7.5.05

Entre sombras y gotas de lluvia

Me acabo de fumar un cigarro en la terraza, escondida junto a las sillas de verano, puestas a resguardo de la lluvia. El cielo está negro y un vientecillo cálido corre bajo mis pies. Los arbustos se ven frondosos y la piscina luce triste cubierta con el plástico azul. No hay ruidos. El silencio sólo es interrumpido por el lejano ladrido de un perro que quizás es un quiltro abandonado. Me gustan los días de lluvia cuando no hay nada que hacer. Se me cruzó por la mente que si estuviera casada o con hijos estaría amamantando o preparando la comida para mi pareja. Menos mal que no es así. No me siento preparada para esas responsabilidades aunque por un segundo deseé que él estuviera a mi lado. Estaríamos tomando una taza de café mientras vemos el noticiario en la televisión. Me sentí sola, pero fue por un instante.
Sé que tengo que volver a la cama luego porque debo estar en reposo. Me quedan 14 días y ya me hice un calendario como el de los presos, que cuentan las horas para salir en libertad. Hoy no me levanté en todo el día. No tenía ganas de hacer nada. Incluso, me aburrí de ver la televisión y preferí dormir una siesta. Pienso invitarlo a almorzar un día de estos. Ojalá acepte la invitación, aunque me gustaría que el reencuentro fuera cuando me mejore un ciento por ciento. Hoy ví su foto por casualidad cuando buscaba el encendedor. Produce en mí las mismas cosas. Al menos así lo siento más cerca. Lo he sentido en estos días. Es algo extraño. Puedo sentir que también me perciben. Sólo son momentos, pero llaman la atención. La mente puede ser poderosa cuando menos lo espera. He sentido su mano agarrando la mía con sus dedos. Dicen que hay que hacerle caso a la intuición. A la intuición y a los sueños, porque ellos son los que saben nuestros secretos y los sacan a la luz. Hay gente que no se da cuenta de ello. Lo terrible es que puedo sentir el olor a la muerte y a la enfermedad antes que suceda.
Me dan miedo las sombras. No mucho, pero a veces lo desconocido te sobrepasa. Un caracol pasa tímidamente por mi lado. Va dejando una estela de baba. Dicen que esa saliva te quita las arrugas. También supe una noticia freak, en la que el semen también es un buen antiarrugas. Me dio risa, pero no lo he probado. Como es natural algún beneficio debe tener, creo yo. Odio la vejez. No quiero envejecer. De hecho, pienso en hacerme la cirugía cuando no me vea como quiera. Ahora sólo hago ejercicios aunque los he suspendido por el pie. Trato de no comer mucho aunque he tenido antojos. Pocos, pero antojos. He comido mucha palta. Me han salido dos espinillas en la cara. Odio los puntos negros. Menos mal que no tengo acné.
Y me he acordado de muchas cosas. Demasiados flashbacks en mi mente. Lo negativo de no tener nada que hacer. Pero he pensado más positivo que en días anteriores. Me gusta la lluvia. Ahora tengo dvd y quiero ver muchas películas para así escribir el libro con ganas. El cine te inspira y puede sonar a plagio. No es plagio, es la reinterpretación de una visión de terceros. Lo que varía es el contexto y esos sí que no tienen límites. Es cosa de cambiar el momento y el lugar. Por ejemplo, si Alicia en el País de las Maravillas viviera en algún lugar del centro de Santiago y el gato no fuera más que un gay reprimido que no sale del clóset. O muchas cosas más. Sólo depende de la imaginación.
Eso sí, necesito hacer teatro. Mejorarme del pie y hacer teatro. Me irá bien. Pararme en un escenario y jugar con la mente y el cuerpo. Haré el mejor personaje, sea cual sea. Hay que mirarse hacia adentro y fabricar una visión tridimensional de quien quieres ser. Difícil y largo, pero promisorio. Pura imaginación. Menos mal que imagino. O sino la realidad me sobrepasaría con creces.

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