28.12.06

Derretido

Mi piel se pega contra mi otra piel, esa que no se ve. Se desliza suavemente por pliegues imaginarios que dan vueltas y vueltas en torno a una cera invisible. Y la temperatura sube, tanto que podría tomar un dedo de mi mano y untarla con ese líquido semitransparente que me corre de la cabeza a los pies.
Estoy fundida, fundida en la temperatura ambiente, a punto de convertirme en cemento incandescente que tapa la tierra, que la provoca, que la deja suelta y a la vez untada de toda melancolía.
De tanto derretimiento tengo sueño, sopor interminable que baja los párpados de mis ojos, los libera, los suelta de toda esencia fría y la lleva a una luz cálida. Una luz con nombre de río, con olor a sal, con sabor a hierbas de medianoche. Y aún así me derrito con más fuerza, por el latido de mis venas, que dan pequeños brincos, casi imperceptibles.
Me vuelvo aceite incandescente. Que corre sin parar por donde quiera que lo lleven. Mi alma es óleo disecado que quema a todo el que la toca. Mis ojos son aceites que se diluyen en las miradas de los otros, derritiendo a la vez sus pupilas y volviendo todo una masa ígnea que se vuelve fuego, ardor, sudor, llamas infinitas y palpitantes que salpican pequeñas chispas de furor.
Me muevo rojo, me vuelvo estrella anaranjada. Podría ser la estrella para quien lo quisiera. Para el que se vuelva loco buscando un destino en el firmamento, en las huellas nocturnas, en la pérdida del sol después del derretimiento del alma.
En la elevación de mi conciencia, transformada en ceniza de cigarro, en diminutos polvos de estrellas que se repartirán por donde quiera que fueren. Me fumo uno. Y cada pequeña lumbrera que se enciende es un poquito de fuego de mi alma derretida.Aire que se evade en fuego,que carcome, que me nutre.
Aire derretido.
Alma derretida.
Utero de retiro.

25.12.06

Mis manías

1.- Fumarme el último cigarro antes de ir a dormir
2.- Fumarme el primer cigarro después del desayuno
3.- Después de la ducha secarme en el baño y caminar en pelotas a vestirme a la pieza
4.- Mojarme el pelo cada vez que me ducho, aunque no me lo lave
5.- Dormir en el lado derecho de la cama o pegada a la pared
6.- Dormir de costado, con un brazo apoyado bajo la cabeza
7.- No usar sostenes la mayoría de las veces (me pican)
8.- Fumarme un cigarro antes y después de comer
9.- Poner la loza fuera del lavaplatos antes de lavarla (me carga que la dejen dentro)
10.- Mientras escucho que hablan tocarme el cuello o la parte superior del pecho
11.- Rasgarme los dedos cuando veo tele
12.- Tocarme el pelo mientras veo tele
13.- Dibujar tonteras mientras la gente habla cosas que importan, pero que de repente me cansan
14.- Soñar demasiado, a todas horas
15.- En el verano no comenzar a comer hasta que no se vayan las moscas (excepto en el campo)ç
16.- Comer mientras estoy en el pc (pésima costumbre!)
17.- Gritar cuando veo una barata o cualquier coleóptero
18.- En el cine, poner los pies en el asiento de adelante cuando no hay nadie
19.- Usar un anillo, siempre
20.- Tocarme la guata cuando me acuesto
21.- Echarme protector labial cuando no lo necesito
22.- Ir al baño con un buen libro o revista entretenida
23.- Rascarme las piernas cuando uso falda
24.- Bailar en mi pieza, cuando me toca ordenar
25.- Cantar en la ducha (horror!)
26.- Fumar cuando manejo, con el vidrio completamente abierto, aunque llueva
27.- Sacarme las cejas en horario de oficina
28.- Usar cada par de las hawaiianas que tengo hasta q estén inmundas
29.- Usar esencia de rosas después de la ducha
30.- Comer tallarines con salsa, pero solitos, la pasta y la salsa...es lo mejor que hay

La vuelta en un segundo

Mirar a los ojos es un acto simple.
Y lograr contacto visual es algo que casi depende de la casualidad.
Pero, poder decir algo con los ojos, conectar las pupilas con las de otra persona, posarse en su intención y lograr una conexión que no tiene comparación con nada, es difìcil de lograr. Y si esa unión surrealista se logra y el mundo se para por un segundo como si se apretara pause, es simplemente mágico.
Nada importa.
Sólo tú y la otra persona.
Luego se inspira y se vuelve al mundo real al momento que expiras.

22.12.06

Xtmas!

No navidad. No comprar regalos. Quiero compartir, nada más que eso. Entregar y recibir pequeños símbolos de afecto. Eso vale más que la navidad. Vale mucho más según yo y la estupidez consumista que envuelve a Santiago y Los Andes -mis dos ciudades- con un enorme papel de regalo asfixiante y envuelto en miles de nudos de cinta de colores.
Si me preguntaran qué quiero...diría que me gustaría estar en familia y bueno, después con alguien (obvio)
Si me preguntaran qué quiero comer...chocolate blanco, claro que antes un rico plato de tallarines con salsa
Si me preguntaran qué quiero regalar...diría amor...
Si me preguntaran qué necesito...diría nada...estoy bien así como estoy...
Creo que es importante tener felicidad y sentirla. Y darla...algo así como paz y amor con un viejito pascuero que tiene pinta de hippie más que nada. Y sin renos, mejor en un jet. Y lo mandaría directo al Africa, a regalarle algo...que es mucho más que un poquito...a los niños de Africa...que de verdad no tienen nada. Nada. Ni siquiera un plato de comida para la noche de navidad.
Fui al centro y volví con dolor de cabeza. No soporto esto. ¿Sería mejor el mundo si nos olvidáramos de comprar para dar alegría a alguien? A veces basta un buen abrazo.

18.12.06

Los perros de Marte

Estaban ahí. Tirados sobre la cuneta derritiéndose bajo la luz del sol. Encuentran las sombras, pero persiguen a los humanos. Ellos también lo son aunque no se den cuenta, aunque todos los ignoren, aunque pasen por cualquier cosa cuando deambulan como zombies por la calle. Y así siguen, marcando el paso por una ruta invisible, que lleva a ninguna parte. Y tienden la mano, la tienden y no reciben nada. Tienen los agujeros de Jesús. Y los dedos, llenos de callos y magulladuras que marcan el diario vivir, su paso terrenal por esta tierra de nadie. Algunas monedas les servirán de algo.
Son mendigos, que pululan por cualquier parte, que usan ropas añejas y hace días que no se bañan. Algunos huyen de su pasado, otros intentan tener un futuro. Hay hombres jóvenes debajo de esas ropas. También hay seres que no tienen sueños. Han perdido la capacidad de sentir bajo el alcohol que se acumula en su cuerpo, en sus huellas, en sus paupérrimas señales de vida. Eso no es pobreza. Es algo peor.
Hay ricos que terminan así. Despilfarran todo y la vida se les va. Es terrible, casi impensable imaginar lo que podría sucederles en un momento de debilidad o al defenderse ante los neonazis. O que alguien los pateara en el suelo porque los confunde con perros al momento de dormir. No son perros, pero más de algún imbécil los rebaja a esa categoría. Y duele. Por algo dicen que el hombre es el animal más salvaje que existe. Ningún otro animal hace daño por la mera intención de hacerlo. Como si otros seres humanos por ser menos tuvieran el derecho de ser agredidos. Maldita estupidez.
Es el realismo, que a cualquiera le podría tocar ver en cualquier lugar. Creo que lo único que piden es respeto. Y algo para comer. Y monedas para el alcohol. Son los perros de Marte, que les digo yo, tan dignos y botados en la acera desde el amanecer hasta que el sol desaparece.

17.12.06

El Deseo

Yo
Pequeña cosquilla nace de mí. Cosquilla húmeda, que se desliza sobre cualquier superficie. Una pequeña tibieza que roza mi estómago y la parte baja de mi vientre. Un pequeño brillo en los ojos. Sed en mis labios, sed profunda. Cariño en mis párpados, en mis orejas. Despertares en la ingle, en mi cuello.Agua que se transforma en fuego.Fuego que hierve, que se dilata.Deseo es un colchón mullido. Deseo son sábanas rojas de satín. Incienso de frutillas, almizcle quemado. Lluvia escarlata, sabor a uvas frescas. Menta que llueve sobre mí, después del deseo. Flores en la boca, después del deseo. Pétalos cremosos en mi piel, después del deseo. Todo junto y por separado. El deseo es una cadena, es mar embrutecido. El deseo es una maldición. Surge, emana y se va. Y vuelve, pero puede dejar pasar el tiempo.El deseo perturba, conmueve, carcome.Y yo me dejo poseer. Perturbada por el sueño. Conmovida por el chocolate. Carcomida por las mordidas. Todos somos el deseo. Bendito placer bautizado por la lujuria.
García Lorca
Sólo tu corazón caliente, Y nada más. Mi paraíso, un campo Sin ruiseñor Ni liras, Con un río discreto Y una fuentecilla. Sin la espuela del viento Sobre la fronda, Ni la estrella que quiere Ser hoja. Una enorme luz Que fuera Luciérnaga De otra, En un campo de Miradas rotas. Un reposo claro Y allí nuestros besos, Lunares sonoros Del eco, Se abrirían muy lejos. Y tu corazón caliente, Nada más.

El

Es una sutil pantera. No se me ocurre otro animal para describirlo. Tiene unos ojos que dan miedo, que son sumamente observadores y a veces desconfiados, aunque saben que podrían ver en la oscuridad mientras duermo. Tiene una espalda fascinante, bien torneada, que me dan ganas de tocarla.
Algo en él transforma mi mundo.
Pensar que hace un tiempo llegó a mi vida por casualidad. Una casualidad que yo busqué, por un anhelo que necesitaba y que he encontrado.
Hay algo de tristeza en sus ojos, una pena que aún no se le pasa. Por más que brillen sus pupilas cuando se ríe, veo esa pena, algo que se le escapa de este pequeño mundo. Un secreto. Todos tenemos secretos y él debe tener un baúl escondido por ahí. Lo mismo que digo yo cuando cuento que tengo un cadáver en la maleta de mi auto.

13.12.06

El arte de la tristeza

Siempre he pensado que no hay nada más triste que lágrimas cruzando un espejo de cristal desde el comienzo hasta el fin, como largas hileras transparentes que forman columnas dóricas. El arte es el reflejo de lo que no existe. Lo dijo mi profe de estética en la universidad y lo recuerdo cuando lo dijo la primera vez como si fuera ayer. Considero que lo cruel y sangriento de la vida (tanto físico como espiritual) es lo que mueve la vida de los artistas, pintores, escritores, actores o quienes sean que fueren que están en este mundo para mover las ideas y convertirlas en conceptos. O en sueños, o en meras visiones de lo que puede ser real...o lo que lo es y de alguna manera se vuelve concreto.
Hago un homenaje a uno de mis pintores favoritos que ayer estuvo de cumpleaños. Edvard Munch, quien fue capaz de reflejar en sus pinturas el horror de la vida humana. La desesperación, la miseria, la soledad, la tristeza, la ceguera de no querer ver un mundo terrible que en ese momento estaba cruzado por la Segunda Guerra Mundial. El sacrificio de los que viven, al someterse en la fragilidad de momentos incólumes, que pasan frente a los ojos sin que podamos hacer nada. NADA. Simplemente reflexionar. Los granitos de arena en este caso no existen.
La obra que más me impactó fue "El Grito". Nótese la curvatura del rostro de ese hombre que, en algún lugar que lleva a ninguna parte, debe parar y hacer una expresión casi sarcástica del miedo. Cuando tenemos terror gritamos, es la expresión externa de una paralización interna que no se puede frenar. Me he sentido así algunas veces. Creo que todos nos podemos sentir así sin tener miedo a que nos juzguen. Es la vida humana en toda su expresión. Reforzada por un paisaje que, en ese momento, no da atisbo de esperanza alguna.

11.12.06

Wiken caleidoscópico

El sábado me hice dos tatuajes bellos un dragón rojo y una pequeña estrella. Me dolieron poco, menos de lo que pensaba. Un dragón porque es mi signo del horóscopo chino. Soy un dragón de fuego: idealista, incomprendido y leal. Y una estrella, porque todavía no consigo un sueño.
Se murió Pinochet y ahora está bailando con el diablo. Estoy feliz por eso, porque para mí ese "señor" jamás fue persona. Lo odiaba y espero que esté en el infierno quemándose en el fuego...sólo pido que don Sata lo acepte y se resigne a tenerlo ahí eternamente. Para mí no tiene perdón. Cuesta entender ese odio...pero está en mí. Es difícil para alguien como yo sentir "mal" por alguien, pero creo que si supieran mi pasado familiar lo comprenderían. Claro que ahora es una historia larga....lástima que en vida no pagó lo que debería haber pagado...cayéndose a pedazos de a poco...es alguien que desata emociones contradictorias...pero bueno, nada que hacer...aunque entiendo que lo incineren porque donde estuviere su tumba llegarían para perturbarlo.
El fin de semana carreteé con mi prima que no la veía hace mucho tiempo y comprobé que seguimos siendo tan amigas como cuando éramos chicas y leíamos cuentos o éramos fanáticas del Pablito Ruiz. Supe que otra prima del grupo está embarazada y ahora faltamos tres (siempre sacamos la cuenta). Y la esposa de mi primo jura que puede atraparlo aún más con otro hijo. Tonteras que piensan algunas mujeres...creo que es importante saber que la vida evoluciona de una forma para unas y de otra muy distinta para otras...yo todavía soy una aprendiz de princesa y eso significa que la sorpresa puede aparecer en cualquier momento.
Comprobé que un perro te puede acompañar de tal forma que te olvidas de los hombres, aunque sea por un tiempo. (No tengo perro, pero hombres no me faltan)
Fui a Calera de Tango y me dí cuenta que me gusta el campo, aunque sea por unas horas. Muchas moscas y un pitbull que no se iba nunca. Maldito Aquiles. Odio los perros bravos.
Madrugada del día domingo. Casi la una de la mañana. Pero no se pudo. ¿Será para otra vez? Esperemos que sí. Sólo eso.
¿Quieren ver un fotolog semicómico? Es de alguien que no tiene amigos.

7.12.06

Así

Estoy encerrada
Metida dentro de una bola transparente
Ahogada
Y tratando de huir de un mundo que no existe
Estoy encerrada
Con los ojos dentro de un sueño
Dormida
Y tratando de huir de una fantasía
Estoy encerrada
Y tengo miedo que esto reviente
Semiliberada de mis círculos
Y tratando de ser hada sin alas
Estoy encerrada
Para liberarme debo despertar
Toca mi burbuja
Y quédate
Despertaré para acariciarte con mis ojos

Mariposas de Coca Cola

Tengo un sudor tibio que corre por mi cuerpo como si fuera un río clandestino que me ahoga, me atosiga, me seca los labios y absorbe todo aquello que podría renacer de nuevo. Vuelvo a sentirme extraña nuevamente, rara, pero feliz. Aunque haya sido una semana de comedia de equivocaciones. Creo que el mensaje anterior no llegó a la persona que correspondía. Quizás nunca lo leyó y no tiene idea. No importa, prefiero que haya pasado así a que tenga que enterarse de cosas ciertas pero que todavía no tienen la importancia que se merecen (porque las situaciones no se han dado).
Espero que ese sudor tibio se evapore, se transforme en una simple sustancia aérea que me recuerde que todos somos ángeles. Todos somos espíritus que se elevan, que toman una cierta forma y que podemos presentarnos ante los demás mediante señales que no siempre son claras. A veces lo directo aburre...prefiero la sutileza del oxígeno en la vida verde. Prefiero ser mar y mojar sus pies a decir directamente lo que siento.
Soy una mujer demasiado misteriosa y quizás por eso mis jeróglíficos son tan complicados. No pido que me entiendan, sólo quiero que se den cuenta de lo que quiero decir. Aunque tampoco quiero perder el tiempo. Nada de eso. Y él se ha convertido en un veneno, en un dulce veneno que aparece y desaparece, en sangre fría que se entibia y vuelve a congelarse en un segundo.
Me encantaría reflejarme en un espejo y pasar a un mundo paralelo.
Y aparecer en otra dimensión, donde todo sucede de verdad.

3.12.06

Tan lejos de tí, tan cerca mío

El aburrimiento de los domingos me abruma de tal forma que me niego a despertar antes de las 12 del día. Aunque hoy desperté a las 7:58 de la mañana. Como si alguien me hubiera remecido, porque nunca abro los ojos a no ser que me despierten. Dormir así hace que el día sea más corto. Y aunque haga calor, el aburrimiento abruma de todas formas. Y se hace más intenso los domingos.
No sé si serán las hormonas, pero me siento rara. Ida y rara a la vez. Algo pasa en mí. Algo pasa en mí provocado por una persona. Necesito sus señales, que me dé una pista. Necesito sus ojos. Necesito sus labios. Y es una cosa que me perturba, que me da cierto resquemor. No le tengo miedo, una vez que digo las cosas soy una mujer decidida, pero el hecho de pensar en decirlo y en cómo decirlo, me complica de sobremanera. Si pudiera mandarle una carta se la mandaría. Si pudiera decirle que nos juntáramos a hablar se lo diría. Y el hecho de saber que es alguien que no le vienen con tonteras, más aún me asusta.
Lo siento cerca y lejos también. Lo peor es que si tiene una estrategia, esa consiste en pasar de ser la persona más amorosa del mundo a golpearme con el látigo de la indiferencia en cuestión de segundos. Abrumador. Y siento que cuando estamos cerca nos ponemos nerviosos. Y a la distancia me sofoca con una mirada penetrante, de esas que hay como pocas.
Hace poco lo extrañé. Sentí su ausencia mientras caminaba por la calle. Como que me faltó su seguridad. A veces pienso que ni siquiera se acuerda de mí cuando no nos vemos. Y él tiene una personalidad de esas que desconciertan, que puede ser una caja de sorpresas en cualquier momento. Y eso, a una mujer como yo, simplemente la vuelve loca.
Por eso digo, necesito una señal. Una pequeña palabra, un pequeño gesto. Una actitud. Creo que él sabe que la acción necesita de una intención para que tenga sentido. Si me rechazan sabré asumirlo, pero necesito saber qué pasa por su mente cuando me ve, cuando hablamos, cuando nos reímos o cuando pasan tonteras en una calle X de Santiago. Porque nunca dejaré de ser una señorita.
P.D: Si llegas a leer esto ya sabes que hacer.
P.D 2: Aún así echo de menos a Mr. Big. Aunque de la boca para afuera diga que no. También lo extraño, aunque aún me siga provocando cosas, aunque no me pudo quitar el aburrimiento de un día domingo de encima.

30.11.06

Mi puertecita del placer

Estaba pensando en mi vagina. Vagina, vagina, vagina. Cuesta decir el nombre y al comienzo sale a tropezones de la boca. Quien pensaría que este agujero sensible, tierno, húmedo y a veces perverso fuera tan caprichoso. O caprichosa, como una niña pequeña. Hermosa, tibia, pequeña y muy grande. Quien pensaría que algún día llegaría a verla como algo tan mío, tan íntimo, tan propio, tan único. Y valorarla. A ella, porque como yo, tiene nombre de mujer.
Y pensar que tiene tantos secretos, tantas virtudes, que podría llamarla el oráculo de mi verdad. Se cierra como una concha, se abre como un canal de agua tormentosa, un canal que fluye y que recibe, que le gusta ser succionada y lamida.
¿Qué sabor tendrá mi vagina? Debe tener un hálito a sal, a algas marinas, un sabor a miel, a sudor de flores. A veces la siento como un zumbido de abejas. Otras tantas, tiene la capacidad de despertarme a medianoche. Hay días en que no quiero saber de ella, que es cuando sangra, cuando me recuerda la capacidad de parir, de dar vida. Hay otros días en que la regalo, la pongo en las manos del que quiera recibirlas y dejo que la quieran a flor de piel. Y me entrego. Ella es parte de mí y estará siempre conmigo. Me quiere y la quiero a ella. Somos las dos una misma ninfa.
Mi vagina se enoja. Gruñe y se seca. Eso no sucede casi nunca, pero cuando está cerradita es mejor no tocar la puerta. Mis calzones son testigos. Es egoísta y profundamente selectiva, como yo. Le gustan las cosas difíciles. Es el fin del laberinto de mis muslos, que generosos en cierta forma, dejan de cerrarse para dar paso al placer.
No me gustaría que la mutilaran. Dejaría de ser mi yo femenino. Mi vagina es mi gaviota, mi sol, una luna llena en cierta forma. También es leche, agua, sangre, vida. Está abierta a sentir, a palpar, a retraerse y dilatarse. Mi vagina es elasticada. A veces es como un chicle. Yo amo a mi vagina como adoro mi cintura, mis ojos y mis otros labios. Mi vagina me da orgasmos y los siento hasta el fondo.
Ella es profunda y me dejo navegar en sus aguas. Ella me conecta con el cerebro y con los sueños del cuerpo. Mi vagina es mi hermana, mi mejor amiga, mi yunta, mi partner. Es la única que sabe mis secretos y encima los guarda, porque sus labios son leales.
Mi vagina soy yo.

27.11.06

¿Rebotarán los misterios?

Estoy entrando en un lago de aguas frías y profundas. Meneo mi cuerpo para acostumbrarme a la baja temperatura. Todo en mí se estremece, pero continúo entrando en la marea. Siento cómo pedazos de mi piel se ponen carne de gallina, aunque igual procedo a seguir humedeciéndome hasta la punta de mis cabellos. Tengo escalofríos, pero el agua oscura me calma y me provoca ciertas cosas que me hacen querer abrir los ojos. Y al hacerlo, luchando contra la pesadez del líquido dulce, mis pupilas se acostumbran a una forma que está frente a mí, que carece de rostro y posee un cuerpo humano muy bien torneado. Lo observo con desconfianza, mientras ese cuerpo da vueltas en torno a mí, observándome sigilosamente mientras evito moverme. Más bien he elegido mi centro en ese lugar acuático y no me moveré de allí.
Comienzo a girar en torno a mi eje de rotación. Primero lentamente, apenas despegando mis pies de las rocas lacustres y siento mi piel que se estira y se recoge mientras cada ángulo que recorro me hace cada vez más liviana, hasta girar como un remolino. La forma humana se me acerca y me toca la punta de la nariz. Luego, desaparece.
Me ha dado frío. Decido salirme del lago, pero una parte de mí quiere vestirse y la otra quiere seguir hundida en esa masa líquida. Opto por quedarme y me tiendo de espaldas sobre el agua para flotar. Extiendo mis brazos y mis pies en forma de cruz. Cierro los ojos. Un aliento desconocido me roza la cara. Despierto asustadísima y nuevamente esa forma vuelve a desaparecer. Me siento los labios y mi nariz fríos. Mi cara recibe el viento helado con miedo. Miedo y una cierta satisfacción de saber que alguien me sigue. Me gusta que me persigan, que alguien está detrás mío, me observa y yo, sin que él se dé cuenta, me hago la tonta y continúo en la misma posición.
Y decidí encontrar a ese ser que me miraba. Y lo busqué. Me sumergí en la profundidad más honda que encontré y traté de volver linternas mis ojos para poder encontrarlo. Unas huellas me indicaron su presencia. Hice un esfuerzo supremo para dejar de flotar, aunque la necesidad continua de oxígeno me hacía subir a la superficie cada cierto tiempo. Hasta que dejé de hacerlo y me quedé ahí, esperando que apareciera.
Me han tomado de las manos por la espalda. Y ví sus ojos, tan transparentes como los míos. Le tomé las manos y me agarré a ellas, para no dejarlo ir. Le dí un beso en la boca y salí nadando a toda velocidad.
Estoy bajo la ducha recuperando la temperatura de mi cuerpo. Han brotado lágrimas de mis ojos que el chorro caliente disimula. Tengo las manos en mi cara, tratando de sacudirme una pintura azul que me ha quedado en el rostro. Lloro de felicidad. Espero que me devuelva esa ansia de encontrarlo de la misma manera.
(Esto fue escrito en los días en que dejé -sólo por un tiempo- de ser Morenita para transformarme en Señorita Misterio...las razones las contaré después, quizás en mucho tiempo más, quizás mañana, quizás nunca).

¡Oh, pobre Marat!

Al fin puedo escribir. He estado bastante ocupada. Necesitaba desgastar mis manos en esparcir las letras en este sitio mío. Al final la obra me gustó bastante, aunque me costó acostumbrarme a la idea de ver a Marat Sade como un hombre mítico para un grupo de locos, más allá de la revolución francesa, para llegar incluso a hacer una paradoja de la realidad política chilena y los "hijos de puta" del Gobierno Militar.
¿Puede la copulación ser sinónimo de revolución? Absolutamente cierto. Puede asemejarse en los movimientos, en los cuerpos que se encuentran, en la liberación del placer y la búsqueda de satisfacción de los sentidos. Hablando de movimientos sociales, de cuerpos políticos, liberación de ideas y búsqueda de satisfacción de los ideales.
La sodomía es realidad. La vida de Marat, en sus minutos finales fue tan tormentosa como sufrir el sida o la sífilis o la necesidad de rearmar un país después que sus ciudadanos se han levantado en armas para derrocar al poder totalitario. O no en armas, sino en los ideales. A veces el sexo se puede asociar fácilmente con la necesidad de romper barreras. Como la política hace lo motu propio con los ideales de las personas, esos que nacen en el inconsciente colectivo y que con el tiempo se difuminan en la realidad que a cada uno le corresponde vivir.
Admiro a Marat, más allá de su máscara siniestra del Marqués de Sade. Admiro su convicción por las ideas, su admiración por las formas humanas y sobre todo por desenmascarar al hombre y mostrarlo como un ser animal, que busca placer, que gusta someter a otros mediante el sexo u otras prácticas más o menos masoquistas según la situación.
Aún así me siento ligada a él en un término inconsciente que siempre sobrepasa el límite entre lo verdadero y lo racional positivo. Creo que tiene que ver con las vidas pasadas, la necesidad de explorar, de conocer, de experimentar, de poner el cuerpo al límite. Y la mente también. Y que la sociedad te importe nada de nada.
Y al terminar la función me quedé con un sabor agridulce en la cabeza y en la garganta. Los ideales no existen, pero siempre estarán para recordarnos que de todo lo imposible que soñamos, algo puede hacerse realidad. Aunque sea del porte de una hormiga.

23.11.06

Marat Sade

Hoy voy a ver esta obra. Obvio que es un drama...algo me pasa con el Marqués de Sade de hace mucho tiempo, pero hoy voy a comprobarlo con mis propios ojos. De ahí les cuento.
"Su carga dramática obliga a considerar la pieza en las estanterías del llamado teatro de la crueldad. Un peso con que “Marat Sade”, la obra del alemán Peter Weiss, carga desde su estreno en 1965 y que en Chile sólo tres directores han tomado. El último de ellos es Leonardo Bustos, realizador que no sólo convocó a escena a 22 actores sino también los enjauló en el escenario del Hospital Siquiátrico y los hizo cantar. Además, decidió chilenizar la pieza transcurrida originalmente en el manicomio de Charenton, revolucionado por su paciente más famoso, el sádico Marqués de Sade.
"El escenario también tiene mucho de chileno: el centenario y deteriorado Teatro Grez, ubicado dentro del Hospital Siquiátrico, separa al público de los actores con una reja. Un elemento que se ocupará en la escenografía, al igual que algunos W.C. y sillas". (Fuente: LUN)

22.11.06

Transpiración virtual

Honda estoy en una piscina invisible
Candente de delirios amoratados
Húmeda de tanto fuego que me cruza
Voraz por encontrar el sueño dorado
Sensible de mis almas muertas, acorazadas en los labios
Aérea de los otros, ida de las ideas fijas
Terrena de mis pies, de mi cerebro compartido
Palpable con mis neuronas, con mis pensamientos sordos
Latible, como el agua que remece el verde de los musgos solos
Rara, como el musgo mojado que se refugia en la tierra
Mojada en mis pies, en mi cabeza, en ambos vértices ahora escarlatas
Neutra de mi boca, de mis sonidos
Silenciosa de mis ojos, de mis oídos
Malvada de mi realidad, esa que respiro
Sátrapa del cuerpo, de mis órganos vivos
Y así sigo, trepando por aguas invisibles
Mientras el látigo me coge, me tira, me fulmina
Soy ente de fuego, dragona de mis suburbios
Bajo. Subo. Y vuelvo a bajar para refugiarme en mi veneno.

21.11.06

Los ángeles de mi cabeza

Me gustaría tenerte cerca, ponerme a una corta distancia de tu oído y decirte algo. Sé que estarías durmiendo y harías como si te despertaras, aunque no me gustaría que te movieras de ahí. Adoraría un instante así, a lo "Perdidos en Tokyo". Dios sabe cuánto me gustó esa película. Esas historias que se cruzan, entre personas que se encuentran, entre seres que no se conocen, pero que de los millones de habitantes de este planeta, están ahí, uno frente al otro, se miran y descubren todo un mundo desconocido, que te saca de la monotonía. Esas historias suceden sólo en las películas, pero he descubierto que pueden suceder en las calles de cualquier ciudad, incluso en esta asquerosidad que adoro, llamada Santiago de Chile.
Cualquier lugar puede estar lleno de sorpresas, incluso los menos indicados. Cualquier rincón de la ciudad puede entregarte un regalo. Hay cosas que sorprenden, aunque sean vistas de lejos. Yo, por mi parte, necesito dejarme sorprender para poder escribir. Y sigo pensando en lo que te diría si estuviera durmiendo. Quizás sería una escena a lo Memento, en el que nadie recordaría bien lo que sucedió aunque saben perfectamente que pasó algo.
O mejor, recordando ciertas escenas de películas, como Gael García Bernal en La Mala Educación, en que sale cantando: "Y tú, me sigues respondiendo, quizás, quizás, quizás". O en Amores Perros, en el momento en que los autos chocan y la modelo queda lisiada, en un departamento casi vacío, buscando a un perro que se cayó en medio de las tablas de madera. Espero que a nadie le pase algo así, debe ser desesperante. Por mí, me quedo con Gael García. ¿Queda claro que me gustan los chicos extraños? Es mejor así, la vida tiene más sorpresas.
Anoche soñé algo que nuevamente no recuerdo. Odio no recordar los sueños y odio no tener una libreta a mano para que, al momento de despertar, tener un lugar donde anotarlos y así hacer una suerte de sicoanálisis diario que me permita comprender mi mente. Sicóloga no soy, menos mal, porque o sino andaría analizando a todo el mundo, con sus conceptos, sus manías, y todo ese tipo de cosas. Como si la dependencia de ciertas acciones pudiera generar en ellos una conducta a largo o mediano plazo. Mejor tomarse un Armonyl.
Hoy tengo teatro, lo que me viene como anillo al dedo porque necesito despegarme de la vida. No soporto la rutina. Me ha cansado la rutina. Lo único que me gusta de todos los días es que puedo acostarme a dormir en mi cama y a Dios gracias la cambié de posición porque me molesta la luz del sol en la mañana, esos primeros rayos que anuncian que ya amaneció. Me desesperan, porque las horas corren, el sol sube y nadie hace nada para detenerlo. Nadie.
Sólo espero que el año acabe luego. Quiero que el año pase pronto. Que los días se vuelen como quemados por el fuego. Y que sus cenizas se expandan en el aire. Y que todo se vuelva etéreo. Me gustaría un desorden mental. Que las cosas se dieran como en la peli "Extraño resplandor de una mente sin recuerdos". Un amor verdadero. El pasado no existe, todo lo que importa es ahora. Mejor eso, a lamentar que nada sucedió. Aunque se haga complicado y difícil, como el largo camino sinuoso de una montaña.

20.11.06

Mariposas de colores

El sol se ha apoderado de mi vida. Hay calor y sudor. Ha llegado el verano de verdad y espero que la lluvia no vuelva. Necesito que siga la luz, la tibieza y que esa energía que el sol derrama por mi ventana me dé la fuerza suficiente para levantarme (aunque a estas alturas del año cada día me cuesta más). Mi piel está brillante y me siento con energía. Ando con energía para darle a todos. Y parece que estoy feliz. Sí, bastante, aunque todavía no tenga nada concreto.
Eso de ver la vida al estilo Coca Cola era algo que se me había olvidado. Cuando cuentas horas o minutos que faltan para ver a una persona que te interesa y que, cuando se da el momento te sientes feliz, bueno, eso es como el lado Coca Cola de la vida. Como las maripositas technicolor de Fito Páez. Como las lluvias de flores, las tormentas de estrellas o un baño de chocolate a la luz de la luna (con todo lo que implica un baño de chocolate, por supuesto). O colocarse aroma a rosas sobre la cabeza y aspirar profundo, como si el mundo se fuera a acabar. Me siento como una cabra chica, casi feliz. Y lo mejor es que me encantan los chocolates.
Pero aterricemos, porque aún no ha pasado nada. O sea, espero que pase de todas maneras y algo me dice que algún evento sucederá. Prefiero apelar al "lento pero seguro". Lento, porque no quiero tropezar de nuevo con la misma piedra, aunque por el momento quiero pasarlo bien. Y seguro, bueno porque hay algo que me dice que así será. ¿Intuición de bruja?, puede ser, pero más que nada es esa idea que se te pasa por la cabeza que te da frescura, ternura, mucha risa, y otras travesuras.
Soñé con él la otra noche. Tenía en su mano una carta que le había escrito. La tenía guardada en el bolsillo derecho de su pantalón. Había borrado mi nombre. En una parte del sueño le quité la carta y le dije que porqué me había borrado. Me respondió que quería mantenerme en secreto, y lo dijo con los dedos sobre sus labios. No me acuerdo que más soñé, pero en este momento me encantaría tener un hada madrina. Lástima que la realidad no me hace Cenicienta, aunque tengo la lucidez de saber que lo que quiero lo consigo, aunque me cueste.
P.D: Una nueva teoría dice que la edad de las mujeres es directamente proporcional a la dificultad de encontrar una pareja afín...créanme que es cierto.

17.11.06

Energúmenos mentales

Rugidos, golpes, garabatos. Humo, cerveza y más gritos. Parece un viejo rito nórdico, pero no, son varios tipos que se juntan a beber en un bar, mientras sus ojos siguen hipnotizados el movimiento de una pelota que tiene que entrar en un arco o en otro. Y si entra en uno gritan, y si entra en otro gritan más aún. Heavy. No entiendo. Con mi amiga nos reímos mucho, porque pese a que estábamos hablando dramas y otras cosas no es posible que los seres humanos rebajen su coeficiente intelectual por un equipo de fútbol. No se entiende. Y eso que estaba jugando Colo Colo contra el Toluca de México y nosotras éramos la isla de la Cato (bueno, un tanto light nuestro fanatismo, pero somos de la UC)
La cosa es que mientras le contaba de alguien, tenía que aguantar el hervidero de voces roncas que rugían por todos lados (como con sonido Dolby Sorround), los penales, el gooooooooool que interrumpía un detalle importante de nuestras anécdotas y bueno, que algunos minutos nos sintiéramos observadas por tipos que estaban de pie, impacientes porque se desocupara luego una mesa. Estábamos tomando Coca Cola Light y nos habíamos comido un italiano.
Pero sigo sin comprender. Quizás es como cuando voy a un concierto de Luis Miguel y me derrito porque sale al escenario y grito, me vuelvo una loca. Puede ser lo mismo. Aunque ver un cantante no te hace transformarte en un salvaje, en una hembra primitiva. Creo que hay diferencias y diferencias. Nunca podré entender ese fanatismo por el fútbol. Nunca. Así como ellos no podrán entender porqué una mina puede cambiar tanto al ver a un cantante. Es cosa de sexos creo yo, o bien de perspectivas. Conozco minas que son fanáticas del fútbol, pero yo no soy así, tengo otros fanatismos.

16.11.06

Delirios

No me acuerdo que soñé anoche. Desperté bañada en sudor. Mi espalda estaba aporreada. Algo sentía en mis brazos. No me acuerdo que era.
No puedo estar sin saber lo que soñé.
Obsesiones mías un tanto tontas...al fin y al cabo...¿en qué te puede ayudar el inconsciente?
Quizás a ver la vida de otra manera
Surrealista, como mirando todo de cabeza...
O como los niños con fiebre, que deliran hasta lo imposible.
Nos hemos olvidado de delirar.

14.11.06

Pelos

La cosa capilar nunca me ha gustado demasiado. Nunca, porque me parece que más que ser un complemento del cuerpo lo complican. La gente peluda tampoco me llama la atención, aunque tratándose de un hombre me da lo mismo hasta cierto punto. Me cargan esos hombres peludos, que tienen una mata enmarañada en la zona anterior del pecho, pero si son morenos, porque si son claros la cosa cambia, ya que no me molesta mayormente. Además que pueden reemplazar al calor que se necesita en las noches de invierno. Prefiero los lampiños, pese a que otras chicas como yo les da lo mismo o con harto pelo, porque se ven más "machos". No tengo comparación entre la masculinidad y la cantidad de pelos que hayan en el cuerpo. De hecho, creo que esos dos aspectos no tienen un punto de encuentro en ninguna parte. Es como si un mono, por serlo, fuera más macho que Brad Pitt o que Richard Gere por la mata que tiene encima.
Tampoco encuentro que nosotras nos beneficiemos con lo capilar. ¡Para nada! Hay que lavárselo, peinárselo, cortarlo, cuidarlo. Un cacho más. Creo que si la estética de la Sinead O'Connor fuera una máxima masiva sería una de las primeras en seguirla. Sin ningún asco. Y para qué hablar del acto de depilarse, esa rutina dolorosa para "arrancar los pelos de raíz", que funciona mucho mejor con la Satinelle o Epilady. O la navaja de afeitar cara de raja para la zona de la entrepierna y las axilas aunque estéticamente jamás va a pasar piola.
La otra vez escuché el comentario que a los hombres les encanta que las mujeres tengamos depilada la zona de la entrepierna. Una verdadera prueba de amor digo yo, porque el dolor no lo niega nadie. No estoy para eso ni aunque me enamorara, aunque le tengo cierto resquemor a la chascona. Me da vergüenza que sea tan abundante, creo que sería mejor que en esa zona no saliera pelo de ninguna manera y de ningún modo. Otro sacrificio del "ser mujer" que le llaman. ¿No les basta con todas las injusticias históricas que se han cometido con nosotras a lo largo de los siglos? Parece que NO.
A estas alturas hay que seguir con los sacrificios. Como sea. Creo firmemente en el "para ser bella hay que ver estrellas" y como soy tan preocupada de mí, obvio que sigo esta máxima. Cómo será lo que se sufre por estos malditos pelos, que una vez mi depiladora, en medio de eufóricos tirones, me dijo "no duele, no duele" igual que el entrenador a Stallone en el film Rocky. Y me sentía toda morada en el ring, por culpa de esos malditos vellos.

13.11.06

Dulce y salvaje

Quiero ser una pantera. Me encantaría ser una fiera y con la capa negra de mi pelaje transformarme en un ser salvaje y atacar. Con furia, sintiendo el sabor de la sangre en mi boca, esa ansia de morder la carne, de sentirla entrar en mis fauces, provocando algo en el otro, siempre otras cosas, que quizás son las mismas que las mías. Seré animal nocturno, aunque fuera en mis sueños.
Y no dejo de pensar en los ojos, en la capacidad de transmitir que tienen, sean del color que sean, sean del tinte que sean, de sus matices, sus tintes, medias lunas y demases. En la pupila, la inconsciencia que transmiten, esa fuerza que ninguna otra parte del cuerpo es capaz de enviar. Como señales, como mensajes equívocos o inequívocos. Como pequeñas luces que se transportan de una mente a otra sin decir nada.
Está claro que no me gusta mucho hablar. Soy más de provocar, pero a través de otros signos, quizás menos perceptibles, aunque igual de eficaces.
Estoy tras el bosque, tras los árboles, escondida en una cueva imaginaria, que me permite observar todo y me hace transportarme hacia mis reinos mágicos. Y vuelo. Puedo volver cuando quiero, pero siempre debo transformarme en fiera. Cuesta, duele, provoca sensaciones de cambio de piel. Y sigo ahí. Sigo una y otra vez. Cambiando de ritmo según la luna y la posición de las estrellas que mis ojos perciben en el firmamento. Puedo captar el olor a miedo, a pena, a soledad, a simpatía, a complicidad silenciosa, a miles de círculos invisibles que rodean a la gente, cualquiera sea su naturaleza.
Y no me hablen de Pussy Cat. Nada de gatitas. Sólo fieras se aceptan por dentro y por fuera.
Aún así me siento extraña. Se me acabaron las ganas de estar sola. Quiero estar con alguien y despertar con alguien. Quiero comunicarme telepáticamente con alguien. Quiero que me hagan masajes y hacerlos yo. Comer algo, ir al cine, o dormir juntos. Viajar, aunque sea con la mente. Y bueno, lo que toda mujer espera de un buen chico. O un chico normal. Alguien bueno no me convence mucho en estos días.
Parece que va a llover. Se siente húmedo el aire, como el espesor de la selva antes de la lluvia. Y estamos en noviembre. Es raro. Algo va a cambiar pronto. Espero que todo cambie pronto. Y para mejor. La vida necesita de ciertos estímulos de vez en cuando, de ciertas aventurillas que cambien la cara de uno aunque sea por unas horas.
Y siendo las 10 de la noche tengo sueño. Y no quiero dormir. Tampoco quiero vagar. Me gustaría estar haciendo nada aunque me condenaré al placer culpable del zapping. O mejor dicho a la necesidad de observar el cielo aunque no se vea ninguna estrella. O a pensar cosas absurdas, a imaginar cómo sería vivir en el mundo del revés. Con monitos animados vivos. O animaciones en tercera dimensión de tus propias fantasías. (No de tus miedos, porque aborrezco las baratas y verlas a menos de un metro de mí ya es una pesadilla...no me atrevo ni a pisarlas). Y eso que soy una fiera, pero pensándolo bien hasta la más enorme de las bestias tiene su lado oscuro. Y debo reconocer que el mío existe. Y es palpable. Como el de todos, aunque algunos tengan más secretos que otros.

8.11.06

Mi boca sobre tu boca, sobre otros labios

Y ahí, en medio de innumerables agujeros hay dos pedazos de carne que están unidos y a la vez pueden separarse, esos vínculos cavernosos que producen innumerables paradas de pelos al juntarse con otros pares de labios húmedos, que se derriten, que están entre dientes. Pares de labios infinitos, sensibles, que dan y reciben sin parar, más allá de la piel, más allá de los sueños.
Están ahí. Para besar, para agarrar, para morder, para volverse inevitablemente suyos y míos. Nadie conoce realmente el poder de un beso. Nadie aprovecha de verdad ese instante en que te comes al otro con la succión cavernosa de un pedazo de cuerpo que nace de tu cara.
Y creas instantes, creas momentos, dibujas sensaciones tan fuertes como el pasar el dedo de tu mano sobre la espalda del otro, dibujando el contorno de su columna, sintiendo los recovecos de la piel que ya existen. Y el otro recibirá tu boca. Tú se la darás. Y en medio de esos dos agujeros nace el fuego, esa tibieza carnal que carcome una y otra vez. Que lleva al olvido, al éxtasis, a la sombra de demonios y sombras endemoniadas.

3.11.06

Todos los santos de cabeza

No hay nada más que decir. Ruego por mi vida. Voy directo al infierno, de eso estoy segura. Me considero pecadora con todas mis letras, por dentro y por fuera, la peor (la más lasciva de todas). No me cabe duda que el diablo me espera con las puertas abiertas (y es una metáfora, porque ni el cielo ni el infierno existen). Lo único que digo es que antes fui monja y después algo no muy santo. Hay ciertas cosas que predefinen la vida actual de las personas. Y pese a todo tengo mis momentos de felicidad. Y pensar que al Papa lo odio con todas mis letras, quizás por la cara de víbora que tiene, o mejor dicho de dinosaurio. Creo que este personaje debiera desaparecer de la tierra. Está pasado de moda hace mucho tiempo.
Creo en mi Dios y en todos los santos. Creo en la magia, en los sueños, los duendes y los maleficios. Creo en la tierra y en los ángeles, en la vida buena, el alma de los que sueñan y la necesidad de todos los hombres y mujeres de creer en algo.
La única persona que no cree en nada es mi papá. Ateo ciento por ciento porque es científico y porque tiene tal fortaleza mental que no necesita de fortalezas espirituales para lograr lo que necesita en la vida. No sé si algún santo se habrá cruzado por su cabeza. Yo creo que a veces. Y pienso en las veces en las que le han dicho que Dios existe y él dice que se lo muestren, que quiere verlo, que mientras no lo vea no va a creer en él. Y así sigue hasta hoy. Creo.
Yo soy todo lo contrario, con mis visos clarividentes, ciertas dotes adivinatorias y poderes oníricos de adivinar lo que viene. De sentir lo que viene. Y no sólo de sentirlo, sino también de ver a otras personas en mis sueños. Y ver lo que les va a pasar. Claro que a veces sucede y otras no. No me considero bruja, pero sí afortunada en ver y percibir esto que no muchas personas perciben. Como los fantasmas, los malos augurios, las buenas vibras y sobre todo achuntarle a las muertes y nacimientos.
Lo que sí, siempre sueño con hacer tres cosas imposibles: volar, poder mover las cosas con la mente y leerle los pensamientos a la gente. Eso sería interesante, pero por mientras, le doy gracias a mis inquietos sueños por haberme despertado el tercer ojo. Aunque estén todos los santos de cabeza.

2.11.06

Después del carnaval

Siempre digo que ahora, en mis 30, es tiempo de madurar y dejar de vivir la vida loca para centrarse y mirar como un caballo el camino recto. Pero no puedo. Mi vida necesita distorsión de vez en cuando y creo que eso no deja de ser malo de ninguna manera. Me imagino ya, cuando esté casada y en vida de "familia" que será el momento en que deje de hacer locuras para enmendar mi vida. No digo que sea fácil dejar de ser amiga del carrete. Claro que después las formas cambian. De carretear y divertirse, claro. La cosa es que echaba de menos esos carretes de casa en que comienza a llegar la gente, todos bailan, todos se ríen, lo pasas muy bien y el tiempo pasa volando. Llegué a mi casa a las 7 de la mañana y como tenía que hacer a mediodía llegué derechito a acostarme. Me acuerdo de esa noche de brujas y no hago más que reírme. Era como los tiempos en la universidad, cuando todo era pasarlo muy bien, con su buen copete, rica comida (ese día había ceviche, sushi y cositas varias) y todos comentando cosas light, conociendo gente, en fin.
La cosa es que después alguien tenía que aparecer y no apareció. No me dio rabia, pero como estar esperando nada. Me da lo mismo, sé que lo volveré a ver, pero no entiendo porqué siempre resultan nuestros encuentros cuando no son planificados. O cuando surgen a última hora. Me acordé de una vez que fuimos al Club Hípico hace mucho tiempo a "tomar un café", pero terminamos haciendo otras cosas ilícitas que, en el sentido de él y el mío, siempre tienen un sentido (aunque no se pueda entender a simple vista, pero así es). Tengo ganas de verlo. Y de que seamos uno los dos de nuevo, como la última vez. Y sé que soy apasionada, pero no es mi culpa, siempre he sido así.
Y pasando a otro tema, me dí cuenta que Mr. Poison tiene mucho que ganar, pero a la vez tanto que perder. No sé, en realidad este personaje que ha llegado a conmover mi vida tiene bastante culpa en que me pasen cosas con él. Y parece que todavía no se da cuenta. O no quiere darse cuenta. O se dio cuenta y prefiere ignorarlo. O quizás sabe que yo en su vida causaría muchos cambios que quizás no está dispuesto a asumir. Me da lo mismo, pero lo que sí me di cuenta que entre Mr. Poison y yo hay una libélula que merodea más de la cuenta. No se la puede matar, eso está claro.
Así las cosas, ayer mi caña era brígida como dice mi hermana. Insoportablemente mareada y con ganas de -si hubiera sol- haber estado tirada en medio del patio descansando a pierna suelta. Como en el país de haciendo nada. Y con esas extrañas visiones les recomiendo una película preciosa e incomprensible (sorry Sole, no la caché a la primera) se llama "El Umbral" y actúa el exquisito de Ewan Mc Gregor. Hay primerísimos primeros planos, saltos de imágenes que destruyen un poco la historia, una fotografía con una estética increíble y sobre todo un aire que desconcierta, pero que de alguna manera te dice pq estamos vivos y no en un limbo en el que todo podría pasar. (Si todo pasara, el laberinto sería intrincado y Minotauro daría consejos de cabeza sobre nuestro cerebro, tan extraviado como nuestras ideas).

27.10.06

Estrategia de guerra

No es que me hayan dicho que no, pero me lo dieron a entender indirectamente. No soy tonta y entiendo las palabras. El problema es que soy tozuda, terca, cerrada y obstinada con mis objetivos. No me gusta que me den una respuesta negativa. Odio que me den la puerta en las narices. Odio que me rechacen. Y no tendría porqué. Pero afecta la cosa. Aunque se me pasará rápido ya que nunca pasó nada y eso fue lo mejor. Como sombras en medio de frondosos árboles. Y a la distancia, de lejos, sintiendo pasar su forma y su caminar de una manera demasiado imperceptible a veces. Casi como un gato de niebla.
Creo que será mejor esperar. Y luego volver con la arremetida. Y si viene a decirme en la cara que definitivamente nada conmigo, pues así será. Las mujeres aprendemos a perder y dignamente. Aunque nos pudramos por dentro.
Incluso cuando la rabia nos carcome, tal como los escorpiones en un círculo de fuego que cada vez se cierra más, pero que aún así prefiere sufrírsela toda antes de intentar salir. Así son los escorpiones y así me siento. Aguanto todo, menos un no como respuesta.
Me siento como un capitán en plena guerra, aunque sólo lucho contra mí. Y contra los molinos de viento, si es que algo de idealismo tiene la atracción por alguien en estos días. Lo peor es que no sé si algún día se hablará del tema, porque hasta el momento siento que hay afinidad, pero no sé si conexión.
Me encantaría ser valiente y decírselo en la cara, pero lamentablemente cuando alguien me gusta me disminuye el coeficiente intelectual a niveles exasperantes, casi mongólicos, con baba incluída. Y me dan gastritis crónicas en los momentos de soledad con él. ¿Qué hago?, voy a tener que inventar un grito de lucha y lanzarme al objetivo.

24.10.06

El lado de la cama

Siempre he dormido en el costado derecho. El lado izquierdo es para quien me acompañe. Sea la casualidad que sea, siempre he estado en la derecha aunque el corazón, claro está, se sitúa en la izquierda. Me gusta dormir acompañada y desnuda. Es incómodo el pijama cuando el calor de otro te acompaña. Hoy mi lado izquierdo está vacío, aunque de repente aparece alguien que lo ocupa. Me gustaría despertar acompañada.
La sensación de dormir con otro va más allá de lo meramente animal. Descansar de a dos lleva a tomarle la mano, a acariciarse con los pies, a pasar a tocar al otro con la intención de hacer cariño. Personalmente, me gusta que me toquen la parte alta de la espalda, en esos huesos de al medio, que forman un recoveco muy simpático. Me gusta que dejen los dedos ahí. Otra cosa que me agrada es que me hagan cariño en el pelo y si me tocan la nuca me quedo dormida plácidamente.
Necesito a alguien que ocupe mi lado izquierdo. No sé si en forma permanente, pero sí lo bastante seguido como para que yo lo acompañe también. Hay una canción de la Christina y los Subterráneos que interpreta muy bien lo que quiero de un hombre, se llama (buen título) "Alguien que cuide de mí":
Que en sus brazos me sienta una niña pequeña
Sonría, le mienta y se trague mis penas
Que sacuda mi cama como un animal
Y que por la mañana me de un poco más
Que no sea muy malo, que no sea muy bueno
Y si me hace regalos que no le cuesten dinero

CORO:
Alguien que cuide de mi
que quiera matarme
y se mate por mí
alguien que cuide de mí
que quiera matarme
y se mate por mí

Que no quiero mas chulos
que no traen un duro
Ni tíos muy feos con un gran empleo
Que no quiero borrachos ni locos de atar
Ningún mamarracho que me haga llorar
Ni chicos perdidos buscando a mamá
Ni tipos muy finos que luego te la dan

CORO:
Alguien que cuide de mi
que quiera matarme
y se mate por mí
alguien que cuide de mí
que quiera matarme
y se mate por mí

Que me lleve a la feria y luego a bailar
Le dejare ver mis medias
Para que corra detrás
Coro:
Alguien que cuide de mí
que quiera matarme
y se mate por mí
alguien que cuide de mí
que quiera matarme
y que se mate por mí.

22.10.06

La mudez de la conciencia

Ayer caminaba en silencio después de una opípara comida. Me gusta caminar sin decir nada, disfrutar del aire tibio del anochecer y no pensar en cosa alguna. Caminar, sentir el peso de mi cuerpo sobre mis pies, mientras la noche se cierne sobre la ciudad y la gente camina a pasitos con pequeños compases, con esos ritmos del fin de semana. Y no pensaba en nada. O pensaba en algo, pero no me acuerdo muy bien qué era.
Estaba ida. Con la mente en otra parte. Con la mente en silencio. Sentía el flujo de ciertas energías en mi cuerpo. Energías extrañas, sudores, pequeños recuerdos que se evanecían entre mis neuronas. Pequeñas cosas. Ya he hablado de las pequeñas cosas. Enormes cosas, pequeñas situaciones.
Y me sentía con el cuerpo cansado, casi adolorido. Pero estaba feliz. Siempre he pensado que los silencios son importantes en la vida y en el teatro. Los silencios, esas pausas que dan a entender que algo va a suceder o que algo se dijo. Las pausas contenidas, que dan la idea de cierto suspenso o de no saber lo que otros piensan en ese momento. Los instantes forzados, en que alguien quiere decir algo, pero no se atreve. O cuando más personas caminan y mantienen un silencio que es cómplice de sus propios cerebros. Y no pensaba en nada.
Hoy, al despertar, la mudez de mi conciencia se desplazó hacia mi cuerpo. Todos mis músculos estaban tensos, adoloridos, adormecidos al ser sometidos a un trabajo arduo ayer. Mis brazos parecen un colgador de ropa, mi estómago una tabla de planchar recién estirada y mis piernas, mucho dolor entre mis piernas, en la zona de la pelvis. Bajaron todos mis huesos, bajaron todas mis vértebras. Tengo un nuevo esqueleto en un cuerpo que no ha cambiado.
Quizás quería decir algo que a nadie en ese momento le interesaba escuchar. O quizás tampoco quería hablar. Solamente caminar, sentir mis pasos, tomar el metro, llegar al departamento, tomar mi auto y partir.
Anoche la luna estaba fresca. Y era una noche agradable. Una oscuridad con olor a flores.
Y no pensaba en nada.

20.10.06

Rojo

Hay un pequeño útero que está en mi cuerpo. Es mío y nadie me lo puede quitar. Late siempre, pero se retuerce cada 28 días. Sacrificio de dolor de mujer. Y no he parido aún por lo que ese dolor es lo único que me recuerda que soy hembra biológica. Y hembra mental también, llena de recovecos por dentro y por fuera.
Ahora mis recovecos están llenos de sangre. Están a punto de explotar. Y tienen mis ojos al borde de las lágrimas, casi cerrados de tanto dolor. Ese que comienza con una puntadita y que cada mes se cambia de ovario. Puedo sentir los latidos con una perfección casi inhumana en esos días. Y late con fuerza. Las venas que lo rodean se comprimen y se aflojan con una exactitud que da susto. Y mi piel adquiere tonalidades más tersas. Mi cuerpo expende otro olor. A veces es una esencia más fuerte. Los perros han llegado a perseguirme. Y me persiguen entre las piernas, como si fuera una perra. Les digo que ni lo sueñen, pero se los digo telepáticamente. No es divertido ver a una mujer hablando con los perros en medio de la calle. Possom, sé que me falta algo de cordura.
Y si terminan estos días seré feliz. En estos momentos me gustaría ser hombre, pero sólo biológicamente hablando. No sé si me acostumbraría. Podría volverme travesti incluso. No sé.
Si pudiera contarle mis fantasías a alguien al oído quizás se quedaría sordo.

19.10.06

Del no poder dormir antes de medianoche

Mis ojos están automatizados para cerrarse después del comienzo de la última hora del día. Ahí la energía se rinde, pero antes es imposible aunque mi cuerpo esté cansado. Creo que ambos están separados en su forma de actuar y sentir. Ahora tengo los ojos que se me caen con el peso de mis párpados y basta que me vaya a acostar para que se me pase el cansancio. Faltan poco menos de quince minutos para que mi efecto adormecedor sea efectivo.
Algo de rareza tienen que tener las (mis) costumbres humanas.

17.10.06

Olor a viejo

Tengo la nostalgia en la nariz. Me imagino en un viejo andén, rodeada de cartas amarillas, desgastadas por el tiempo, ansiosas por emprender el vuelo al viento, mientras mi recuerdo, mi memoria, se ata a ellas para no dejarlas partir. Y a lo lejos, el tren anuncia su llegada, para advertirme que la eternidad no existe, que la amnesia se hace presente, marca llagas, deja ruinas o recuerdos entrelazados en las neuronas desgastadas.
Y mis pies, desnudos y pequeños, llenos de callosidades que me espantan, se hacen un lugar en un camino que no existía, una vía que voy a formar con mis diminutos pasos, para marcar un retorno a un lugar que no existe. Y caen las hojas amarillas sobre mi cuerpo, dibujan mi figura, me marcan el contorno. Me siento llena de vida en estas letras muertas. Me siento cubierta de pequeños agujeros que se abren y se cierran, me hacen sudar, llorar, reír, con pequeños compases de mis grandes historias.
Y sigo acá, deseosa de mirarme en un enorme espejo, que me recuerde mis pasados y me lleve más cerca de mi pequeño mundo, más cerca de mis pequeñas cosas.

¿Qué mierdas me pasa?

Estoy convencida que mis ciclos hormonales me vuelven demasiado voluble a la vida, demasiado entregada a las emociones oscuras, los dolores de guata, los senos hinchados, la mente ida, las narices adoloridas. Y encima la primavera, que se cierne sobre mí como un terciopelo suavecito, pero a la vez asfixiante, que dan ganas de transformarlo en un tul liviano, como los pétalos de las flores, sin perfume alguno, sólo como pequeñas moléculas de pequeños aires comprimidos. Que explotan. Que se evaden. Que se fugan. Como yo y mi perversa mente.
El otro día -la otra noche- soñé que me casaba y que tenía un hijo con una persona que conozco. Me dio miedo, pero me gustó. Y no me casaba de blanco, sino de rojo, como quiero hacerlo hasta hoy. Con el pelo largo y un ramo de camelias en la mano. En el pelo no tenía corona, sino simplemente pétalos de rosas que sólo se afirmaban gracias a la magia de los sueños.No se caían, estaban imberbes sobre mi cabeza. No sé que me pasa. Me siento surrealista. Me gustaría tener un sentido de realidad potente en mi vida. Que alguien me tomara la mano y al mismo tiempo me dijera "yo te guiaré". Alguien que camine conmigo.
La cosa es que ando poniéndole frases de teleserie a todo. Si me siento mal, estoy perdida en una negra noche. Si algo es patético, me perdí en el veneno de tal persona. Si echo de menos a alguien, le echo la culpa a los celos, o a la falta de piel. O sea, puras frases al estilo de Luis Miguel, lo que no es malo, pero es patético. Pareciera que todas las canciones cebollas fueron creadas en el momento de éxtasis hormonal de las mujeres. Mejor debería meter la cabeza en el tacho de basuras como ese mono de Plaza Sésamo. Ni hablar de Barney, que es la tontera máxima. Me carga ese dinosaurio morado. Creo que incrementa la tontera en los niños y por eso me gustaría ser un poco Teletubbie. O Barbie incluso, aunque con más CI (es como obvio, nadie aguanta la estupidez del color rosado).
Y me ha comenzado a doler la cabeza. Otro síntoma de esos días. No quiero. Renuncio a ser mujer (no a la exquisitez de mi cuerpo, porque eso es impagable) pero sí a esos estados nauseabundos de sonambulismo despierto, en que mi mente está en cualquier parte, menos en la tierra. Y en el cielo tampoco. ¿Será por eso que los hombres viven más días de furia que nosotras? Prefiero sentirme burbuja.

16.10.06

¿Será miedo?

Dije que no me iba a fijar en tus ojos
Dije que no iba a mirar tu cuerpo
Dije que mi cerebro no se iba a conectar con el tuyo
Pensé que el amor equivocado no se iba a cruzar 
Y lo hizo
De nuevo
No quiero repetir las mismas frustraciones 
¿Tendré pánico a tus ojos?
Quizás son tus labios que se clavarán como estacas
Y tu piel me cubrirá como un manto de asbesto
¿O no?
Si algo sucede pido que tus ojos sean inocentes
Que tus labios sacien sed sin veneno
Y que tu piel esté sobre mi piel como un rayo de sol

12.10.06

Horas líquidas de octubre

El agua cayó del cielo toda la noche. Lloró como un lamento de amantes, lentamente dejando caer sus lágrimas sobre los cerros y las flores amarillas. No hubo gritos, desbordes ni desesperación, aunque en mi cama las huellas de un dormir inquieto quedaron marcadas. Se me desarmaron las sábanas y tuve que recoger el plumón hacia mi cuerpo varias veces al amanecer. Las horas se me pasaron demorosas, pero tuve que despertar de una vez. El cielo gris me anunciaba que quizás podría volver a llover durante el día.
Me gusta la lluvia de los silencios, esa que limpia el alma de los hombres y las mujeres por dentro y por fuera. Me gusta la lluvia que anuncia calma, tranquilidad y pureza de conciencia. Me gusta esa lluvia en la que se podría caminar casi a pies pelados, sintiendo la humedad y el barro sublime entre los dedos. Frío, pero sublime, no ese barro tosco que inunda todo y te impide caminar.
La lluvia de hoy me ha puesto melancólica, pero no meditabunda. Me ha dado anhelo de calor y me ha hecho recogerme ante mis pies. Me ha puesto la mente en blanco y siento que podría subir al cerro más alto a observar como las nubes lloran sobre la ciudad. Tendería la mano para sentir la humedad del cielo, que a veces se parece a la humedad de las mujeres cuando abren las piernas.
La piscina está sucia, pero ha caído más agua. Hay unas manchas fangosas en sus paredes verdes. Aún así, es bello observar el rebote de tímidas gotas en la superficie líquida. Y palpar su movimiento ondulante, que se pierde de un segundo a otro, como las lágrimas inconscientes. Podría meterme toda vestida y sentir la pesadez de mis ropas luego de ser penetradas por el agua. Me tirarían al fondo y haría más fuerza con mis piernas para salir al exterior. O quizás no. Quizás me quedaría un rato en el fondo, sintiendo el aire que sale de mi nariz. Hasta que se cerraran. Y tendría que volver al exterior pues no soy pez para sobrevivir de ese modo.
Y las nubes están un poco más negras. Un poco más bajas. Un poco más mareadas que hace unos instantes. Y las gotas de agua aparecen y desaparecen, como la primavera veleidosa, que regala momentos de frío y calor. El agua marca el cuerpo, te devuelve el alma al cuerpo. Te retorna la vibra líquida, esa que desequilibra y te recuerda el inicio del mar.
Todos nacimos del mar. Utero salado otorga natura, nutre célula recién nacida.

11.10.06

La vida es una cebolla

Debo reconocer que soy una adicta a las teleseries. No me las pierdo, aunque reconozco que el zapping también es santo de mi devoción. Ayer ví el último capítulo de Cómplices y hoy veré el primer capítulo de Floribella. Obvio que no las veo completas, pero al menos sé de qué se tratan, elijo algunos personajes que me gustan, sigo la historia y veo los capítulos relevantes del comienzo, el medio y el final, obvio.
Creo que me gustan porque escapo de la vida real, porque me gusta el drama aunque sea barato y porque creo que el lado de la entretención puede tener su enfoque kitsch.
Siempre recuerdo que llegaba del colegio como a las 2 de la tarde a almorzar, y mi nana se sentaba al lado y aprovechábamos de ver la teleserie venezolana/mexicana del momento. Me contaba quien era el galán y me hacía un resumen de la teleserie mientras me tragaba las lentejas, los porotos o el guiso de acelgas.
Yo me recuerdo quedar pegada en la pantalla, devorando la comida muy despacio, mientras mi nana me describía asesinatos, separaciones, los ricos, los pobres, el robo de guaguas y no sé cuantos dramas. Y me gustaba escucharla. Las teleseries que más recuerdo son Abigail, Amarte es mi pecado, Alcanzar una estrella con la Yuri y el Ricky Martin, La Madrastra, La Torre 10, Marta a las 8, Los Títeres, Adrenalina, Fuera de control y varias otras. Obviamente que mi madre no sabía de esta mala educación. Muchas veces veñia las cuatro teleseries que daban en la hora después de las 2.
Hasta ahora me gusta ver teleseries porque me relajo y pienso en otras cosas. O mejor dicho en nada, porque la televisión te dirige los ojos y te hipnotiza el cerebro. Es bueno estar así un rato. Claro que lo único malo de estas cebollas es que te hacen pensar que el fucking príncipe azul existe. Que está por ahí escondido. Al menos eso está en el inconsciente colectivo de las mujeres. De las viejas y las jóvenes. Me cargan los príncipes azules. Prefiero a los tipos normales, que se equivocan, pero que cuando quieren estar contigo te responden.

9.10.06

El día después

El domingo dormí todo el día. Mucho sueño. Mucha descarga de tensión después de la espera para la muestra de Bodas de Sangre. Me sentí muy bien, pero mi personaje se escapó, se me fue de las manos, me dejó sola, botada en un rincón mientras él se apoderaba del escenario y yo luchaba por contenerlo. Al final lo dejé ir. Hasta la maldije por llorar tanto. Pero no importa.
Un personaje siempre muere, se desprende de tí, se transforma en alma -si es que se transforma en algo- y se va, se va de verdad. Desaparece, deja de existir, a no ser que lo llames para que vuelva a estar en tí. Me dio pena que la suegra se fuera. Me dio pena, que con tanta fortaleza, sometimiento, tristeza, se despojara de su ser para salir corriendo a la nada.
A veces pienso que quizás ella fue la que se escapó de mí. A lo mejor me tuvo miedo. O tal vez yo quería que se fuera luego, porque no me gusta que me posean (de esa forma, si se entiende). En algún momento sentí que me desdoblaba, que dejaba de ser la Andrea para convertirme en esta señora que me pareció muy odiosa la primera vez que la leí. Y la segunda también. Harto tiempo costó para que me acostumbrara a ella. Y después la adoré.
Esa es la magia del teatro. Vivir otras vidas que no existen, que las creas dentro de tí, las proyectas y después tienes que abandonarla. Abandonar cuesta, abandonar es muy difícil. Para todos es difícil dejar ir a algo o alguien. A ese nivel de pérdida está el dejar un personaje. Un nivel que cuesta dejar o soltar. Es como escribir una carta, guardarla durante mucho tiempo y al final quemarla para que las cenizas se las lleve el viento y el mar. Pero el recuerdo queda.
Quizás cuántos personajes han sido abandonados por los actores. Son miles de almas en pena que andan rondando por ahí. Quizás por eso en la mente uno repite el texto y los movimientos una y otra vez. Como si quisiera volver a tenerlos de nuevo y que la emoción se repitiera. Pero, eso no va a pasar más. Aunque en un tiempo más llegará otro personaje, tomará vida dentro de mí y el ciclo volverá a repetirse.
Estoy convencida que los finales felices son muy pocos. Algunos presumen ser felices pero no lo son. La vida está hecha de instantes de felicidad. La gracia está en saber aprovecharlos, en deglutirlos, consumirlos, saborearlos, catarlos, darle su lugar en el cerebro. Ese nivel de recuerdo. Y ahora la suegra está en la memoria. Y quizás dando vueltas por ahí, maldiciéndome por haberla dejado ir. Aunque siempre la recordaré. Nunca olvido a ninguno de mis personajes.

Vidas pasadas



Me siento cortesana del sigo XVI. Mujer pública desarmada entre corsés de metal y largos pliegues de gruesas sábanas. La cortesana del marqués. Una mujer que 5 siglos después se reconoce en fotografías de color sepia, que muestran los pedazos que más le agradan de sí misma.

5.10.06

Vil envidia

Me carga la gente que desea ser, tener o hacer lo que los otros tienen la capacidad de ser, tener o hacer porque es intrínseco a su persona o a su vida. Me carga la gente que es capaz de sentirlo y demostrarlo a viva voz o subrepticiamente.
Es la generación de anticuerpos. 
La maldita generación de anticuerpos. 
Y ante ello, mejor sigo digna. Yo soy como soy. 

Yo pájara ave volando en la noche

Quise ser pájaro
Quise comer de la luna
Quise volar con mis brazos
Quise ser Icara desposeída
Pero no puedo ser pájaro
No puedo comer de la luna
No puedo volar con mis brazos
Soy Icara desposeída
Y sin embargo pienso como Juan Salvador Gaviota
Y sin embargo sé que algún día podré comer de la luna
Y sin embargo podré convertir mis brazos en alas
Y sin embargo seguiré siendo Icara desposeída
Pero con la mente llena de pájaros volando
Pero con la mente libre de nidos
Pero con la mente mía privada y etérea
Esa mente que nadie abre
Esa mente que todo cierra con la inconsciencia