30.6.06

Sólo debajo del mar

Esperas, filas, interminables horas

Se ocupa un lugar determinado en la pirámide. Algunos están más arriba y otros más abajo. La velocidad del avance depende de los otros. Todo depende de los otros. De repente la maldita lentitud agobia y otras veces la velocidad da vértigo porque los pies se te aceleran y mirar todo desde arriba te vuelve más pequeño, más inverosímil ante el peso de la realidad que se asoma ante tus ojos. Y así, cada vez más frágil sigues avanzando hasta recuperar tu tamaño, tu posición, el lugar que te corresponde en el mundo y en la vida.
Estoy ansiosa. Terriblemente ansiosa. Y es por algo bueno. Cuando celebro a los demás me fijo hasta el más mínimo detalle. Y si es una celebración para alguien, más aún. Tengo que fijarme en todo. Debo arreglar todo y estar perfecta. Que no se me corra un punto de la media. Que la ropa esté limpia. Que me haya depilado de pies a cabeza. Y el peinado impecable, las uñas a la perfección y lo más importante, un aliento agradable y estar dispuesta a todo. (Aunque en este caso la disposición es lo que menos importa). Me siento como el conejo de Alicia en el País de las Maravillas, con un reloj en la mano y saltando por todos lados a gran prisa.
Cuando llegue el momento todo será aún más desorbitante. Y todo tendrá que tener cada una de sus etapas perfectamente coordinadas. Estoy como una de las protagonistas de Desperate Housewifes. Y todo saldrá bien, si es que nada ni nadie se interpone en esto. Y si es algo secreto debe salir mejor todavía, como la más grande de las conspiraciones a nivel mundial. Algo así como El Código da Vinci en versión erótica, donde paso a paso se irán develando los misterios.
Me encanta dar sorpresas. Claro que en esta situación es fundamental marcar la diferencia. Que se note. Aunque sé que no hay pie a comparaciones. Y todo fluirá de una manera tal, que al final todo se descuadrará, la pirámide se derrumbará, el sol se absorberá en el horizonte, la casualidad se hará presente y en medio de ciertos gritos miles de palomas saldrán volando despavoridas, porque no entenderán que sucede en esa pequeña habitación donde todo hierve. Literalmente.

29.6.06

Laberintos aéreos

Anoche soñé que atravesaba unos cerros enormes, llenos de verde y hermosos árboles, para llegar a un lugar encantado, con castillos de gran tamaño, en el que duendes y elfos me guiaban por un río de numerosas cascadas pequeñas. Hace tiempo que no soñaba una fantasía tan infantil, sintiéndome tan bien, tan liviana y relajada. Parece que de a poco el equilibrio se instala en mi cerebro, traspasando mis neuronas y logrando una ansiada estabilidad personal. Pasarse mucho rollo no hace bien y aunque eso es típico de minas, y más en período premenstrual, hay que saber hacerle aguante a la vida y soportar los ciclos. Los momentos, los instantes, los fluires de cada luna que cada mujer lleva en su interior.
Creo que de ciertos ires y venires, de ciertos encuentros que se han dado, han nacido pequeñas luces que dan cierto respiro. Antes, me sentía en la mitad de la montaña y necesitaba bajar sin mirar hacia el suelo, porque una sensación de vértigo me agobiaba y me hacía sentir demasiado pequeña, demasiado fútil, casi sin esencia.
He vuelto a recuperar ciertos aires que veía perdidos de mí y mis pequeños motivos. No sé si serán personas o circunstancias, pero hay ciertos días que necesitas parar, respirar hondo y luego sentir el aliento que fluye por tu sangre para luego recuperar el camino con un paso lento y luego, ver que la velocidad puede aumentar, para darte alas y volar...si es que quieres.
Les digo a todos los que están con bajas revoluciones que no se dejen presionar. A veces los humanos exageramos y eso no distingue sexo. A Gonzalo, le digo a la distancia que las mujeres no hacen mal, y que si bien el cigarro provoca adicción y el alcoholismo borrachera en exceso, da lo mismo si se disfruta en el momento adecuado...creo que ni los hombres ni las mujeres hacen daño, quizás el problema está en tí, por lo tanto, cierta respuesta a tu interrogante debes buscarla en tu interior...al final, la respuesta está dentro de uno mismo...todas! Incluso aquellas que están en el límite de lo desconocido.
Ya he entendido ciertas cosas. Todo depende de uno. Claro que hay ciertas horas en las que los ciclos hormonales te ganan...y a mucha honra de ser fémina.

28.6.06

Deseos despiertos en flores invisibles

Ni siquiera era necesario tener un contacto visual. Simplemente la imaginación y nuestro cuerpo estalla como dos llamas al roce del combustible. Nos hemos transformado en pasión pura que es imposible negar. Nada lo impide. Sólo estábamos tú, yo y el deseo infinito de sentirnos el uno con el otro formando a un tercero que no tiene más manera de ser que nosotros dos, ahí, en el aire, en la independencia de la vida, de juntarnos cuando nos plazca, cuando se pueda, cuando el tiempo nos deje un hueco. Tú te derrites en mí y yo en tí. Tú te esfumas en mí y yo en tí. Ni siquiera nos hemos tocado y sólo basta el contacto para formar piel sobre piel. Todo lo nuestro funciona de esta manera. Un acoplamiento único de alta temperatura. Como el cobre ante el fuego, oxidación continua e infinita de nuestras moléculas. ¡Qué ganas de tenerte!, ¡qué ganas de beberte como se bebe cuando se tiene sed y no hay oasis alguno alrededor!
Ya vendrá la gran fiesta...habrá lluvia de flores. Estaremos como siempre, como dos manos juntas que ni siquiera las separa el vendaval de los vapores invisibles. La humedad la entiendes, la captas, la transmites. Es agua mía sobre tu agua, sobre los miles de pequeños seres invisibles que habitan en tí.

23.6.06

Quien lo pensara...

El hombre y la mujer han nacido para amarse, pero no para vivir juntos. Los amantes célebres de la historia vivieron siempre separados.

Noel Clarasó (1905-1985) Escritor español.

Si alguien sabe parte de mi biografía podrá entenderlo. Sr. Corales, esto parece ser obvio. Un destino para los dos marcado con letra escarlata. Con sudor...mucho sudor.

Cuando ciertas cosas son eternas

Hay ciertos caminos para los cuales el tiempo no se detiene. La pausa puede ser eterna, pero en algún momento se rompe y los caminos se vuelven a juntar. Hay ciertas huellas que están juntas a la orilla del camino, a veces se separan, pero luego se reúnen porque el destino es un círculo, que se rompa o no, puede volver a seguir unido independientemente de las mareas que lo crucen o intenten separarlo.
Cuando te has separado de una amiga la vida continúa y es hasta cierto punto normal, como todos los días y cuando te reconcilias con ella es como que supieras toda la vida que iba a volver y que, si bien a lo mejor algunas cosas cambian, la esencia sigue siendo la misma. Si hablara de recuerdos con la Rocío podría hasta escribir un libro. Hay tantas cosas que sabemos que quizás si hablara, tendría que ser bajo pena de muerte. O quizás ni eso bastara. Para mí la lealtad está sobre todas las cosas con cualquier persona que valga la pena en mi vida.
Pienso que cuando una amistad se rompe, y si esa amistad es verdadera, aunque hayan miles de recovecos siempre se pueden volver a juntar ambas partes. En cambio, si es una amistad de portada, da lo mismo lo que suceda porque te das cuenta que no vale la pena. La vida es una sola. Y la vida me ha enseñado que puedes conocer mucha gente, rodearte de muchas personas, pero al momento de la oscuridad los que se quedan a tu lado son los que realmente valen.
La amistad es como un río, que surca muchos caminos distintos. La amistad es algo que todos necesitamos, pero tampoco es algo fundamental para la vida.
En todo caso, las reconciliaciones son buenas. Tanto de pareja como de amistad. Las reconciliaciones siempre han sido una punta roma que permite avanzar. El caminar por el mismo destino depende de las personas que se crucen.
Digo que hay ciertas cosas que son eternas, o que al menos parecen serlo. Digo, que el amor que se siente por una determinada persona puede durar toda la vida, aunque él no esté. Digo que la amistad puede pasar todos los años, aunque tu amiga o amigo no esté a tu lado, pero llegado el momento de, al encontrarte con esa persona, te das cuenta que esos días o meses no significaron mucho.
Es difícil tocar fondo. Cuando todo te sobrepasa el aislamiento puede ser una salida. Quizás es el instante en que tienes que hablar con la almohada y llorar o quedarte en silencio para encontrarse con uno mismo. La soledad no es mala, pero las personas no nacimos para estar solas. O sino, seríamos todos unos ermitaños. Aunque de repente lo único que quieres es correr, dejar todo atrás, que nada te persiga, sentirte libre y único. Esa es una buena forma de limpiarse las malas energías. Cuando hay que retomar el ritmo todo vuelve paulatinamente. No depende de nada ni de nadie, sólo del tiempo.
Ese maldito tiempo. Ojalá las horas pudiesen estirarse como un elástico y que nos alcanzara el tiempo para todo. Yo aprovecho cada segundo de mi vida pensando que es una energía que no puede desperdiciarse. Hay ciertos momentos que no se van a repetir de nuevo. Y eso es inevitable.
Y así como hay causas y azares, también hay tiempos de días claros. La vida continúa y sí, Rocío te doy gracias porque igual seguimos siendo "cómplices" (le pese a quien le pese, le duela a quien le duela)

21.6.06

Ciudad de zombies


Ya no hay luces después de las siete de la tarde. Todo se vuelve oscuridad y pequeños vapores se toman Santiago. A veces, las luminarias suelen verse borrosas. Y no sé si la retina de mi ojo está preparada para acostumbrarse a esas visiones. La gente ha comenzado a hablar de la vida mientras se congela bajo los paraderos de autobuses. Anoche en vez de suspiros salían pequeños humos antárticos de la boca. Los labios se me han partido y cuesta acostumbrarse a la tibieza de una estufa. La piel de a poco recupera su sensibilidad. El invierno se ha tomado Santiago. Y nuestros cuerpos han sido invadidos por la reina de las bajas temperaturas. Cuesta despertar en las mañanas.
Lo único que me gusta del invierno es la frescura de la mañana, mientras se respira un aire nuevo y la punta de las narices se transforma en un pequeño vendaval de estatuas. Ansío la luz y la calidez del verano. Aunque dicen que estos meses serán cortos, los días se me hacen interminables y cansinos. No hay forma de desperezarme. Amén, la rutina de estos días me mata. El trabajar fuera de la ciudad también. Y el fútbol me ha decepcionado a excepción de Italia, Croacia y Portugal. Y no hablo precisamente de las estrategias del juego. Las mujeres algo entendemos de fútbol aunque no es un mal pasatiempo mirar las piernas de los jugadores. O ver cual de todos es más mino cuando cantan el himno de su país. Me quedo con Schevchenko de Croacia. Mi hermana lo vio primero eso sí. Pero también me llama la atención Figo. Y varios más.
En todo caso, algo del Mundial ha roto la monotonía de estos días. Y los bocinazos en la Plaza Italia reclamando por el alza de la bencina. Y ver la gente que camina apurada al metro para llegar a casa. Esos desperezamientos son ciertas muestras de calidez que rompen la cara de zombies que traemos todos al anochecer. Y que se acentúa en el invierno. Porque en verano queremos calidez para que la noche no termine nunca.

15.6.06

Stand by...pause...play my soul

Estoy pasando por días extraños. Es increíble como los anticonceptivos influyen en la personalidad de las mujeres. He estado más sensible e ida del mundo. Casi como flotando en una burbuja. Casi, porque siempre el globito en algún momento se revienta y trata de irse por los aires, pero lo agarro, lo meto en mi cerebro y sigo tan efímera por la vida. Los días pasan y mis noches son más tranquilas. A veces necesito irme más lejos de lo necesario. Más lejos de todo y de todos, tratando de evadirme en pequeñas conversaciones monólogas conmigo, reflexionando de la vida y de lo que me pasa. Espero que cierto problema se solucione pronto. Que ciertos proyectos avancen y no retrocedan más. No quiero volver a mirar atrás, quiero caminar hacia adelante. Eso sí, las personas que me importan deben seguir caminando a mi lado. Si es que quieren. A veces ver la misma rueda de la bicicleta dando vueltas una tras otra sin cambiar el rumbo puede aburrir. En todo caso estoy tranquila. Tengo una paz enorme. No podría decir de adónde viene ni adónde va, aunque lo más probable es que sea de mi conexión con el teatro y el arte. De mi apego a las imágenes y las palabras. De mis sentires expresados fuertemente y de corazón. Siento que me saqué un peso de encima aunque cierto personaje sigue presente en mi mente y en mi alma. Pero no pesa. Es livianito y con el hecho de saber que está ahí sé que algún día conversaremos todo. Esperemos que pase luego. Me cargan las incertidumbres. Por mientras, hasta cuando se decida a conversar, que el alma nos una a la distancia. Yo sigo en paz. En stand by. En pausa.

9.6.06

Señales

Te creo. Trato de creerte. Es difícil, pero confío en tí. Tus ojos no mienten y aunque no te haya visto sé que tengo que confiar. Ha pasado mucha agua bajo el puente.

El continuo de los equívocos (Wrong call)

Miércoles a mediodía. Recibo una llamada telefónica a mi celular. Es un número desconocido. Un hombre, con voz melosa y burlona, me dice que cierta persona ya tiene fecha de matrimonio. Caigo en shock. Resulta ser mentira. No puedo olvidar el daño que me hizo ese maldito desconocido. No puedo decir hipótesis al respecto, aunque sí estoy segura que su intención la logró. Si hubiera sido verdad mi mundo se habría derrumbado. O al menos la mitad de él porque la otra siempre lucha por sobrevivir. Y me siento extraña. Como si mi cuerpo se hubiera dividido en dos pedazos que pelean por separarse. Uno, es sensato y me dice que mantenga la mente fría. El otro, es un poco maleable y recomienda que me apegue a los sentimientos. Creo que estoy en una divergencia mental. He recordado momentos e instantes que me parecen volubles y lejanos, aunque él permanece en mi mente. Claro que ha desaparecido un poco, pero no en un ciento por ciento. Se me vienen a la cabeza palabras, risas, recuerdos, caricias. Enojos e iras. Distanciamientos, alejamientos del cuerpo, sensaciones latentes. Recuerdo siempre la última vez. Y la primera. Con lujo de detalles.
Recuerdo, por ejemplo, que la noche que me acosté con él por primera vez tenía ese presentimiento de que nos íbamos a unir. Y que fue demasiado onírico, casi como estar en un sueño con sabor a champagne. Y luego, desapareció por un tiempo. Aunque volvería de nuevo. Y se llevó un recuerdo que colgó en el espejo retrovisor de su auto. Un Peugeot 205 con un letrero que decía Pioneer. Era el auto que me gustaba. Además del dueño, obviamente. Nunca recuerdo haber dado besos tan largos, tan húmedos, tan con sentido de piel como los de esa noche. Y recuerdo que todo era risas, locura, felicidad.
También recuerdo que alguna vez dijimos que queríamos llegar a alguna parte. Hasta hoy no llegamos a ninguna más allá de vivir intensamente los momentos en que nos vemos. ¿Hijos? No. ¿Familia? No. ¿Compromiso? No. Solamente cariño, dulzura, cierto salvajismo incontrolable, confidencias mutuas, y encuentros desesperados después de bastante tiempo. Me gustaría tener un par de botas que me hicieran arrancar. Si algún día regresara capaz que sólo encontrara esas botas. No encuentro el momento de huir. Tampoco se trata de eso. No necesito esconderme. Soy lo suficientemente transparente para decir lo que siento.
Y en cuanto a eso no sé que pasará. Ese equívoco en cierta forma me dejó más tranquila. Aunque no sé si seguiré formando parte de su vida oscura. De esa vida que nadie conoce, que nos hace saber que todos tenemos un doble estándar. Hasta los más sinceros, y es por eso que me incluyo. No sé si estará enojado conmigo. No creo. Pero sé que más allá de todo, permanezco en su corazón como una pequeña gota de luz que a veces resplandece y otras se esconde.
Es raro esto. Es adictivo y a la vez diferente. Y están los recuerdos. Ahora me haría falta que la novela de Ray Loriga, en la que se creaba una droga para olvidar fuera verdad y se apareciera ante mí. ¿Recordará el último beso que nos dimos? Estoy segura que recuerda ese hálito con sabor a tequila. Y algo de limón.
El día está despejado después de la lluvia. El viento está fresco y hay nieve en los cerros cercanos. Dicen que va a volver a llover. Así está mi corazón, entre congelado y dormido. Respirando, pero sin conciencia del futuro. ¿Qué irá a pasar mañana? En todo caso estoy tranquila, pues sé que soy una buena chica. Me siento como Meredith en Grey's Anatomy, en el medio de algo que puede ser nada o todo a la vez. Es cosa de mirarse a los ojos y aunque el otro reniegue todo, podrás volver a mirarlo y sentir que lo que pasó aún tiene su huella.
Si él no está, pues tiraré un anillo al mar. Antes de tirarme yo detrás. Simbólicamente. Y mi otra mitad, querrá despegarse, salir a flote y podré sentir la belleza del sol en mi cara. A la orilla del mar con unas olas enormes.

6.6.06

Danza, teatro y más teatro

No sé ustedes, pero para mí el arte de mover el cuerpo al ritmo de la música es mística candente de la cabeza a los pies. Hace dos semanas estoy en clases de danza árabe en una academia y la vida me ha cambiado totalmente. Mi cerebro respira profundo, mis músculos se han relajado y ando con la femineidad a flor de piel. El éxtasis del baile te lleva a imaginarte en otras situaciones, otras vidas plenas de sándalo, mirra, calores de cuerpos no conocidos y pequeños ambientes cubiertos de velos y erotismo sublime.
La danza árabe ha desatado en mí la pasión por la danza y el despertar del cuerpo. Por moverse con sensualidad, suavidad y con mensajes pequeños pero directos, especialmente con la fuerza de los ojos y los sentidos, que día tras día permanecen cerrados, pero que al ritmo de la música y los tambores se transforman en ritmos vivos que no tienen otra intención que la de liberar. Las caderas no mienten. Lo he descubierto en estos días y pretendo seguir haciéndolo. El arte corre por mis venas y no voy a renegar de ello. La liberación lleva al descubrimiento sincero de uno mismo y a la integración con otros.
Es una academia que está en el centro. Tiene buenas vibras en todos sus rincones. Hay luz, color y olores a incienso en todas partes. Cuando la música comienza la vibración comienza por los pies esparciéndose en todos los rincones de tu cuerpo. En todos los rincones de tu estructura corporal.
Y eso mismo pasa con el teatro, aunque sus percepciones son más sensibles. El teatro implica movimiento y con ello adaptación a un personaje que vive una historia determinada en un lugar equis. También es transformación, energía y proyección en otras formas de uno mismo. Como transformarse en miles de otros. Y todo por la diosa Lakshmi y la sabiduría de los espíritus que caminan conmigo.
Pedro Celedón lo dijo una vez: "el arte es el reflejo de lo que no existe". Gran cita.

5.6.06

Algo mejor...algo cruel...sexto sentido

Me gustaría estar afuera, en la entrada, específicamente en el techo de mi auto, encima, viendo la lluvia caer y sintiendo esas pequeñas porciones de humedad de pies a cabeza que te hacen cerrar los ojos para que los párpados no se inunden. Y que el cuerpo se fulmine de frío, pero la sensación es tan agradable que continuaría quieta allí. Con el acompañamiento de las nubes negras de fondo. Y el pausado caer de lo líquido, que no se resiste a la fuerza de gravedad. Tampoco la evita. Simplemente se entrega a ella y deja que su destino llegue. Yo no dejo que mi destino se quede paralizado. Hay tantas cosas que me gustaría tener y no tengo. Aunque sé que con lo que tengo igual soy feliz. Pero no ciento por ciento.
Insisto, a veces es mejor caminar bajo la lluvia para despejar la cabeza. Y sentirte como una pequeña hormiga, pero no por autoestima, sino porque serías tan ínfima, tan perfectamente invisible a veces, que podrías observar todo sin que nadie se diera cuenta que estás al medio. Y sabrías lo que sucede sin andar averiguando ni imaginando cosas. Me encantaría vivir en otro barrio y que esa persona me tomara de la mano y no me soltara. Que se tirara conmigo en bungee. Que recorriéramos Chile de norte a sur. O por último vivir sola en una playa del Norte, una playa solitaria y un perro enorme que me acompañe donde quiera que fuese. Quizás lo que necesito es decir ciertas cosas. Y lo haré. El problema está en que en decir las cosas no siempre se toman decisiones. Tengo claro que para muchas situaciones no tengo la última palabra. Por eso me gustaría ser una hormiga. Aunque sería veloz, porque si un dedo se acerca arrancaría tan rápido como se pudiese...aunque no demasiado de prisa, más bien recorriendo rincones que nadie conoce.
Mi sexto sentido me dice que mi cerebro es creador e intuitivo. Transformador de la nada. Creador de ideas puras. Revolucionador de la vida. Mi propia vida. Y eso hay que aprovecharlo a todo ritmo. Lo único que me falta es sentir. Nada más que eso. Lo siento, sigo siendo pura piel más que nada. ¿Es un pecado ser tan sensible que capto todo lo que los otros no ven?

2.6.06

Freud...¿dónde estás?

Si usted tuviera una dirección y un teléfono donde poder ubicarlo. O un sillón en la Plaza de Armas, o un pequeño rincón en algún lugar de la metafísica terrenal...estaría allá de todas maneras para que me explicase unas cuantas cosillas. Sr. Freud...¿qué tiene que decirme mi inconsciente?, ¿hay algo de mí que no sé?...Le pido evolución Sr. Freud...nada más que eso. No quiero convertirme en una asesina a sueldo que anda con un patético cadáver en el maletero del auto.

1.6.06

Tequilazo, limones, sal y....

Cuando tomo tequila dentro de mi cuerpo se expanden las sensaciones más exquisitas de la cabeza a los pies. Lo salado junto a lo ácido me provoca espasmos placenteros por dentro y por fuera. Por eso, mi amor al tequila es incondicional, lo que se aplica a todo aquello por lo que siento una admiración, cariño y etcéteras. Y eso de haberte tenido ahí, en la libertad que hay cuando sabes que no hay nadie más que los dos, es impagable. El problema es que hace tiempo no nos veíamos. Y nos hace falta tiempo. Nos hizo falta y cada vez es más difícil que estés conmigo. Y por mi parte también, tú sabes porqué. No hay falta de cariño en eso. Soy tu incondicional y lo seré siempre. O mientras se pueda. Lo siento, no puedo romper el vínculo. No sé tú.
Y cuando te despediste no te diste vuelta a mirarme. Me sentí rara, como si quisiera volver atrás. Eso sí que es imposible. Al menos le doy gracias a Dios y a algún discreto ángel, que se me entregue la posibilidad de volver a vernos. Sé que hay alguien, un pequeño espíritu benévolo, que permite que sigamos así. A pesar de las circunstancias.
Pero no todo puede ser perfecto. Pese a que estabas bien distinto a la última vez. A pesar de los encuentros virtuales. Y de toda esa confianza que tenemos para hablar de cosas oscuras. Y mezquinas. Y secretas. Debo reconocer que tanta confianza me gusta, aunque sé que de eso no podría hablar con otra persona. Al menos no con un atracamante de buenas a primeras.
Espero que pase menos tiempo para vernos la próxima vez. Espero, que nuestros caminos se sigan encontrando para devorar algo tan exquisito como tu cuerpo, esa espalda que me trastorna. Y darte esos besos sorpresivos. Hay tantas cosas que me gustaría hacer contigo, que a veces pienso cómo hacer posible extender las horas mágicamente. Creo que esa sería la solución a los impasses. El tiempo corre, depende de tí y de mí estirarlos como un elástico infinito.