Estoy feliz. Algo supe que me puso demasiado contenta. Está relacionado con alguien, pero no quiero hablar más. Todavía está inmerso en sus silencios para conmigo y lo dejo, porque lo conozco y sé que necesita su espacio. Algún día nos toparemos y hablaremos. O mejor no hablar, dejar fluir lo que salga y transformarnos en espíritu y alejarnos de la materia terrena. Los seres humanos tenemos esa capacidad, aunque no lo crean. Es cosa de cerrar los ojos y sentir. Lo he vivido miles de veces con varias personas. Sólo cerrar los ojos y sentir. Se puede llegar a percibir hasta el latido del otro en medio del silencio. Como estar en medio del mar cercado por grandes olas sin ahogarse. Sin miedo.
A veces me gustan los silencios aunque reconozco que las ausencias me dejan mutilada. Mis silencios y los silencios de los otros, como si un cierre te cruzara la boca. El silencio y la soledad me llevan fuera, a otros límites, a ver sinceridad en todo. Puedo sentir su sinceridad. Anoche volví a soñar algo extraño, lo veía a él lejano, pero sentía que a la distancia me observaba. Yo estaba en una jaula de vidrio, tratando de escapar y no podía. Al final recuerdo sentir sus ojos sobre mí mientras me acurrucaba en una esquina. No había miedo, el solo sentir sus ojos me daba tranquilidad. Menos mal que no fue el sueño del caballo negro. Ese sueño sí que me aterra porque me recuerda el miedo a la pérdida, el miedo a la soledad sin quererla. Ahí me abandonaban en un campo de rosas rojas. Casi nunca olvido lo que sueño...pero hoy me siento feliz, feliz porque hay día de primavera, hace calor y los rayos del sol hacen que mi piel se sienta liviana y traslúcida. Como flores en el aire.
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