instante los gatos dejaron de mirarlo. El Rata se dio la vuelta sigilosamente y sin mirar atrás comenzó a devolverse por donde había entrado, no terminó de girar su cuerpo cuando uno de los felinos se le tiró en la espalda y comenzó a morderle la cabeza. La víctima gritaba, aullaba, maullaba. No pasó nada.
El resto de los gatos se quedó mirando el frío espectáculo mientras la luna llena se asomaba por los edificios. Comenzaron a maullar todos al mismo tiempo, con maullidos largos y estridentes, maullidos de gatos tristes y asustados. La cabeza del Rata estaba abierta, corría sangre por el cuero cabelludo y ya se observaban los huesos del cráneo. El Rata lloraba y le pedía perdón a los gatos de rodillas.
Llegaba hasta suplicarles que el gato que lo mordió se bajara de él. No había caso. No pasó nada.
Sólo sentía colas inmundas que se acercaban a su cara, a sus ojos, a su cuello, a su cuerpo. Colas que lo inundaban, que lo rodeaban, que lo asfixiaban de a poco. Pero no lo mataron. No pasó nada. El Rata quedó abandonado. Cuando despertó, sólo recuerda que antes de morir una gata le mordió la cara hasta desangrarlo aún más. "Y dicen que las mujeres son perras", pensó antes de cerrar los ojos.

27.10.08

Letras

Ni sueños ni aires. Yo, escribo. Mis teclados siguen el ritmo. Yo, escribo.

26.10.08

Asumo pedazos de mí

Me encontré rota debajo de la cama. Rota en mil pedacitos agradables. Pedacitos agradables de mí y de todo lo que forma parte de mí. Pedacitos de penas, de alegrías, de recuerdos. Pedacitos de duendes dentro de mí. Pedacitos de otros dentro de mí. Pedacitos de mis ojos, de mis vivencias, de mis pequeñas y grandes historias. Pedacitos, pedazos, fragmentos, divisiones, piezas, rompecabezas, silencios, coros, llantos, risas, memorias, sueños. Y me quedé así, armando pedacitos para componerme de nuevo, volverme a acostar y seguir feliz para continuar.

24.10.08

La Confesión

Me he tragado un elefante enorme que me produjo una indigestión fantasmal.
He roto mi cama de algodón, he debido dormir en un hoyo de fuego que estaba en el piso.

Me gusta decir secretos

Cuando supe que debía hacerlo me acerqué instintivamente a tu cara, me coloqué al lado de tu oreja derecha, coloqué la palma de mi mano derecha en el costado derecho de mi boca, me acerqué y te susurré algo que no sabías que yo sabía. Cuando digo un secreto miro para otro lado por el rabillo del ojo derecho. Después me reí.

Cigarro

En la escalera en la entrada de mi casa.
Sola.
Con un pijama celeste y un polerón viejo encima.
A pies pelados.
Mirando las estrellas por si logro cazar una estrella fugaz.
Prendo, aspiro, expiro el humo.
Bajo la vista y un pequeño bicho camina a mis pies.
Quiero pisarlo, pero prefiero mirarlo caminar.
Vuelvo a mirar al cielo, la luna está lejos.
Otra aspirada y me doy cuenta que cuando estoy sola tiendo a mover el cigarro en círculos.
Relajación que le llaman.
La ceniza cae, me toco el pelo formando remolinos que hago con el dedo.
Trato de retener la caída de la ceniza, como si fuera una fotografía.
Sigo girando el cigarro.
Observo si se forma alguna letra en la base del filtro.
La letra L. Libertad es lo que se me viene a la cabeza.
Luego, me dan ganas de tomar agua, abro la manguera y bebo de ahí.
Cierro la llave y me doy cuenta que el cigarro se ha mojado un poco.
No importa, cigarro mojado es mejor a no tener uno.
Me ha dado sueño, me restrego los ojos.
Me rasco la nariz.
Una última aspirada.
La ceniza cae sola y el cigarro se ha apagado.
Abro la puerta, entro a la cocina, prendo la luz, me tomo un vaso de Canada Dry.
Voy a la cama.
Fumar me da sueño en la última hora de la noche.

Veo luces y a la gente

Eran pedazos de pasos humanos, ni siquiera unos pasos completos, sino sólo pisadas que se dan de a poquito, casi sin sentir los pies, sin sentir los dedos, solamente la yema, pero una minúscula porciòn de ella. Y ahí mis pequeños pasos casi imperceptibles, haciéndome sentir pequeña e inmensa a la vez, con un haz de luz que sólo yo soy capaz de ver y percibir. Un hombre me pide limosna y de su boca sale un grito que pide auxilio. Desaparece cuando doy vuelta la cara, vuelvo a mirar y un pequeño animal de una especie inexistente, gira su cara y veo que soy yo, en ese cuerpo extraño, pero a la vez ahí mismo, como salida del espejo, de un espejo que sólo existe en mi mente, pero que se ve, ante mis ojos se ve, fuerte y sutil, transparente, fácil de pasar, difícil de volver. Un espejo imaginario que se derrite en mi mano,
Una noche me miré al espejo sólo alumbrada con la luz de una vela. Lo que ví fue todo lo mío fuera de mí. Era de color amarillo y tenía el pelo largo y negro, hasta màs abajo de la cintura. Vestía un vestido blanco y tenía unas piedras en las manos. Esas piedras brillaban. El espejo se rompió cuando apagué la luz. Había vuelto de otro lugar.

23.10.08

Simplemente así

Una mirada me transforma el mundo.
Una mirada transforma mi mundo.
Una mirada simple, transparente, etérea.
Fija y envolvente a la vez, como un felino a punto de comerme.
Hay pequeñas cosas que transforman mi mundo.
Una noche llena de estrellas. Una estrella fugaz sobre mi cabeza.
Una flor.
Pequeñas cosas que podría guardar para siempre en la palma de mi mano.

21.10.08

Teatro

Estaba pensando en el escenario como conciencia del espacio y el movimiento. Ambos, conjugados dentro de un contexto que se debate entre lo real/personaje y lo imaginario/actor o lo real de la labor del actor en términos de un personaje y lo imaginario de la vida del personaje en la persona del actor.
Si tomo conciencia de mi cuerpo como actor, este se puede desdoblar como personaje en el escenario casi de una forma inconsciente, con el sólo hecho de subir a ese espacio sagrado y transformarse en la conciencia de uno mismo proyectado en otra dimensión, que es real, pero que a la vez dentro de ese mismo espacio sustenta un concepto imaginario.

16.10.08

Parir

Si tuviera que hablar de parto, hablaría de teatro, que se ha gestado en mí como un hijo, es esencia que no puedo llamar algo, sino que tiene una connotación superior.
Me mueve el mundo, el alma, el corazón, la certeza y la impredicibilidad. Tiene que ver con todo aquello que se mueve y que en algún momento deja de moverse. Con todo lo que dice y a la vez puede no decir nada. Aunque se sabe que todo lo que está en el escenario tiene razón de ser. Todo.
Doy gracias por esta bendición que recibo y por todas las bendiciones que estoy recibiendo.

14.10.08

Hoy

He ido al baño más de 3 veces y no quiero parar de ir. Voy a gastar todo el papel confort de la oficina. Tengo nervios, nervios, nervios...
Je suis nerveux, très nerveux
J 'ai dans mon esprit
Je suis tout théâtre
Je suis tout art, énergie et émotion
Voilà!

13.10.08

Ahí

Te metes en mis sueños y es agradable sentirte ahí. Apareces de improviso, en una casa enorme, durante una fiesta con mucha gente. Vas y desapareces. Tu olor está en todas partes: en la comida, en la gente, en las plantas, en las flores de plástico, en mis orejas, en los cubiertos, en la alfombra roja. Tu olor está en todas partes. Tu olor entra por todas mis partes. Me sulfura, me hace volverme aire y recorrer todos los lugares porque te metes en mis sueños y en mis sueños hay muchos lugares. Te pierdes, te encuentro. Me abrazas, me besas, me haces cariño.
Me dices que tienes un grave problema que resolver.
Te vas.
Tu olor es como la selva. Como un mar embrutecido, como un saco de papas secándose al sol en pleno campo, como la espalda de un hombre caminando a pleno sol por la orilla de la playa. Tu olor es lo que me hace volar. Y vuelo. Lejos de aquí.

7.10.08

Chicle

De tanto mascar la goma de mascar, se le fracturó el costado derecho de la mandíbula. Hoy tiene una de plata, que combina con el diente de oro que tiene en el otro lado de la cara.

6.10.08

Casi

Todo es perfecto, a no ser por un pequeño GRAN detalle.

Tragar

Un cuchillo envuelto en un pañuelo rojo bajo la lluvia. Un cuchillo ensangrentado, que funde su color con el pañuelo, que deja ver el reflejo de una cara triste que llora y se funde con la lluvia. Es Lía, que sabe que lo que ha hecho no está bien. No está para nada bien. No ha matado a nadie, si es que pensáis, pero lo que sucedió no era correcto.
Cuando el reloj dió las siete de la tarde y el cielo se cubrió de nubarrones, ella arrojó su vestido rojo en la tina del baño, se desnudó y procedió a comerse seiscientos gramos de carne cruda sin cocer ni siquiera un poquito. Se la comió sin atragantarse, sintiendo a duras penas el paso del alimento por su garganta. Lía lloró. Lía sintió dolor cuando la carne cruda rozó su garganta. Lía sintió ganas de vomitar, de botarlo todo, pero se aguantó.
Ella está desnuda en un callejón que queda a la vuelta de su departamento. Mira la luz prendida del baño desde el pavimento. Se siente pequeña, una pulga en la gran ciudad. Lía sabía que si se comía seiscientos gramos de carne cruda podía estar lista para olvidar.

Una carta, una historia

Extraño las cartas de papel. Esas que te llegaban en un sobre a la casa, con un remitente conocido o desconocido. Una carta metida en un sobre con remitente y estampilla. Una carta que guardas en el armario y que con el paso del tiempo se pone amarilla y recuerdas lo que sucedía cuando te llegó.
Una carta, escrita de puño y letra. Alguien pensaba en tí cuando escribió esa carta. Y la emoción, al salir a la puerta y recibir al cartero que te la entregaba y corrías a tu pieza, te tirabas en la cama y la abrías con ansias para luego pensar cómo responderla. Una carta que valía, porque sigo pensando que el papel lo aguanta todo. Si no te gusta, es cosa de romperla. Y si te gusta, la respondes y la guardas. Una vez rompí una carta de amor en la cara del emisor. Sin ningún tiritón, de golpe, miles de pedacitos cayeron sobre sus zapatillas y yo sólo me dí la vuelta y me fui. Orgullosa, porque por dentro me habría gustado guardarla. Sus palabras eran bellas. Supe que él me miró hasta que desaparecí de su vista. Supe que me miró como se mira al sol al atardecer, siguiendo mis huellas con sus ojos. Después supe que me olvidó y cuando nos topamos en la calle una vez, me reconoció de lejos y me quitó el saludo.
Hoy, me gustaría escribir una carta larga, con un lápiz con tinta rosada, en una esquela que imitara los papeles oxidados por el paso del tiempo. Sería una carta enorme, de más de cuatro páginas por los dos lados, sería una carta descriptiva y emotiva a la vez. La doblaría en cuatro, la sellaría con mis labios pintados de rojo, le echaría un poco del perfume que uso. La metería dentro de un sobre blanco. Iría al correo y la echaría feliz al buzón. Quizás quien la reciba sabrá que podría leerla una y mil veces o bien botarla inmediatamente a la basura.

3.10.08

La canción del momento en estos días...

Hace falta (Vicentico)

Hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo
es que no te has dado cuenta de lo muchoque me cuesta ser tu amigo
ya no puedo acercarme a tu boca sin deseartela de una manera loca
necesito controlar tu vida
ver quien te besa
y quien te abriga
hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo
es que no te has dado cuenta de lo mucho
que me cuesta ser tu amigo
ya no puedo continuar espiando dia y noche tu llegar
adivinando ya no se con que inocente excusa
pasar por tu casa ya me quedan tan pocos caminos
y aunque pueda parecerte un desatino
no quisiera yo morirme sin tener algo contigo
algo contigo, algo contigo niña
no quisiera yo morirme sin tener algo contigo,
algo contigo triste destino que me espera sin poderte conocer
algo contigo, algo contigo ya no hay excusas,
ya no hay nada que tenga que perder
algo contigo, algo contigo como un esclavo,
esclavo para siempre no me importaria ser
eternamente esclavo
niña no quisiera yo morirme sin tener
triste destino que me espera sin poderte conocer
ya no hay excusas niña, ya no hay excusas
ya no hay nada que yo tenga que perder como un esclavo,
eternamente esclavo no me importaria ser
eternamente, niña, no quisera yo morirme sin tener algo contigo.

Ellos estaban juntos de antes

La fiesta terminó. Los ceniceros llenos de cigarros apagados, los vasos vacíos, globos reventados, las ventanas abiertas para ventilar y el balcón inmundo porque una chica vomitó de casualidad porque quería mirar la calle desde el quinto piso para poner a prueba su vértigo. El sol aparecía detrás de la cordillera e iluminaba de a poco la ciudad. Laura estaba durmiendo en el sillón, tapada con su chaqueta mientras sus pies estaban congelados. No se sentía los dedos, pero aún así trataba de cerrar los ojos y poder dormir. Llevaba cuarenta y cinco minutos tratando de hacerlo. Paulo, en su dormitorio dormía profundamente. Se había acostado completamente ebrio. Laura no aguantó más. Paulo estaba en medio de un sueño acerca de una ex polola que lo acusaba de asesinato. De pronto sintió un hielo en los pies. No le prestó mayor importancia. Laura se acercó a su lado y luego de sentir la tibieza de su cuerpo se alejó un poco y se colocó en el lado izquierdo de la cama. La mayoría de las mujeres dormimos en el lado izquierdo. Yo también, pero eso no es lo que quiero contar. Paulo se asustó pues pensó que se había quedado solo y que todos se habían ido. No pensaba que alguien se pudiera quedar, menos Laura. Trató de pensar que Laura no podía ser, bajo ninguna circinstancia, la mujer que decidió quedarse. Se acomodó disimuladamente y vio que ella estaba vuelta hacia él, con los ojos abiertos y el cuerpo aterido de frío. El le da la espalda, ella se acerca un poco más. El se vuelve a dar vuelta, ella vuelve a su posición original. Ella le toca la espalda y siente que le gustaría ser parte de esa tremenda humanidad. El agarra su mano y se la saca. Se la saca y se mete el dedo meñique en su boca, lo lame con la punta de la lengua, con apenas un toque de saliva. Ella se acomoda en su regazo, lo abraza y cruza sus manos fuertes detrás de la espalda. Entra en calor.
Ese amanecer fue inolvidable. La luz de la ciudad fue testigo de un simple abrazo en una cama de sábanas revueltas. Y dos pares de pies, unos entrelazados con otros, en un círculo de besos.

...

Pedro agachaba la vista y fijaba sus ojos en el libro que estuviera leyendo aunque no hiciera nada. Siempre hacía eso cuando alguien decía algo que lo provocaba, pero de lo que no quería mostrar evidencia. Y fijaba sus ojos de tal manera, que cuando alguien lo miraba, era como para decir que estaba concentradísimo, cuando en realidad lo que quería era que todos se fueran, que todos desaparecieran de un soplo, que lo dejaran solo para ver la televisión en calzoncillos o leer una larga historia que recién estaba comenzando.
Una vez ví a Pedro hacer eso delante mío. Lo hizo sin disimular y eso que yo no fui a buscarlo a él, sino otra cosa. Lo ví y lo sentí incómodo delante de mí, y eso que estaba tan sólo a un metro de distancia. Me quise despedir de él de nuevo, pero no, agarré mi chaqueta de cuero y me fui.
Ni siquiera volteé la cabeza para mirarlo.

2.10.08

Cortar por lo sano

Abrí el refrigerador y saqué una manzana. Estaba fría. La dí vuelta para darle una mordida. No la lavé, la froté contra mis pantalones, enterré mis dientes y mientras su pulpa se deshacía en mi boca, me dio asco y la boté al piso. Ni siquiera al basurero, al piso. Tomé un pedazo de toalla nova, envolví lo escupido y lo eliminé con los desechos. Con algunas personas se debería hacer lo mismo. Cortar por lo sano.

Yo no soy dulce

Ayer caminaba por el centro con un kojak en mi boca.
Lo saboreaba, le extirpaba el sabor.
En el centro, un chicle con sabor a crema.
Los tipos me miraban como si estuviera haciendo otra cosa.
La mayoría de los tipos que se me cruzaron mientras llegaba a mi destino.
Yo sólo lamía un dulce. Si tuviera cinco años no me mirarían de esa forma.
Quizás algunos sí.
Creo que el impacto habría sido mayor con una minifalda.
Sólo disfrutaba un dulce.
Yo no soy dulce con cualquiera.
Pretendo serlo, pero sólo me resulta a veces.

De todas formas

Estoy con una Red Bull a las 13 horas de hoy, día de semana, mientras hago hora para almorzar. Digo hacer hora, porque sé que hay que volver a la oficina a seguir "produciendo". El computador me agota y mis manos ya se derriten en el teclado. Quiero que sea el fin de la jornada laboral para salir corriendo. Ahora, soy una autómata y hago lo que me piden porque tengo que hacerlo, porque así son las cosas. A veces me dan ganas de ser mi propio jefe y dejar que la bolsa juegue con el dinero de la empresa y que los brokers se encarguen de que este dinero suba y que eso no dependa en absoluto de mí, más que la decisión de despedirlos o felicitarlos con un bono.
¿Y si todos dejáramos de trabajar?