16.5.06

Humedad

Ayer nuevamente quería quedar en otra dimensión. Es que con sus aparecidas simplemente logra trastornarme, y mi mente se llena de locuras, mi alma se traslada al infierno y muero. No literalmente, pero dejo de existir como que me llamo Andrea y dejara de serlo para transformarme en cualquier cosa. En cualquier ente natural o sobrenatural que puede volar sin fin. Y creo que, a pesar que cada vez se hace más difícil encontrar un momento para estar con él a sangre viva, sigue presente el anhelo de sentirlo, de desearlo prohibitivamente exquisito, con ciertas menudencias y actitudes que no pueden ser rotas ni cambiadas por nadie. Por eso digo que es mío, aunque no tenga derecho a decirlo, y él puede decir que soy suya, aunque no tenga la necesidad de decirlo.
Digo necesidad porque nosotras, las mujeres, como género sentimental que somos, necesitamos legitimar nuestro territorio, lo que de alguna forma nos pertenece, aunque sea sutilmente, pero siempre dejando los límites claros. Es como que dijera que me puedo morir de celos al verlo con otra, aunque no tengo el derecho a hacerlo. Ni a hacer un escándalo. Sé que no haría un escándalo aunque necesitaría buscar una pared lo antes posible, para darme vuelta, poner una cara de odio y enterrar mi mano empuñada en el cemento una vez tras otra. Por el puro desahogo de la rabia. Y después me mataría de la risa porque sabría que es una actitud propia del absurdo y de las malas maneras. O asomarme a la ventana de su casa para ver cómo duerme. Y de qué manera se coloca en la cama. Y miles de detalles que sé, pero que no conozco totalmente.
Aún así tengo la confianza suficiente para poder decir que lo conozco lo justo y necesario como para echarme una revolcada de vez en cuando. Y poder sentirlo entero una y otra vez. Con limón, sal y tequila. Y carne. Mucha carne y mucha lengua que de vez en cuando se envuelve y se transforma en una marejada de sudor. De locura. De predestinación que se disfruta en pequeños momentos. Pequeños grandes momentos. Y así, después cada uno sigue por su lado, con los pasos marcados y hundidos, para volvernos a encontrar por el mismo camino. Creo que las circunstancias de la vida están de nuestro lado. Como una canción de Sandro. Y lo digo como la hembra orgullosa y altiva que soy. Caminando de frente por la vida y por todos los caminos que se me crucen.
Ya fue la primera lluvia del año. Ya hay olor a húmedo en la tierra y las mañanas se han congelado. El sol ha perdido su fuerza y las noches llaman a dormir acurrucados. El despertar es más lento y la energía ya no es la suficiente como para seguir el día como si fuera el verano. Pero la vida tiene laberintos y azares que aún no he descubierto. Me encantan las sorpresas. Como no, si yo misma puedo ser una caja de una. O miles. Tantos secretos me han vuelto la mente sabia y abierta como una cordillera cubierta de nieve al amanecer. Hay liberación en el espíritu.

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