25.4.05

Anestesia

Lo primero que se me viene a la mente cuando me mencionan la palabra hospital es la sensación de sopor. No tengo nada en contra de los médicos. No tengo nada en contra de las operaciones. No soporto el olor a cloro y enfermedad. No me gusta despertar después de una operación. Lo único que es agradable es la anestesia. Te duermes y no recuerdas nada. Dijiste 100, 99... y pafff! La memoria se hace invisible y hasta el inconsciente desaparece. Tampoco me gustan los cementerios, aunque da alivio observar la cara de los muertos cuando están en el ataúd porque de tan blancos y tiesos tienen una cara de tranquilidad que quizás no tuvieron en vida. Me gusta ver Six Feet Under en HBO. La ironía de esa serie le otorga el lugar que la muerte se merece. Diferente es ver la muerte en la tevé que en la realidad. Ayer ví un conejo muerto en mitad de la calle. Me dio asco aunque quise llorar. Ayer también ví una serie en la que tres negros secuestran a una doctora para que le saque una bala a uno de ellos. Los negros atropellaron un gato y lo mataron de un balazo. Mi hermana una vez le aplicó eutanasia a un conejo que ella misma atropelló. No pude ver nada, pero la cara de mi hermana se llenó de lágrimas. Hace poco entendí la diferencia entre rapto y secuestro. No es mucha, pero es un buen ejemplo de porqué algunas cosas que involucran el sexo pueden terminar mal. Me gusta más el rapto que el secuestro, aunque tendría que ser un rapto programado, o sea al final no lo sería y mejor prefiero decir que me gustan los escapes.
De repente me dan ganas de ponerme anestesia y clavarme alfileres en las piernas. No estoy loca, pero si no tuviéramos dolor las cosas serían más fáciles. Le pondría anestesia al nuevo Papa porque no lo soporto. El nuevo Papa tiene cara de nazi y me dan ganas de anestesiarme cada vez que lo veo en la tevé o en los diarios. Ojalá se muera pronto. Deberíamos haber tenido un Papa negro y el mundo sería un poco más feliz. No creo en la iglesia ni en los curas. Las monjas me dan lástima. Sólo creo en mi Dios, con el que converso todas las noches antes de dormir. Tampoco me gusta confesarme, porque no hay anestesia de por medio. Mi Dios me perdona, me escucha y me concede lo que le pido. Me imagino a mi Dios como una bola brillante llena de luz blanca y energía. Esa luz blanca me ilumina y cuando estoy mal me anestesia de manera eficiente. También deberían ponerle una anestesia a Lavín para que renuncie y desaparezca. El Opus Dei debe ser anestesiado pronto o bien que las personas ignorantes fueran inmunes a él. Todo lo que huele a autoridad debería ser anestesiado. También le pondría anestesia a los viejos de Copesa y al dueño de El Mercurio. Odio la ceguera de los que se creen inmortales. O que tratan de serlo y por ello pierden su humanidad cuando quieren. Nunca he perdido mi humanidad, es algo que aunque estuviera con anestesia general jamás la perdería. Prefiero la anestesia general, porque la local se acaba pronto y el dolor aparece antes de lo esperado. Debería haber una anestesia para los que realmente sufren. Africa debiera llenarse de esta sustancia.
A veces he pensado que con tanta necesidad de mucha gente por no sufrir debiera traficarse anestesia. Se transformaría en una droga ilegal y todos la comprarían de noche en las esquinas. La venderían en botellas y la gente compraría las inyecciones en la farmacia. Es difícil pincharse a uno mismo. A mí me da nervios verlo por eso jamás he probado ni probaré la heroína. En los hospitales ya no habría con qué quitar el dolor a los enfermos, entonces el nuevo Papa diría que las clínicas son el infierno en la tierra. Si las cosas fueran así, mandaría a mucha gente a los hospitales. Nadie entraría. Las personas estarían solas. Una tergiversación de lo que es el perdonar. Yo aprendí a perdonar porque ni yo soy perfecta. Lo que no aprendí es a olvidar. El cerebro nunca podría anestesiarse porque al despertar quedaríamos exactamente iguales. Por eso digo que una droga es lo mejor. Aunque después hubiera que gastar millones en clínicas de rehabilitación, que serían infiernos pagados y asumidos por los que entraran. Ahí sí que trabajaría mucha gente. Después esas personas saldrían libres y contarían su experiencia por televisión. Hasta podría haber un reality con la gente que realmente necesita anestesia y la que no, aunque no serían eliminados por el público porque morirían aquellos que pecaron de ingenuos y se sobremedicaron. Sería el fin del infierno. Menos mal que los pecados no se venden. Cada alma se expurga sola porque depende de la conciencia, no de una gota de anestesia.

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