30.4.08

Tempura

Mi pescado, porque ya está muerto, tomaba chocolate líquido de mi dedo cada vez que le daba la comida. No era casualidad, porque cuando me tocaba darle su alimento era el instante en que me comía todos los días un cuadrado de la barrita que me compraba para toda la semana. Y Tempura disfrutaba ese sabor, ya que su boca succionaba la yema de mi dedo cuando se posaba en el borde de su pequeño acuario, que en realidad era una pecera, redonda y de vidrio de color azul, para que no olvidara las tonalidades del mar.
Un día puse veneno para ratas en mi departamento y a la hora de la comida de Tempura, él de nuevo volvió a succionar la yema de mi dedo para saborear lo que él creía que era chocolate. Más tarde, vacié el agua cuidando de no botar su pequeño cuerpo. Lo besé y luego lo coloqué en el WC. Bajé la tapa y tiré la cadena. Ahora el espíritu de Tempura iba hacia el mar.

29.4.08

Felicidad


Está ahí, es pura energía! Como comer frutillas con crema en una nube de algodón...más abajo, una foto que me hace feliz..."La Rebelión de las Criadas", función de estreno (parece)...Molko, Pali, la Srta. Pozo (el maniquí, más respeto) y yo.

28.4.08

Sueño raro

Miedo de mis manos, de mis uñas, miedo de lo que nace de mì y puede clavar mi piel.
Miedo de mis esferas, de mis espinas invisibles, miedo de mi piel, de mis gemidos.
Miedo de clavarme las uñas y dejarme rectangulitos de carne viva que sangran una y otra vez.
Y cada rectangulito es del porte exacto del espacio que provoca mi uña en mi propia carne.
Miedo de mi uña haciendo tira la pantalla de mi computador, dejando huecos negros y vacíos.
El golpe de mi uña parecía certero, pues miles de espacios negros llenaron la pantalla en un segundo.
Y no dejaba de clavarme las uñas en las piernas.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
No dejaba de hacerlo de manera autómata. Como un zombie abstraído por mi propia uña. Por mis males que salían afuera, por despertar a las 6 de la mañana y querer volver a dormir aún con la cama toda deshecha. Esto se va, se va de mi mente ahora mismo. Y en medio del sueño apareciste tú. Con una cámara sacándome fotos de mi cara en primer plano. Y me fijabas el rostro con un aparato de metal, como si estuviese dentro de la naranja mecánica (con minúsculas, porque no era la película, era algo redondo y frío). Y me hacías mirar de lado, provocabas el dolor de mis pupilas. Extraño dolor. El dolor de mis pupilas estiradas para lograr la pose que querías para la cámara. Me obligabas a mirar el ocular. Mìralo, me decías, míralo. Y me afirmabas el mentón con fuerza para que no me moviera.
Y una mujer guatona que andaba con mi padre a escondidas. Yo los pillaba. Y mi padre dejaba a mi madre y no se podía hacer nada. No hay nada más que hacer.
Sueños malditos sin significado aparente. No me quiero autodestruir, no me dejo obligar a nada. No tengo idea la presencia de mi padre en ese sueño.
Ni la presencia de mis uñas, de mi sangre, de algo tan incomprensible como la pantalla de mi computador.

25.4.08

Pedazo de algodón sobre el bajo vientre

FRIO. NO THINK. BED AND HUGS ALLOWED.
La vida sigue su curso por mi loco destino.
Tribilín, tribilón, tribilán.
Excesos de nada, excesos de todo.
Alma sobre una almohada hueca.
Todo cae y todo vuelve a subir.
(No he dicho nada)

22.4.08

Johana de los siete cuchillos

Ella no se llama Johana, en realidad no me acuerdo como se llama, pero le puse así porque ella tiene que tener un nombre para contar esto. Johana, la de los siete cuchillos que le apuñalaron el útero, de los siete, ay sí, esos siete puñales en la zona del bajo vientre. Me contó que hace once años le abrieron la guata porque tenían que operarla, y sin decirle nada, la llevaron al pabellón y dos días después le dijeron que la biopsia había salido negativa y que se podía ir para su casa. "Una de ignorante es tonta y no dice nada".
Johana quería tener crío y no pasaba nada. Johana quería tener un hermano para su hijo y no pasaba nada. Johana quería ser libre para ser madre y ya no podía. Johana lloraba en el campo, porque sabía que algo le habían hecho en el bajo vientre. Le habían enterrado siete cuchillos.
El sábado pasado a Johana le comenzó a doler el bajo vientre, le empezó a doler como las puntadas que suelen hacer los instrumentos con filo, con navaja, con cierta cosa que duele cuando se entierra en la piel así nomás, con la piel al viento como se dice, olvidá de todo y dejá en la incertidumbre."Sentía el dolor como si juera a parir un crío, un dolor que me tiraba pa abajo, un dolor que me hacía aullar y que me hizo desmayarme en el suelo. Mi marido me llevó a la posta y sabe lo que ví, ví como un doctor que es muy caballero en la ciudad, pero que en el hospital nos miraba a huevo, le decía a otro doctor que me mandara pa la casa, que yo estaba bien, que mis dolores, esos dolores, eran puro teatro".
El mismo sábado en la noche, ya de vuelta en su casa, a Johana le volvieron los dolores con más fuerza. La misma intensidad, la misma fuerza de los dolores del parto. Fue al baño apenas, casi arrastrándose, y cuando se sentó en el baño, porque quería hacer pipí, me dijo que "había salido una bola negra, grande, hedionda, de sangre coagulada pa juera".
El lunes fue a ver a un médico de Santiago. El doctor le dijo que probablemente tuviera un cáncer en el útero. Me dijo que le habían hecho una ecografía transvaginal y que le dijeron que había vuelto a tener un útero de niña. "Que lo habían aplastao hasta transformarlo en una paré chiquitita".
Cuando hace once años operaron a Johana, lo más probable es que le hayan encontrado un tumor y le sacaron tejido para hacerle una biopsia, sin embargo lo que realmente pasó fue que le ligaron las trompas para que ella no pudiera tener más hijos. Lo hicieron sin consentimiento informado. Sólo supo cuando el lunes el doctor le dijo que, al hacerle una ecografía ginecológica, se veía claramente lo que le habían hecho.
Johana volvió al hospital y nadie quiere mostrarle la ficha clínica porque dicen que es "confidencial". El doctor que la operó se encontró con ella en Los Andes y le dijo que "lo tuyo era una weá, si tú estai bien, no tenís nada".
Esta es una historia real. Hay pacientes que más que los meros trámites lo único que quieren hacer es hablar, desahogarse. Tengo paciencia para escuchar. Esta historia la encontré terrible. Deben haber muchas historias de este tipo.

20.4.08

Crema en la cabeza

Con sabor a Nestlé, con ojos cerrados, lágrimas de mentira (lágrimas de felicidad), mareo intermitente, color de margaritas y sentires de pétalos de muchas flores en mí. O mejor dicho, con el pelo largo y rojísimo, un cintillo de rosas rojas de pretina, casi falso, pero puesto con tal compostura que parecían de verdad, como si de mentira sólo fueran en los sueños. Y eso que de los sueños se vive y se existe, porque o sino, seríamos seres humanos muertos, sin vida. Y hoy, estoy feliz. Radiante, porque siento que todo lo que hago en la vida se devuelve como un punch de dulce de algodón. Un dulce de algodón impulsado del cielo que se ha quedado estancado en mi estómago. Y manjar cayendo sobre mí de la cabeza a los pies. Lentamente. Y espiritualmente. No debe ser muy agradable sentirse chorreada con algo espeso y dulce de la cabeza a los pies. Y encima con ropa.

18.4.08

El ritual de la venganza

Paula caminaba por las callecitas angostas y coloridas de Cartagena de Indias para encontrar a María Mulata, la única mujer que podía ayudarla a sacarse el mal que tenía encima, ese que hace días la ahogaba, la saturaba y no la dejaba en paz ni para pelar una cebolla. Una puerta pintada de negro en una pequeña casa amarilla de dos pisos, cerca de la casa donde escribía don Gabo, el Nobel colombiano, según le dijeron por ahí. Y sale una mujer alta y flaca, negra como el ébano y con un cuervo rojo que le saltaba de hombro en hombro aunque a veces descansaba sobre su cabeza. La miró desconfiada y dijo que no era rojo, que ella misma le teñía las alas y que el pajarraco se dejaba porque, según ella, era un antiguo amor que se había reencarnado en él.

La hizo pasar al recibidor, y mientras esperaba le sirvió un corto de aguardiente antioqueño, en vaso de shot de tequila. Que tenía que tomárselo al seco, le dijo, para espantar el miedo que se le salía por la pupila y el morado de los labios.

Paula se sintió más tranquila. Sacó de su bolsa lo que le dijeron que trajera: una vela roja, gorda y con el esperma bien duro porque así era el corazón de la persona que no se podía sacar; un cuchillo grande, afilado y con el mango de oro, porque el oro es tan noble como metal que traspasa toda la fuerza del afectado en contra del victimario. Ah! y la matita de orégano, que tenía que masticar todo el tiempo en que se ejecutara la acción para que no se le devolviera, por si escapara por ahí, que la maldad siempre encuentra un rincón donde meterse, le gritaba la María Mulata en el oído, mirándola desde arriba y ella sintiéndose tan pequeña, tan intimidada.

Sacó la vela roja, la colocó en la mesa de vidrio que estaba adelante de ella y le tiró un escupo. Esparció la saliva con la mano por toda la vela y luego escribió el nombre del susodicho desde la mecha hasta la base. Comenzó a llover y el calor inundó la sala de tal forma, que fue como si el mar se hubiera vuelto vapor y entrara por la piel, traspasara mesas, paredes, cabezas y cuerpos humanos. La María dijo que estuviera tranquila, que ahora tenía que levantar el enorme cuchillo, echarlo hacia atrás, pensar en las últimas malditas palabras que le dijo y clavar el cuchillo con todas sus fuerzas.

"Puta concha de tu madre" fue su última frase. Y la repetía mentalmente una y otra vez, cuidándose de no botar el orégano que ya estaba todo babeado en su boca, y cuidando de no llorar sobre el esperma con toda la rabia que se vino de golpe con el recuerdo. Tiró los brazos hacia atrás, mantuvo toda la fuerza en ellos, respiró hondo por la nariz, los levantó con todo el impulso y así, con todo el emputecimiento vivo, metió el cuchillo en la vela.

Lo que sucedió después tuvo que ver con la nada. Con el silencio absoluto. Con la calma. Con la tranquilidad con que pudo volver a respirar. Le pagó a la mujer, unos 600 pesos colombianos. Y ella no le dijo nada, sólo la besó en la frente y la despidió con un "cuídese, mamacita".

La lluvia había parado. Se sentía plena. Iría al hotel y se pondría el traje de baño. Le habían dado ganas de nadar en el mar. Llegó a la habitación y prendió el móvil para ver si había algún mensaje. Efectivamente había uno. Era de Maite, su mejor amiga. "Pablo acaba de morir, lo acaban de atropellar hace quince minutos en Provi. Llámame,vas a tener que volver antes a Chile".

15.4.08

Sexo, poder y química

Si me acuesto con mi jefe, él no tiene nada que decirme en las decisiones que yo pueda tomar cuando se me dé la gana. En la cama obviamente. Y si un subordinado obedece lo que le ordeno, es porque claramente , si me acuesto con él, sabe que en ese lugar lo dejo mandar. El sexo, algunas veces, puede tener el mismo móvil que el placer.
El sexo, como una relación de autoridad, también busca ver quién manda a quién en la cama. Y depende de las actitudes que cada cual tenga a la hora de enfrentarse con el otro. Así, acostarse con alguien que te manda, puede ser un reto a la adrenalina, mientras que acostarte con alguien a quien mandas es dejarse dominar.
La dominación es un juego de inversión de papeles, en el que puede haber todo tipo de límites que no son controlados nada más que por "la pareja" (formal o informal). La reina se acuesta con el bufón y el príncipe con la sirvienta. ¿O es el bufón quien se acuesta con la reina y la sirvienta con el príncipe? Basta imaginarse la cara de cinismo que hay cuando delante de mucha gente, la persona con quien tienes una relación de este tipo, te dice tal o cual cosa. Y sabes que hay algo en el cuerpo que te recorre de comienzo a fin, porque lo prohibido siempre atrae. Y en la oficina las relaciones de parejas son complicadas, a no ser que quieras tener más de una historia para contar. La piel tiene sus límites. Y son el poder, la manipulación, la temperatura de la piel, las circunstancias y la forma en que surgen las relaciones.
Ah, claro y la forma en que cada uno quiere vivir su vida. Pero de que hay alguien que manda sobre el otro, siempre lo hay. Siempre.

14.4.08

Frutilla y limón

Frutilla para los recuerdos, de una mano enorme que me revuelve el Quik en polvo en la leche tibia. Olor a frutilla, olor a Quik, con el respectivo conejo y la bombilla azul con blanco. Limón, que recuerda lo limpio, la ropa recién lavada, semiescondida en el patio de la casa de mi abuela. Frutilla del color del corazón y limón del color de algo que significa el amarillo, pero no recuerdo bien qué. La acidez se siente mejor en el aire que en la guata. Crema con frutilla, crema con limón, limón con frutilla, limón con crema. Delantales a cuadrillé, jardineras de colores, miles de muñecos que flotan sobre mis ojos. Y mis ojos, que además de los muñecos sólo ven las piernas de la gente grande, que me toma con sus manos grandes y me eleva por el cielo, como si fuera un pequeño avión.

13.4.08

Secuencia.

Aplasta la piel
Pela la sangre
Desmenuza las venas
Limpia las arterias
Aliña el oxígeno
Desaliña el oxígeno
Cata la sangre
Cata el sudor de la sangre
Vuelve a beber
Traga la sangre
Respira
Inhala
Exhala
Vuelve a aplastar la carne
Ponerla al fuego
Y que el sabor tome forma
(Lo dijo el cocinero delirante:Aplasta skin.Pela blood. Desmenuza veins. Clean arteries. Aliña oxygen . Desaliña oxygen.Tasting blood.Tasting the sweat of blood. Back to drink.
Swallow blood. Respirable. Blow.Exhala. Back to crush the meat. Setting it on fire. And the flavor takes shape.)

10.4.08

A la vuelta de la esquina

Sólo el silencio.
Una copa de Syrah.
Una vela roja a medio arder.
Un saludo.
Conversaciones de sushi.
Contraposiciones de forma y fondo.
Música de Piazzola.
Gente que va y viene.
Un mendigo observándome.
Calor y frío.
Alma y estupidez.
Deliro, veo y vuelvo a delirar.
Sabor ácido que corre por mí.
Que corre detrás de mí.
Dentro de mí.
Sólo el silencio.

9.4.08

La galleta de la buena fortuna

Sonó de repente entre mis manos, con un ruido sordo semejante a una caja que sabes que se rompió y que nunca más la vas a poder volver a cerrar como antes, o sea, aunque la pegaras con algún tipo de adhesivo, de todas formas iba a quedar la grieta que denotara que algo sucedió en su estructura. En su composición, en su unión de moléculas que la hacían formar un pequeño envoltorio que en su interior trae dos masas de harina con un sabor no muy agradable y un papel. Un papel de tamaño XS que tiene letras en su interior, que juntas, son un proverbio chino que te adelanta el futuro. "Lo que buscas está delante de tí". Eso fue lo que me salió. Si alguien está ahí que dé la cara porque quiero saber quién es.
La curiosidad mató al gato, no a mí.

5.4.08

Silencio en mi voz

Es que cierta marea me cubría de pies a cabeza, dentro de un espacio uniforme, no identificado. Un espacio tranquilo, abierto, no conocido. Un lugar plomo, casi grisáceo, que recordaba a la esencia del carbón, un camino detrás de mí que se formaba y dejaba de formarse. Una hilera de gente subterránea, desconocida e indiferente a todo. La marea los cubría a todos y me dejaba llevar por ella, como una sinuosa vertiente aérea que me movía a todas partes. Sin sentir mis pies, sin poder palpar bien lo que hay debajo de ellos. Sin resistencia, sin movimiento casi, porque todo era como darse vuelta en sí mismo, con el propio eje de la cabeza, siguiendo una ruta no marcada, sino el dejarse llevar por la veleidad de los pasos, la incongruencia del caminar, la chuecura lumbar, los ojos perdidos. Y una enagua negra enredada en la bruma, como hojas de papiro que se pierden en un aire que quiere ser visible.
Y luego, volver la cabeza hacia atrás, como buscando responder a alguien que de una voz omnipotente te grita una orden que nadie quiere obedecer. Luego, volver a la inercia, al mismo camino del aire que quiere ser visible. Y todos caminan, con la piel cada vez más gris a causa de ese viento que se forma y así, entre todos esos movimientos, las manos se caen al suelo, despegándose instantáneamente de los brazos, sin sangre, sin venas, sin dolor. No hay manos, no tenemos dedos para tocarnos. Nos queda la cara abierta y deslavada, la honestidad de las pupilas, la claridad de la boca, la mudez de una garganta que está situada en un cuello que puede ser de muchas formas.
Y el sol, que más parecía luna encorvada en medio de pedazos de algodón deshilachados, gritaba, gemía, se absorbía el pensamiento de todas esas mentes para gritarlos de vez en cuando en un hilo de sangre que caía del cielo. Liberación. El lado viviente de la sangre, la caída de todos los pómulos y el resurgimiento de las sonrisas, en un cuerpo liberado de la miseria al caminar tanto tiempo por una ruta que no tiene fin. Eran los fantasmas de cada uno. Mis fantasmas estaban conmigo y me recogieron las manos del suelo para volvérmelas a poner en los brazos. Mis pies caminaban más rápido, la luz se hacía clara y más ruidosa ante los ojos. Era el comienzo de otro camino, que era el mismo.
Y de nuevo, todos vuelven a mirar hacia atrás. No es nadie quien habla. Es un hilo invisible que rozó las espaldas y provocó un giro automático. Pararon (paré) de caminar. Me senté (nos sentamos) y así nos quedamos invisibles, en un mundo iluminado. Un nirvana de todos. Una taza de café frío. Y la vuelta comenzar la vida de todos los días sin pararse de la cama, con el tubo conectado a una máquina enorme que nos programaba todas las horas, todos los instantes, desde el despertar hasta el ritual de cerrar los ojos para dormir.

3.4.08

Todo el rato

Así, como gata atrapada en un tejado salvaje, con pedazos de vidrio entre medio que al toque de mis patas se transforma en algodón, o en helado de mora según se quiera. Estoy en éxtasis, la vida me sonríe. Descubrí a mi angel azul detrás de mí, cuidándome con sus alas enormes y yendo conmigo adonde sea. La felicidad se respira. Estoy bien, estoy cada vez mejor. La vida es alucinante en todos sus motivos. De gata, me puedo transformar en pez de mi propio mar con sólo cerrar los ojos.