30.3.09

Estado mental

A veces cierro los ojos, pongo la mente en blanco y sin hacer nada, sin llamar a nadie, aparecen imágenes en mi mente. Me ví vestida con una túnica blanca, meditando en medio de la selva, con el ruido del mar de fondo. Ví que ese mar era turquesa. Y tibio. Lo sentí tibio pese a no meter mis pies ahí. Era sacerdotisa de un tiempo inmemorial, aunque ví algunas pirámides por ahí. Hasta que tocaron la puerta. Y tuve que atender.

29.3.09

Dentro de mí

Hoy, la rutina de todos los domingos. Despertar con la caña, tomar un litro de agua. Ir a almorzar con la familia. Detesto, como todos los domingos ir al supermercado y ceñirme a una lista. Luego vuelvo, me fumo un cigarro, me doy unas vueltas, recojo la ropa, repaso el texto. Me voy a dormir una siesta. Y me encuentro con un laberinto enorme, en el que pasan muchas cosas y en todas estás presente. Veo, en un departamento que conozco, que es el de una amiga, que estás tú y hay un teléfono que graba unas imágenes en forma clandestina. El teléfono graba las imágenes y tiene una camarita. Algunos números sirven de play. Otros de fast forward, otros de rewind. Grabamos imágenes de alguien, te veo saliendo del baño y no estabas solo. No ví el cuerpo de esa persona, pero sí sus piernas y las reconocí. Todo era confuso, después una fiesta, una torta, gente que llegaba, gente que no llegaba. Alguien iba a soplar las velas, parece que era yo. Te estaba esperando, no llegabas, pero de alguna manera estabas presente. Me desdoblaba y veía donde estabas. Veía todo lo que haces. Anoche, ví una imagen en mi cámara, en la que te sacaste un autorretrato. Eso ya no es parte del sueño. Me gustan tus autorretratos. Te ves como eres y no encuentro ningún defecto en eso. Y si lo hubiera, da lo mismo. Al contrario, me fulmina. Quiero salir del laberinto, incluso, si no me rescatas del minotauro, encontraré a otro que lo haga. Y será así sólo si tú no estás.
Sé que todo el mundo lo sabe. Sabe que sueño cosas extrañas. Sabe que mi mente es un torbellino. Un torbellino de fuego y aire. A veces siento tu presencia. Afuera de los sueños. Todavía estoy en el laberinto. Que alguien me rescate del minotauro. Sólo soñar.

24.3.09

Ahora

Quiero ser como Susanita. Odiar las faldas, las sopas y tener un ratón de mascota. Soy como Susanita. Odio las faldas, las sopas; pero no tengo mascota.
En vez de eso, me pongo jeans rotos, fumo un porro de vez en cuando y tengo pesadillas cuando hay relámpagos.
Cuando ando con jeans a veces siento como si estuviera con una falda muy corta. Alucino con sopas con el efecto de los porros y una de mis pesadillas es que un ratón muere atravesado por un relámpago cuando se esconde en mi clóset.

Nada extraño.

Abducción visual

Hay más gente.
No importa.
Todos fuman, se pasean y hablan cosas que parecen ser de poca importancia. Estamos en el patio, es de noche.
Hay poca luz.
Tú fumas, yo fumo y estamos en silencio. Tú cerca del árbol, yo en el medio del pasillo que separa una hilera de piezas. Estoy de espaldas a tí, tú fumas. Yo también lo hago.
De pronto, el silencio se apoderó del lugar.
Y sentí que me hacías tuya a la distancia.
Sentí la fuerza de tus ojos penetrando mi piel, parándome los pelos de punta. Cerré los ojos. Eran tus ojos. Inspiro y expiro. Era eso. No podía ser otra cosa. Una energía fulminante en forma de fuego y aire. De nuevo la piel de gallina.
Apago el cigarro.
Me quedo un rato ahí. Casi me da miedo darme vuelta, pero respiro profundo, me giro y todo ha vuelto a la normalidad. Ahora somos "normales". Todo tiene un ritmo normal. Todo tiene que tener un ritmo normal.

23.3.09

Con Pies y con cabeza

Que todo lo que tienes dentro salga afuera con fuerza. Ni que lo digas...esa marea es la que te envuelve sólo a tí. Te consume, te atrapa, te hace cerrar los ojos. A veces te olvidas, otras sigues adelante sin que nada te perturbe. Si me cruzo en tu camino es acto conciente de mi parte, nada que ver con poco arte, ni con ignorarte.
A veces no entiendo tus actitudes, tiene que ver con las mareas de tu mente, en que estoy ahí, como un barco a la deriva que se afirma de tu existencia. De mi existencia. Si tan sólo lo dijeras sería feliz. Completamente feliz, enteramente feliz.

22.3.09

De repente

De mi destino, nace un río de agua fresca que parte de mi ombligo y se proyecta al infinito de mí. A mi infinito, a mi conciencia, a mi pura energía que sale de mi tierra y se difumina en mi agua, alumbrada por mi fuego y mi viento, que de tanto remolino adentro me remece puro el sentimiento.

17.3.09

El Ahogo

Ella: Hace calor.
El: Voy a hacer una llamada. Necesito hablar con alguien.
Ella: ¿Me puedes dar un vaso de agua?
El: Claro.
Ella: Con hielo, por favor.
El trae el vaso con agua y hielo. Ella se lo toma al seco y mira por la ventana.
El: (hablando por teléfono): Hola, ¿cómo estás?, qué gusto saber de tí. Claro, juntémonos hoy, ¿en media hora más? Yo termino acá y voy para allá.
Ella: Necesito saber la hora.
El: Son las nueve de la noche.
Ella: Ha sido un día largo.
El: A mí se me ha hecho muy corto.
Ella: Me compré una polera nueva.
El: Estoy leyendo el libro que me prestaste. Es muy bueno.
Ella: La polera me queda espectacular. Ah! Y la segunda parte es mejor.
El: Tengo tanto que hacer.
Ella: Todo te va a salir bien, vas a ver.
El: Han surgido contratiempos, las cosas se atrasan un poco, pero vamos bien.
Ella: ¿Adónde vas?
El: Por ahí.
Ella: ¿Con quién te vas a juntar?
El: ...un amigo
Ella: ¿Un amigo?
El: Sí, necesito hablar algunas cosas con él, hace tiempo que no lo veo.
Ella: Ah
El: Oye...
Ella: Dime
(Suena el teléfono de él)
El (al teléfono): Claro, no hay problema, te espero más tarde, yo todavía no salgo de acá así que estamos con tiempo. Nos vemos.
Ella: Todavía tengo calor.
El: Relájate. Es tarde, pero la noche es tibia. No corre viento. Tu cuerpo ya se acostumbrará.
Ella: Oye...
El: Dime
Ella: Espera, necesito ir al baño. Tú sabes, acabo de tomar agua.
El: Anda nomás.
(Suena el teléfono de él, pero cuando contesta, cuelgan. El va hacia el baño y desde afuera le habla a ella).
El: Oye...
Ella: Dime
El: ¿Conoces el número 093122344?
Ella: No
El: ¿No lo has escuchado alguna vez?
Ella: No
El: Pensé que alguna vez lo ví en el número de tus contactos.
Ella: Tengo buena memoria. Me acordaría del nombre. A ver, estoy con mi celular acá, dame el número
El: 093122344
Ella: Estoy revisando...
El: Ok
Ella: Acá lo tengo, es el número de Sara.
El: ¿Sara?
Ella: Sí, la que hace los bosquejos de paisajes. La que conocimos en una plaza.
El: Ah, Sara.
Ella: ¿Porqué habrá llamado?
El: No sé
Ella: Quizás deberías devolverle el llamado.
El: ¿O no?
Ella: Sale de la puerta, voy a abrir.
El: ¿Quién dijo que estaba apoyado en la puerta?
Ella: Ah
El: Puedes abrir. Estoy apoyado en la pared que está al frente de la puerta del baño.
Ella: (Que abre la puerta, se da vuelta para lavarse las manos y luego lo mira): Ya, creo que mejor me voy.
El: Está bien, yo tengo que salir ahora.
Ella: ¿Te espero?
El: No, voy a ducharme, cambiarme ropa y te puedes atrasar.
Ella: No tengo ningun apuro.
El: Prefiero que te vayas.
Ella: Está bien. (Comienza a arreglar sus cosas)
El (prende un cigarro y le ofrece, ella acepta): Para antes que te vayas.
Ella: Claro, en el ascensor no se puede fumar.
El: Obvio, está prohibido.
Ella: Que esté prohibido no significa que no pueda hacerse.
El: Pero a veces lo prohibido se hace igual.
Ella: Claro, pero depende del carácter de la persona que lo hace.
El: ¿Cómo?
Ella: Una persona menos dócil se apegará más a las normas que aquella que tiene una visión más flexible ante la realidad.
El: De veras.
Ella: No creo que seas capaz de romper una norma.
El: ¿Tú crees?
Ella: Eres demasiado estructurado, te da miedo salirte de las estructuras.
El: No creo
Ella: Quizás sería bueno que te tomaras tu ducha. Yo acabé mi cigarro.
El: Claro.
Ella: Bueno, me voy.
El: ¿Adónde vas?
Ella: A mi casa.
El: ¿No tenías una cita?
Ella: Algo iba a suceder, pero no pasó nada.
El: Ah...¿y no lo llamaste?
Ella: No tengo necesidad.
El: Quizás tiene algo que hacer.
Ella: Quizás.

Peso leve

Los días de la menstruación pesan.
Me pongo de cabeza y mi calzón sube hasta los pies.

Hoy

Me dí cuenta que escribo por la sencilla razón que necesito un tornillo para calmar mi locura.

16.3.09

Después

En mi casa me gusta andar en pelota después de la ducha, abrir las ventanas, pasearme del baño a la cama en diez segundos, mientras el vecino de al lado disfruta mi andar, me mira y me mira y yo no lo miro. Camino, me visto y de él me despido.

Lo soñé

Mi boa acariciaba serpenteante tu espalda.
Yo la saqué de encima.
Me volteé sobre tu cuerpo.
Te besé en la boca.
De tu boca salía cerveza.
En ella había un mundo invisible.
En ese mundo había una silla.
Yo llegué e inventé que había otra.
Nos sentamos los dos, uno en cada una.
Miramos hacia el frente.
De pronto, todo se oscureció.
Te miré de lado, aunque no se viera.
Me viste, tocaste mi cara.
Alcé mi mano y te toqué la boca con un dedo.
Dentro de ella había hálito a cerveza.
La sentí, me bebí ese sabor dentro de mi boca.
Alzaste tu mano, tocaste mis labios.
Te quedaste ahí, con tus dedos tibios.
La espalda doblada, mirándome a destajo.
A destajo y en la oscuridad, que cosa más contraproducente.
No importa, dije y te besé en la frente, como siempre hago.
Como siempre hago cuando entras en mis sueños.
Apoyaste tu cabeza en mi hombro.
Yo apoyé mi cabeza sobre tu cabeza.
Me quedé en silencio, me quedé dormida.
Tu cuerpo quieto, el mío quieto además.
Soñaste que ibas por un campo vacío.
Yo en el mismo camino, pero detrás.
En el mismo camino.
A cada rato te dabas vuelta para mirarme.
Y yo, daba vuelta la cabeza hacia mi atrás.
Para ver lo que avanzamos.
Me reí y dije que estábamos locos.
Porqué, me preguntaste serio.
Es la única forma en que podemos estar juntos, respondí.
Cómo, dijiste tú.
Escapando de todo y de todos, dije yo.
Ah, así tiene que ser, dijo mi mente inconclusa.
Y después vino un silencio en forma de cobra, que nos envolvió.
Volvimos a las dos sillas.
No había sido un sueño.
Sólo había sido una situación.
Algo que sucede.
Como un tren antiguo en una película en blanco y negro.
Un tren enorme y vacío, con sólo nosotros dos en el último vagón.
Atrás la luna teñída de humo.
Las estrellas semiperdidas.
Un calor que va y viene.
Tu mano en la mía.
Y una botella de cerveza vacía.
Tú y yo.
Insomnes. Abiertos a la noche.
Abiertos a todo.
Cerrados a nuestros ojos. Abiertos a nuestros oídos.
Nada más. Sólo así.
Con un camino caminado en nubes inquietas.
Las nubes de nuestros cerebros.
Tan distintas y a la vez tan iguales dentro de un envase que nos contiene.

11.3.09

Pequeño cuento perverso

El profesor pedía que nos sentáramos nosotras, las cinco, las elegidas, con nuestros bancos vueltos hacia los alumnos. Nosotras éramos alumnas, pero teníamos que mirar hacia el frente. El profesor hacía que abriéramos las piernas y que mostráramos los calzones a nuestros compañeros. Cynthia siempre tenía su calzón manchado con sangre porque cuando le llegaba la regla pasaban más de tres horas sin que se cambiara la toalla higiénica. Yo usaba calzones blancos con corazones de colores, Paula prefería usar un calzón negro y la Romy con la Tere, las dos que se colocaban en el rincón al lado del basurero no usaban nada. El profesor vestía siempre una camisa negra y pantalones blancos. Tenía unos ojos que daban miedo. Nosotras no le temíamos. Nosotras estábamos perdidamente enamoradas de él.
Cuando estábamos alineadas, él pasaba por frente a nuestras sillas, dando la espalda a nuestros compañeros y se agachaba, nos echaba la cabeza hacia atrás y nos besaba en la frente. Hacía lo mismo con cada una de nosotras. Nosotras moríamos de risa, nos sacábamos los calzones y una por una se levantaba, caminaba hacia el escritorio de él y los dejaba encima. En el caso de Romy y Tere ellas sólo abrían y cerraban las piernas todo el rato, hasta que las otras tres terminábamos el ritual.
Al volver a nuestros asientos en la posición normal, el profesor tomaba el libro de clases y salía. La Romy decía que iba al baño. la sala estaba vacía. Nuestros compañeros nos miraban desde fuera con cara de cordero degollado. Eramos nosotras, las cinco, las elegidas.

Pura energía

De repente Maula recibía señales erróneas. Se equivocaba, y se equivocaba mucho. Las veces que eso le sucedía solía encerrarse, acostarse debajo de las tapas y llorar. Ahora las señales eran más claras. Quizás demasiado claras. Era preciso ponerse las zapatillas y correr. Correr a toda velocidad para alcanzar lo que quizás estaba a punto de irse. Sé que no se irá, que lo alcanzaré aunque sea con la punta de los dedos. Fue lo que Maula pensó. Entonces, agarró un pedazo de papel, lo cortó en dos, se sacó unas fotografías en blanco y negro, las imprimió, las cortó y las pegó de manera que quedaran bien. El resultado fue hermoso. Hasta ella se enamoró de su tarjeta. Quizás podría causar un efecto similar. No que se enamorase, eso no, es muy difícil de lograr con una tarjeta, así que lo que esperaba era una señal como respuesta. No un desmayo ni mucho menos, una señal. Y la recibió. Ella sabe perfectamente lo que pasa. Ella sabe perfectamente que cuando están los dos solos, son como dos personas en silencio. Un silencio incómodo a veces. Ella le ha pedido a él que le hable de su vida. El no dice nada. Quizás dentro de su mente tiene muchos recuerdos que quizás no vale la pena que se conozcan. O tal vez es demasiado reservado y la confianza todavía no es la suficiente. O quizás es preciso que la evolución suceda de una manera más lenta. No. No es eso, pensó Maula, lo que tiene que suceder es exigir una respuesta. No, exigir no, pedir una respuesta. Se pedirá la respuesta. Y la pregunta, no tendría porqué molestar. Supongo que tendrá la inteligencia suficiente para darse cuenta. Ya se ha dado cuenta, le digo yo, lo que sucede es que hay otras cosas.

9.3.09

Pequeño lugar

Pequeño sol dentro de mí. Eso es un lugar. Yo y mi otro yo en un halo tibio de templanza. Aunqueavecesmesientaesquizofrénicayquieratirartodoporlaborda
parasimplementevolarocaminardescalzasobrefuego
quequemaynoquema.

Pequeño sol dentro de mí.
Mi cama perfumada.
Cosquillas en el corazón.

7.3.09

Muertos o algo mejor

Cuando duermo llegan los muertos y me hablan palabras al oído. A veces van mezcladas con cantos de ángeles y de bebés invisibles. Yo me dejo llevar por lo que dicen, mientras un escalofrío me recorre el cuerpo pese a estar tapada de pies a cabeza. No les tengo miedo, mas cuando les respondo me suelen besar la punta de los pies.

5.3.09

Su puerta entornada (bis)

El color de los caballos era la violencia de su cara, señor. El olor de las bestias, era el olor de su piel. El calor de los pelos lacios, era la temperatura del vapor que salía de su nariz. La frialdad de la noche, era la frialdad que salía de sus ojos. Usted se transformó en bestia. En una bestia dulce y azucarada. Una bestia incapaz de controlar, que de tanto saciar su rabia y no querer hacerme daño al ver que estaba a su lado se mordió a sí mismo con toda la fuerza de la que fue capaz. Con toda esa fuerza, esa rabia, esa energía desbocada. No quise acercarme a usted. Tanta violencia podría haberme hecho daño también. Más de lo que hubiera querido. Su sangre no me es indiferente, sus gemidos tampoco, su dolor menos, su silencio aún menos.

4.3.09

Su puerta entornada

Mi muy queridísimo señor mío he descubierto dentro de su alcoba el secreto que le ha indispuesto desde hace unos días. No tiene razón ni sentido alguno, pero considero que usted debe saber que yo me he enterado para evitar una presunta desgracia que se apodere de su destino. Era su sangre la que colgaba de la sábana blanca, no era la mía ni la de Juana, que se esconde en las barracas de madera junto a la caballería. Era su sangre, y se lo vuelvo a decir, para que no olvide que los maltratos no fueron contra mi persona, esta vez, sino que atentaron contra usted mismo, porque se bebió la pócima que anoche dejaron sobre su cama, que lo volvió loco, que hizo que usted se viera transformado en un monstruo en cuanto pasaron los tiempos en que el veneno le desvió la conciencia y se levantó para mirarse al espejo.
Yo estaba desnuda a su lado. Usted se mordió solo. Los dientes que marcan su piel son suyos. No me mire con esos ojos. Ciérrelos y descanse.
(Continuará)

2.3.09

Naturaleza

El gen de mi esencia es intrínsecamente salvaje, lo que se contrapone a lo normal de mi humanidad. Mi esencia salvaje tiene que ver con la necesidad de la ruptura constante del entorno. Mi mundo tiene esencia salvaje y gracias a eso puedo ser gacela, pantera o tigresa sin gemir al sufrir, arañar al verme agredida o matar cuando tengo hambre. Mi esencia salvaje se contrapone a mi imagen de ángel. Soy un ángel salvaje. Mi lado salvaje es lo mismo que mi lado oscuro, porque surge de mí cuando menos lo espero.

1.3.09

Clarividencia

Pregúntenme lo que quieran, les diré lo que va a suceder. Lamentablemente o favorablemente, nunca me equivoco. Y si me equivoco es porque me desconcentré. Todo tiene que ver con mentalizarse. En serio, pregúntenme lo que quieran, incluso a veces puedo adivinar cosas de gente que hace tiempo no veo.

Extasis profundo

Arcoiris de colores fluo.
Una taza de té verde con LSD disuelto.
Un pedazo de ventana que te hace ver el universo de cabeza.
Yo desnuda, detrás de una pared de algodón, escapándome de un príncipe que está disfrazado de ogro y sueña con violarme. Lo puede hacer, pero mi cara es de una perra, por eso es que me tiene miedo y cuando me ve trata de arrancar y no puede, porque sus zapatos se quedaron pegados en una alfombra de chicle que me costó cinco años en fabricar y no sé cuantos dentynes, dos en uno, mitismitis y otros. El no se quiso despegar, porque los chicles tocaban música, por eso, cuando su enorme cuerpo se desarmó en la alfombra, su piel se fue quedando pegada, casi deshaciéndose de su contextura, para transformarlo en una masa asquerosa, mezcla de células, músculos, nervios, baba y chicles descompuestos. Yo volví a mi cara de princesa, y él se quedó atrapado sin poder salir y con su cara de ogro para siempre.
Mi ventana ahora muestra un atardecer de color rosado.
Mi taza de té verde está vacío y mi habitación está igual que siempre.
Ya no hay arcoiris, pero no sé de adonde, me nace una alegría de verdad.

El Milagrero

No sé si tendría forma, quizás no es una persona. Tampoco un personaje. Diría, más que nada, que es luz. Pura luz. Bueno, quizás la luz es la forma en que veo a Dios sobre mí, como alguien/algo que forma parte de mi vida de manera directa o indirecta. Por eso quizás no es un milagrero, sino alguien que hace que lo uno quiera tome camino o forma en su vida. Porque todos nos merecemos ser felices, todos sin excepción. Y yo más que nunca quiero ser feliz. Más que nunca prendo velas, rezo, me levanto en la mañana y agradezco por todo lo que tengo, igual que en la noche, habiendo luna o no, miro al techo y agradezco al cielo por todo lo que recibo y lo que estoy recibiendo. Nada de futuro, todo es el presente. Estoy conciente que estoy dentro de un ciclo que se mueve y evoluciona. Dios sabe las ganas que tengo de besar a alguien en este momento, de besar lentamente, casi sin tocar los labios, o tocándolos apenas. Y después de sentir los latidos de sus labios, presionar un poquito más para sentirlo todo. Siempre me ha gustado sentir, me ha gustado la intensidad de la piel, del cuerpo, de los sentidos, de los olores. Siempre me ha gustado eso, y cuando viene de alguien que tiene nombre y apeliido, mejor todavía.
Creo que él lo sabe, o sea lo sabe y sabe lo que tiene que hacer. Yo doy señales sutiles, pero son señales lo suficientemente fuertes para recibir una respuesta del otro lado. Me encantaría recibir una respuesta, pero creo que todo tiene una manera de suceder, y a veces esa manera puede ser más lenta o más rápida. En este caso todo sucede en cámara lenta aunque yo me imagino que sucede en un tren de alta velocidad, o en un juego de fantasilandia a todo ritmo o en una calle como la Kennedy con miles de autos que pasan unos tras otros y yo me acuerdo de cuando era chica, de cuando iba en un auto y me imaginaba que esos autos, los otros y el mío también, eran empujados por un gigante que yo no veía, porque se escondía cuando me daba vuelta a mirarlo.
Eso es lo que me pasa, entonces, que las cosas sucedan, no importa el ritmo. Sé que él es un poco posesivo con la gente que quiere, que es bastante celoso y lo manifiesta y que además, aunque procure que no se le note, es más tímido de lo que parece y da lo mismo, también he notado que le gusta ser amigo de la gente con la que se involucra. Yo siempre he aceptado a todos mis novios o amigovios tal como son, porque yo nunca he cambiado mi forma de ser, sigo siendo como siempre soy. Natural y espontánea, como me dijo un amigo por ahí. Y así he sido siempre.
Por eso, que la luz no se apague y que él siga en mi camino, hasta que la vida nos junte aún más. Como decían en una cuestión religiosa de mi colegio: uno busca lleno de esperanza. Yo no busco, pero la esperanza la tengo en mí.

Cerebro cerrado

No me salían palabras, ni textos, ni pensamientos, nada de inspiración. Tengo a alguien que me inspira a escribir y por más que hay emociones que han cruzado mi cerebro eso no me daba para mover las teclas. Ahora de a poco aumenta la velocidad de mis manos, porque mi cabeza empieza a imaginar. Y veo muchas cosas, la mayoría relacionadas contigo, con tus gestos, tu sonrisa, unas bromas que picotean por acá y por allá. ¿Sería peligroso? me da lo mismo, siempre me han gustado los riesgos. Siempre.