27.4.05

A propósito de Los 30

Hoy hablé con un amigo en un café y me comentaba que Los 30 (la serie de TVN) tenía demasiado sexo. También pensé lo mismo mientras una imagen lujuriosa se me cruzó por la cabeza. En realidad estaba pensando muchas cosas que no dije, porque me hablaba y yo a miles de imágenes por segundo le sacaba la ropa y lo tiraba encima de una cama imaginaria.
Tengo 29 años y me faltan menos de 365 días para llegar a los 30. La edad de Sex and the City, la edad de las crisis, los encuentros con uno mismo y las fechas personales para cumplir con las normas sociales de casarse, tener hijos, vivir en una casa linda y etcétera y etcétera. Por lo pronto, espero comprarme un departamento y vivir sola, con un gato angora de color blanco y miles de cosas de color azul y en todos sus tonos. Ah! y una laptop para escribir el libro que tengo en mente y ojalá uno de los ventanales dé a un parque o a un cerro para ver el amanecer y el atardecer cuando corresponda.
Necesito irme a vivir sola, porque amén de estar lejos de todo en mi actual casa tengo que tener mi espacio y evolucionar...aunque me cargaría ser como la Katyna Huberman en Los 30 empezando porque no me acostaría jamás con el marido de mi mejor amiga.
Todo eso pensaba mientras mi amigo tomaba su café rápidamente y yo hacía lo propio con mi capuchino. Me acordé de muchas cosas y en ese preciso momento necesité un beso suyo. Un beso apasionado, como los que me daba siempre. Miraba sus manos y me acordaba de cuando acariciaba mi cuerpo con ese animalismo que me encanta y de golpe se me vino a la cabeza la última vez que estuvimos en mi cama, en mi pieza, en mi rincón, en mi cuerpo y en el de él. Todavía recuerdo con cariño cuando me dijo hace mucho tiempo que mi cuerpo tenía más de cien lunares...y hoy se lo dije...ahora tengo 98 y mañana desaparecerá aquel que tengo al lado del caballito de mar. Su caballito de mar. Y no quería que el café se acabara y lo miraba a los ojos sin pensar en nada. Sólo observaba el color de su pupila tratando de saber que tenía en su cabecita. Miles de cosas, supongo.
O sea, demás está decirlo que hubo una provocación inconsciente de su parte. Tal vez yo estaba haciendo lo mismo. Sentí una energía que es demasiado rica...aunque hayan límites ahora. Todavía me siento como su niña a pesar que tengo 29 y que él pasó la treintena...y aún siento en mi frente la huella de su último beso y en mi nariz ese olor tan extraño que provoca quizás que sensaciones en mis feromonas. Y cuando caminaba para regresar a casa pude sentir en el aire el tráfico del deseo.
(Esto no es realidad ni tampoco ficción, tómenlo como quieran)

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