30.11.06

Mi puertecita del placer

Estaba pensando en mi vagina. Vagina, vagina, vagina. Cuesta decir el nombre y al comienzo sale a tropezones de la boca. Quien pensaría que este agujero sensible, tierno, húmedo y a veces perverso fuera tan caprichoso. O caprichosa, como una niña pequeña. Hermosa, tibia, pequeña y muy grande. Quien pensaría que algún día llegaría a verla como algo tan mío, tan íntimo, tan propio, tan único. Y valorarla. A ella, porque como yo, tiene nombre de mujer.
Y pensar que tiene tantos secretos, tantas virtudes, que podría llamarla el oráculo de mi verdad. Se cierra como una concha, se abre como un canal de agua tormentosa, un canal que fluye y que recibe, que le gusta ser succionada y lamida.
¿Qué sabor tendrá mi vagina? Debe tener un hálito a sal, a algas marinas, un sabor a miel, a sudor de flores. A veces la siento como un zumbido de abejas. Otras tantas, tiene la capacidad de despertarme a medianoche. Hay días en que no quiero saber de ella, que es cuando sangra, cuando me recuerda la capacidad de parir, de dar vida. Hay otros días en que la regalo, la pongo en las manos del que quiera recibirlas y dejo que la quieran a flor de piel. Y me entrego. Ella es parte de mí y estará siempre conmigo. Me quiere y la quiero a ella. Somos las dos una misma ninfa.
Mi vagina se enoja. Gruñe y se seca. Eso no sucede casi nunca, pero cuando está cerradita es mejor no tocar la puerta. Mis calzones son testigos. Es egoísta y profundamente selectiva, como yo. Le gustan las cosas difíciles. Es el fin del laberinto de mis muslos, que generosos en cierta forma, dejan de cerrarse para dar paso al placer.
No me gustaría que la mutilaran. Dejaría de ser mi yo femenino. Mi vagina es mi gaviota, mi sol, una luna llena en cierta forma. También es leche, agua, sangre, vida. Está abierta a sentir, a palpar, a retraerse y dilatarse. Mi vagina es elasticada. A veces es como un chicle. Yo amo a mi vagina como adoro mi cintura, mis ojos y mis otros labios. Mi vagina me da orgasmos y los siento hasta el fondo.
Ella es profunda y me dejo navegar en sus aguas. Ella me conecta con el cerebro y con los sueños del cuerpo. Mi vagina es mi hermana, mi mejor amiga, mi yunta, mi partner. Es la única que sabe mis secretos y encima los guarda, porque sus labios son leales.
Mi vagina soy yo.

27.11.06

¿Rebotarán los misterios?

Estoy entrando en un lago de aguas frías y profundas. Meneo mi cuerpo para acostumbrarme a la baja temperatura. Todo en mí se estremece, pero continúo entrando en la marea. Siento cómo pedazos de mi piel se ponen carne de gallina, aunque igual procedo a seguir humedeciéndome hasta la punta de mis cabellos. Tengo escalofríos, pero el agua oscura me calma y me provoca ciertas cosas que me hacen querer abrir los ojos. Y al hacerlo, luchando contra la pesadez del líquido dulce, mis pupilas se acostumbran a una forma que está frente a mí, que carece de rostro y posee un cuerpo humano muy bien torneado. Lo observo con desconfianza, mientras ese cuerpo da vueltas en torno a mí, observándome sigilosamente mientras evito moverme. Más bien he elegido mi centro en ese lugar acuático y no me moveré de allí.
Comienzo a girar en torno a mi eje de rotación. Primero lentamente, apenas despegando mis pies de las rocas lacustres y siento mi piel que se estira y se recoge mientras cada ángulo que recorro me hace cada vez más liviana, hasta girar como un remolino. La forma humana se me acerca y me toca la punta de la nariz. Luego, desaparece.
Me ha dado frío. Decido salirme del lago, pero una parte de mí quiere vestirse y la otra quiere seguir hundida en esa masa líquida. Opto por quedarme y me tiendo de espaldas sobre el agua para flotar. Extiendo mis brazos y mis pies en forma de cruz. Cierro los ojos. Un aliento desconocido me roza la cara. Despierto asustadísima y nuevamente esa forma vuelve a desaparecer. Me siento los labios y mi nariz fríos. Mi cara recibe el viento helado con miedo. Miedo y una cierta satisfacción de saber que alguien me sigue. Me gusta que me persigan, que alguien está detrás mío, me observa y yo, sin que él se dé cuenta, me hago la tonta y continúo en la misma posición.
Y decidí encontrar a ese ser que me miraba. Y lo busqué. Me sumergí en la profundidad más honda que encontré y traté de volver linternas mis ojos para poder encontrarlo. Unas huellas me indicaron su presencia. Hice un esfuerzo supremo para dejar de flotar, aunque la necesidad continua de oxígeno me hacía subir a la superficie cada cierto tiempo. Hasta que dejé de hacerlo y me quedé ahí, esperando que apareciera.
Me han tomado de las manos por la espalda. Y ví sus ojos, tan transparentes como los míos. Le tomé las manos y me agarré a ellas, para no dejarlo ir. Le dí un beso en la boca y salí nadando a toda velocidad.
Estoy bajo la ducha recuperando la temperatura de mi cuerpo. Han brotado lágrimas de mis ojos que el chorro caliente disimula. Tengo las manos en mi cara, tratando de sacudirme una pintura azul que me ha quedado en el rostro. Lloro de felicidad. Espero que me devuelva esa ansia de encontrarlo de la misma manera.
(Esto fue escrito en los días en que dejé -sólo por un tiempo- de ser Morenita para transformarme en Señorita Misterio...las razones las contaré después, quizás en mucho tiempo más, quizás mañana, quizás nunca).

¡Oh, pobre Marat!

Al fin puedo escribir. He estado bastante ocupada. Necesitaba desgastar mis manos en esparcir las letras en este sitio mío. Al final la obra me gustó bastante, aunque me costó acostumbrarme a la idea de ver a Marat Sade como un hombre mítico para un grupo de locos, más allá de la revolución francesa, para llegar incluso a hacer una paradoja de la realidad política chilena y los "hijos de puta" del Gobierno Militar.
¿Puede la copulación ser sinónimo de revolución? Absolutamente cierto. Puede asemejarse en los movimientos, en los cuerpos que se encuentran, en la liberación del placer y la búsqueda de satisfacción de los sentidos. Hablando de movimientos sociales, de cuerpos políticos, liberación de ideas y búsqueda de satisfacción de los ideales.
La sodomía es realidad. La vida de Marat, en sus minutos finales fue tan tormentosa como sufrir el sida o la sífilis o la necesidad de rearmar un país después que sus ciudadanos se han levantado en armas para derrocar al poder totalitario. O no en armas, sino en los ideales. A veces el sexo se puede asociar fácilmente con la necesidad de romper barreras. Como la política hace lo motu propio con los ideales de las personas, esos que nacen en el inconsciente colectivo y que con el tiempo se difuminan en la realidad que a cada uno le corresponde vivir.
Admiro a Marat, más allá de su máscara siniestra del Marqués de Sade. Admiro su convicción por las ideas, su admiración por las formas humanas y sobre todo por desenmascarar al hombre y mostrarlo como un ser animal, que busca placer, que gusta someter a otros mediante el sexo u otras prácticas más o menos masoquistas según la situación.
Aún así me siento ligada a él en un término inconsciente que siempre sobrepasa el límite entre lo verdadero y lo racional positivo. Creo que tiene que ver con las vidas pasadas, la necesidad de explorar, de conocer, de experimentar, de poner el cuerpo al límite. Y la mente también. Y que la sociedad te importe nada de nada.
Y al terminar la función me quedé con un sabor agridulce en la cabeza y en la garganta. Los ideales no existen, pero siempre estarán para recordarnos que de todo lo imposible que soñamos, algo puede hacerse realidad. Aunque sea del porte de una hormiga.

23.11.06

Marat Sade

Hoy voy a ver esta obra. Obvio que es un drama...algo me pasa con el Marqués de Sade de hace mucho tiempo, pero hoy voy a comprobarlo con mis propios ojos. De ahí les cuento.
"Su carga dramática obliga a considerar la pieza en las estanterías del llamado teatro de la crueldad. Un peso con que “Marat Sade”, la obra del alemán Peter Weiss, carga desde su estreno en 1965 y que en Chile sólo tres directores han tomado. El último de ellos es Leonardo Bustos, realizador que no sólo convocó a escena a 22 actores sino también los enjauló en el escenario del Hospital Siquiátrico y los hizo cantar. Además, decidió chilenizar la pieza transcurrida originalmente en el manicomio de Charenton, revolucionado por su paciente más famoso, el sádico Marqués de Sade.
"El escenario también tiene mucho de chileno: el centenario y deteriorado Teatro Grez, ubicado dentro del Hospital Siquiátrico, separa al público de los actores con una reja. Un elemento que se ocupará en la escenografía, al igual que algunos W.C. y sillas". (Fuente: LUN)

22.11.06

Transpiración virtual

Honda estoy en una piscina invisible
Candente de delirios amoratados
Húmeda de tanto fuego que me cruza
Voraz por encontrar el sueño dorado
Sensible de mis almas muertas, acorazadas en los labios
Aérea de los otros, ida de las ideas fijas
Terrena de mis pies, de mi cerebro compartido
Palpable con mis neuronas, con mis pensamientos sordos
Latible, como el agua que remece el verde de los musgos solos
Rara, como el musgo mojado que se refugia en la tierra
Mojada en mis pies, en mi cabeza, en ambos vértices ahora escarlatas
Neutra de mi boca, de mis sonidos
Silenciosa de mis ojos, de mis oídos
Malvada de mi realidad, esa que respiro
Sátrapa del cuerpo, de mis órganos vivos
Y así sigo, trepando por aguas invisibles
Mientras el látigo me coge, me tira, me fulmina
Soy ente de fuego, dragona de mis suburbios
Bajo. Subo. Y vuelvo a bajar para refugiarme en mi veneno.

21.11.06

Los ángeles de mi cabeza

Me gustaría tenerte cerca, ponerme a una corta distancia de tu oído y decirte algo. Sé que estarías durmiendo y harías como si te despertaras, aunque no me gustaría que te movieras de ahí. Adoraría un instante así, a lo "Perdidos en Tokyo". Dios sabe cuánto me gustó esa película. Esas historias que se cruzan, entre personas que se encuentran, entre seres que no se conocen, pero que de los millones de habitantes de este planeta, están ahí, uno frente al otro, se miran y descubren todo un mundo desconocido, que te saca de la monotonía. Esas historias suceden sólo en las películas, pero he descubierto que pueden suceder en las calles de cualquier ciudad, incluso en esta asquerosidad que adoro, llamada Santiago de Chile.
Cualquier lugar puede estar lleno de sorpresas, incluso los menos indicados. Cualquier rincón de la ciudad puede entregarte un regalo. Hay cosas que sorprenden, aunque sean vistas de lejos. Yo, por mi parte, necesito dejarme sorprender para poder escribir. Y sigo pensando en lo que te diría si estuviera durmiendo. Quizás sería una escena a lo Memento, en el que nadie recordaría bien lo que sucedió aunque saben perfectamente que pasó algo.
O mejor, recordando ciertas escenas de películas, como Gael García Bernal en La Mala Educación, en que sale cantando: "Y tú, me sigues respondiendo, quizás, quizás, quizás". O en Amores Perros, en el momento en que los autos chocan y la modelo queda lisiada, en un departamento casi vacío, buscando a un perro que se cayó en medio de las tablas de madera. Espero que a nadie le pase algo así, debe ser desesperante. Por mí, me quedo con Gael García. ¿Queda claro que me gustan los chicos extraños? Es mejor así, la vida tiene más sorpresas.
Anoche soñé algo que nuevamente no recuerdo. Odio no recordar los sueños y odio no tener una libreta a mano para que, al momento de despertar, tener un lugar donde anotarlos y así hacer una suerte de sicoanálisis diario que me permita comprender mi mente. Sicóloga no soy, menos mal, porque o sino andaría analizando a todo el mundo, con sus conceptos, sus manías, y todo ese tipo de cosas. Como si la dependencia de ciertas acciones pudiera generar en ellos una conducta a largo o mediano plazo. Mejor tomarse un Armonyl.
Hoy tengo teatro, lo que me viene como anillo al dedo porque necesito despegarme de la vida. No soporto la rutina. Me ha cansado la rutina. Lo único que me gusta de todos los días es que puedo acostarme a dormir en mi cama y a Dios gracias la cambié de posición porque me molesta la luz del sol en la mañana, esos primeros rayos que anuncian que ya amaneció. Me desesperan, porque las horas corren, el sol sube y nadie hace nada para detenerlo. Nadie.
Sólo espero que el año acabe luego. Quiero que el año pase pronto. Que los días se vuelen como quemados por el fuego. Y que sus cenizas se expandan en el aire. Y que todo se vuelva etéreo. Me gustaría un desorden mental. Que las cosas se dieran como en la peli "Extraño resplandor de una mente sin recuerdos". Un amor verdadero. El pasado no existe, todo lo que importa es ahora. Mejor eso, a lamentar que nada sucedió. Aunque se haga complicado y difícil, como el largo camino sinuoso de una montaña.

20.11.06

Mariposas de colores

El sol se ha apoderado de mi vida. Hay calor y sudor. Ha llegado el verano de verdad y espero que la lluvia no vuelva. Necesito que siga la luz, la tibieza y que esa energía que el sol derrama por mi ventana me dé la fuerza suficiente para levantarme (aunque a estas alturas del año cada día me cuesta más). Mi piel está brillante y me siento con energía. Ando con energía para darle a todos. Y parece que estoy feliz. Sí, bastante, aunque todavía no tenga nada concreto.
Eso de ver la vida al estilo Coca Cola era algo que se me había olvidado. Cuando cuentas horas o minutos que faltan para ver a una persona que te interesa y que, cuando se da el momento te sientes feliz, bueno, eso es como el lado Coca Cola de la vida. Como las maripositas technicolor de Fito Páez. Como las lluvias de flores, las tormentas de estrellas o un baño de chocolate a la luz de la luna (con todo lo que implica un baño de chocolate, por supuesto). O colocarse aroma a rosas sobre la cabeza y aspirar profundo, como si el mundo se fuera a acabar. Me siento como una cabra chica, casi feliz. Y lo mejor es que me encantan los chocolates.
Pero aterricemos, porque aún no ha pasado nada. O sea, espero que pase de todas maneras y algo me dice que algún evento sucederá. Prefiero apelar al "lento pero seguro". Lento, porque no quiero tropezar de nuevo con la misma piedra, aunque por el momento quiero pasarlo bien. Y seguro, bueno porque hay algo que me dice que así será. ¿Intuición de bruja?, puede ser, pero más que nada es esa idea que se te pasa por la cabeza que te da frescura, ternura, mucha risa, y otras travesuras.
Soñé con él la otra noche. Tenía en su mano una carta que le había escrito. La tenía guardada en el bolsillo derecho de su pantalón. Había borrado mi nombre. En una parte del sueño le quité la carta y le dije que porqué me había borrado. Me respondió que quería mantenerme en secreto, y lo dijo con los dedos sobre sus labios. No me acuerdo que más soñé, pero en este momento me encantaría tener un hada madrina. Lástima que la realidad no me hace Cenicienta, aunque tengo la lucidez de saber que lo que quiero lo consigo, aunque me cueste.
P.D: Una nueva teoría dice que la edad de las mujeres es directamente proporcional a la dificultad de encontrar una pareja afín...créanme que es cierto.

17.11.06

Energúmenos mentales

Rugidos, golpes, garabatos. Humo, cerveza y más gritos. Parece un viejo rito nórdico, pero no, son varios tipos que se juntan a beber en un bar, mientras sus ojos siguen hipnotizados el movimiento de una pelota que tiene que entrar en un arco o en otro. Y si entra en uno gritan, y si entra en otro gritan más aún. Heavy. No entiendo. Con mi amiga nos reímos mucho, porque pese a que estábamos hablando dramas y otras cosas no es posible que los seres humanos rebajen su coeficiente intelectual por un equipo de fútbol. No se entiende. Y eso que estaba jugando Colo Colo contra el Toluca de México y nosotras éramos la isla de la Cato (bueno, un tanto light nuestro fanatismo, pero somos de la UC)
La cosa es que mientras le contaba de alguien, tenía que aguantar el hervidero de voces roncas que rugían por todos lados (como con sonido Dolby Sorround), los penales, el gooooooooool que interrumpía un detalle importante de nuestras anécdotas y bueno, que algunos minutos nos sintiéramos observadas por tipos que estaban de pie, impacientes porque se desocupara luego una mesa. Estábamos tomando Coca Cola Light y nos habíamos comido un italiano.
Pero sigo sin comprender. Quizás es como cuando voy a un concierto de Luis Miguel y me derrito porque sale al escenario y grito, me vuelvo una loca. Puede ser lo mismo. Aunque ver un cantante no te hace transformarte en un salvaje, en una hembra primitiva. Creo que hay diferencias y diferencias. Nunca podré entender ese fanatismo por el fútbol. Nunca. Así como ellos no podrán entender porqué una mina puede cambiar tanto al ver a un cantante. Es cosa de sexos creo yo, o bien de perspectivas. Conozco minas que son fanáticas del fútbol, pero yo no soy así, tengo otros fanatismos.

16.11.06

Delirios

No me acuerdo que soñé anoche. Desperté bañada en sudor. Mi espalda estaba aporreada. Algo sentía en mis brazos. No me acuerdo que era.
No puedo estar sin saber lo que soñé.
Obsesiones mías un tanto tontas...al fin y al cabo...¿en qué te puede ayudar el inconsciente?
Quizás a ver la vida de otra manera
Surrealista, como mirando todo de cabeza...
O como los niños con fiebre, que deliran hasta lo imposible.
Nos hemos olvidado de delirar.

14.11.06

Pelos

La cosa capilar nunca me ha gustado demasiado. Nunca, porque me parece que más que ser un complemento del cuerpo lo complican. La gente peluda tampoco me llama la atención, aunque tratándose de un hombre me da lo mismo hasta cierto punto. Me cargan esos hombres peludos, que tienen una mata enmarañada en la zona anterior del pecho, pero si son morenos, porque si son claros la cosa cambia, ya que no me molesta mayormente. Además que pueden reemplazar al calor que se necesita en las noches de invierno. Prefiero los lampiños, pese a que otras chicas como yo les da lo mismo o con harto pelo, porque se ven más "machos". No tengo comparación entre la masculinidad y la cantidad de pelos que hayan en el cuerpo. De hecho, creo que esos dos aspectos no tienen un punto de encuentro en ninguna parte. Es como si un mono, por serlo, fuera más macho que Brad Pitt o que Richard Gere por la mata que tiene encima.
Tampoco encuentro que nosotras nos beneficiemos con lo capilar. ¡Para nada! Hay que lavárselo, peinárselo, cortarlo, cuidarlo. Un cacho más. Creo que si la estética de la Sinead O'Connor fuera una máxima masiva sería una de las primeras en seguirla. Sin ningún asco. Y para qué hablar del acto de depilarse, esa rutina dolorosa para "arrancar los pelos de raíz", que funciona mucho mejor con la Satinelle o Epilady. O la navaja de afeitar cara de raja para la zona de la entrepierna y las axilas aunque estéticamente jamás va a pasar piola.
La otra vez escuché el comentario que a los hombres les encanta que las mujeres tengamos depilada la zona de la entrepierna. Una verdadera prueba de amor digo yo, porque el dolor no lo niega nadie. No estoy para eso ni aunque me enamorara, aunque le tengo cierto resquemor a la chascona. Me da vergüenza que sea tan abundante, creo que sería mejor que en esa zona no saliera pelo de ninguna manera y de ningún modo. Otro sacrificio del "ser mujer" que le llaman. ¿No les basta con todas las injusticias históricas que se han cometido con nosotras a lo largo de los siglos? Parece que NO.
A estas alturas hay que seguir con los sacrificios. Como sea. Creo firmemente en el "para ser bella hay que ver estrellas" y como soy tan preocupada de mí, obvio que sigo esta máxima. Cómo será lo que se sufre por estos malditos pelos, que una vez mi depiladora, en medio de eufóricos tirones, me dijo "no duele, no duele" igual que el entrenador a Stallone en el film Rocky. Y me sentía toda morada en el ring, por culpa de esos malditos vellos.

13.11.06

Dulce y salvaje

Quiero ser una pantera. Me encantaría ser una fiera y con la capa negra de mi pelaje transformarme en un ser salvaje y atacar. Con furia, sintiendo el sabor de la sangre en mi boca, esa ansia de morder la carne, de sentirla entrar en mis fauces, provocando algo en el otro, siempre otras cosas, que quizás son las mismas que las mías. Seré animal nocturno, aunque fuera en mis sueños.
Y no dejo de pensar en los ojos, en la capacidad de transmitir que tienen, sean del color que sean, sean del tinte que sean, de sus matices, sus tintes, medias lunas y demases. En la pupila, la inconsciencia que transmiten, esa fuerza que ninguna otra parte del cuerpo es capaz de enviar. Como señales, como mensajes equívocos o inequívocos. Como pequeñas luces que se transportan de una mente a otra sin decir nada.
Está claro que no me gusta mucho hablar. Soy más de provocar, pero a través de otros signos, quizás menos perceptibles, aunque igual de eficaces.
Estoy tras el bosque, tras los árboles, escondida en una cueva imaginaria, que me permite observar todo y me hace transportarme hacia mis reinos mágicos. Y vuelo. Puedo volver cuando quiero, pero siempre debo transformarme en fiera. Cuesta, duele, provoca sensaciones de cambio de piel. Y sigo ahí. Sigo una y otra vez. Cambiando de ritmo según la luna y la posición de las estrellas que mis ojos perciben en el firmamento. Puedo captar el olor a miedo, a pena, a soledad, a simpatía, a complicidad silenciosa, a miles de círculos invisibles que rodean a la gente, cualquiera sea su naturaleza.
Y no me hablen de Pussy Cat. Nada de gatitas. Sólo fieras se aceptan por dentro y por fuera.
Aún así me siento extraña. Se me acabaron las ganas de estar sola. Quiero estar con alguien y despertar con alguien. Quiero comunicarme telepáticamente con alguien. Quiero que me hagan masajes y hacerlos yo. Comer algo, ir al cine, o dormir juntos. Viajar, aunque sea con la mente. Y bueno, lo que toda mujer espera de un buen chico. O un chico normal. Alguien bueno no me convence mucho en estos días.
Parece que va a llover. Se siente húmedo el aire, como el espesor de la selva antes de la lluvia. Y estamos en noviembre. Es raro. Algo va a cambiar pronto. Espero que todo cambie pronto. Y para mejor. La vida necesita de ciertos estímulos de vez en cuando, de ciertas aventurillas que cambien la cara de uno aunque sea por unas horas.
Y siendo las 10 de la noche tengo sueño. Y no quiero dormir. Tampoco quiero vagar. Me gustaría estar haciendo nada aunque me condenaré al placer culpable del zapping. O mejor dicho a la necesidad de observar el cielo aunque no se vea ninguna estrella. O a pensar cosas absurdas, a imaginar cómo sería vivir en el mundo del revés. Con monitos animados vivos. O animaciones en tercera dimensión de tus propias fantasías. (No de tus miedos, porque aborrezco las baratas y verlas a menos de un metro de mí ya es una pesadilla...no me atrevo ni a pisarlas). Y eso que soy una fiera, pero pensándolo bien hasta la más enorme de las bestias tiene su lado oscuro. Y debo reconocer que el mío existe. Y es palpable. Como el de todos, aunque algunos tengan más secretos que otros.

8.11.06

Mi boca sobre tu boca, sobre otros labios

Y ahí, en medio de innumerables agujeros hay dos pedazos de carne que están unidos y a la vez pueden separarse, esos vínculos cavernosos que producen innumerables paradas de pelos al juntarse con otros pares de labios húmedos, que se derriten, que están entre dientes. Pares de labios infinitos, sensibles, que dan y reciben sin parar, más allá de la piel, más allá de los sueños.
Están ahí. Para besar, para agarrar, para morder, para volverse inevitablemente suyos y míos. Nadie conoce realmente el poder de un beso. Nadie aprovecha de verdad ese instante en que te comes al otro con la succión cavernosa de un pedazo de cuerpo que nace de tu cara.
Y creas instantes, creas momentos, dibujas sensaciones tan fuertes como el pasar el dedo de tu mano sobre la espalda del otro, dibujando el contorno de su columna, sintiendo los recovecos de la piel que ya existen. Y el otro recibirá tu boca. Tú se la darás. Y en medio de esos dos agujeros nace el fuego, esa tibieza carnal que carcome una y otra vez. Que lleva al olvido, al éxtasis, a la sombra de demonios y sombras endemoniadas.

3.11.06

Todos los santos de cabeza

No hay nada más que decir. Ruego por mi vida. Voy directo al infierno, de eso estoy segura. Me considero pecadora con todas mis letras, por dentro y por fuera, la peor (la más lasciva de todas). No me cabe duda que el diablo me espera con las puertas abiertas (y es una metáfora, porque ni el cielo ni el infierno existen). Lo único que digo es que antes fui monja y después algo no muy santo. Hay ciertas cosas que predefinen la vida actual de las personas. Y pese a todo tengo mis momentos de felicidad. Y pensar que al Papa lo odio con todas mis letras, quizás por la cara de víbora que tiene, o mejor dicho de dinosaurio. Creo que este personaje debiera desaparecer de la tierra. Está pasado de moda hace mucho tiempo.
Creo en mi Dios y en todos los santos. Creo en la magia, en los sueños, los duendes y los maleficios. Creo en la tierra y en los ángeles, en la vida buena, el alma de los que sueñan y la necesidad de todos los hombres y mujeres de creer en algo.
La única persona que no cree en nada es mi papá. Ateo ciento por ciento porque es científico y porque tiene tal fortaleza mental que no necesita de fortalezas espirituales para lograr lo que necesita en la vida. No sé si algún santo se habrá cruzado por su cabeza. Yo creo que a veces. Y pienso en las veces en las que le han dicho que Dios existe y él dice que se lo muestren, que quiere verlo, que mientras no lo vea no va a creer en él. Y así sigue hasta hoy. Creo.
Yo soy todo lo contrario, con mis visos clarividentes, ciertas dotes adivinatorias y poderes oníricos de adivinar lo que viene. De sentir lo que viene. Y no sólo de sentirlo, sino también de ver a otras personas en mis sueños. Y ver lo que les va a pasar. Claro que a veces sucede y otras no. No me considero bruja, pero sí afortunada en ver y percibir esto que no muchas personas perciben. Como los fantasmas, los malos augurios, las buenas vibras y sobre todo achuntarle a las muertes y nacimientos.
Lo que sí, siempre sueño con hacer tres cosas imposibles: volar, poder mover las cosas con la mente y leerle los pensamientos a la gente. Eso sería interesante, pero por mientras, le doy gracias a mis inquietos sueños por haberme despertado el tercer ojo. Aunque estén todos los santos de cabeza.

2.11.06

Después del carnaval

Siempre digo que ahora, en mis 30, es tiempo de madurar y dejar de vivir la vida loca para centrarse y mirar como un caballo el camino recto. Pero no puedo. Mi vida necesita distorsión de vez en cuando y creo que eso no deja de ser malo de ninguna manera. Me imagino ya, cuando esté casada y en vida de "familia" que será el momento en que deje de hacer locuras para enmendar mi vida. No digo que sea fácil dejar de ser amiga del carrete. Claro que después las formas cambian. De carretear y divertirse, claro. La cosa es que echaba de menos esos carretes de casa en que comienza a llegar la gente, todos bailan, todos se ríen, lo pasas muy bien y el tiempo pasa volando. Llegué a mi casa a las 7 de la mañana y como tenía que hacer a mediodía llegué derechito a acostarme. Me acuerdo de esa noche de brujas y no hago más que reírme. Era como los tiempos en la universidad, cuando todo era pasarlo muy bien, con su buen copete, rica comida (ese día había ceviche, sushi y cositas varias) y todos comentando cosas light, conociendo gente, en fin.
La cosa es que después alguien tenía que aparecer y no apareció. No me dio rabia, pero como estar esperando nada. Me da lo mismo, sé que lo volveré a ver, pero no entiendo porqué siempre resultan nuestros encuentros cuando no son planificados. O cuando surgen a última hora. Me acordé de una vez que fuimos al Club Hípico hace mucho tiempo a "tomar un café", pero terminamos haciendo otras cosas ilícitas que, en el sentido de él y el mío, siempre tienen un sentido (aunque no se pueda entender a simple vista, pero así es). Tengo ganas de verlo. Y de que seamos uno los dos de nuevo, como la última vez. Y sé que soy apasionada, pero no es mi culpa, siempre he sido así.
Y pasando a otro tema, me dí cuenta que Mr. Poison tiene mucho que ganar, pero a la vez tanto que perder. No sé, en realidad este personaje que ha llegado a conmover mi vida tiene bastante culpa en que me pasen cosas con él. Y parece que todavía no se da cuenta. O no quiere darse cuenta. O se dio cuenta y prefiere ignorarlo. O quizás sabe que yo en su vida causaría muchos cambios que quizás no está dispuesto a asumir. Me da lo mismo, pero lo que sí me di cuenta que entre Mr. Poison y yo hay una libélula que merodea más de la cuenta. No se la puede matar, eso está claro.
Así las cosas, ayer mi caña era brígida como dice mi hermana. Insoportablemente mareada y con ganas de -si hubiera sol- haber estado tirada en medio del patio descansando a pierna suelta. Como en el país de haciendo nada. Y con esas extrañas visiones les recomiendo una película preciosa e incomprensible (sorry Sole, no la caché a la primera) se llama "El Umbral" y actúa el exquisito de Ewan Mc Gregor. Hay primerísimos primeros planos, saltos de imágenes que destruyen un poco la historia, una fotografía con una estética increíble y sobre todo un aire que desconcierta, pero que de alguna manera te dice pq estamos vivos y no en un limbo en el que todo podría pasar. (Si todo pasara, el laberinto sería intrincado y Minotauro daría consejos de cabeza sobre nuestro cerebro, tan extraviado como nuestras ideas).