4.4.05

Sirena en el fondo del sueño azul

Ya falta poco para que la temperatura comience a bajar. No me gusta el invierno, siento que se me congela el corazón. Tampoco me gusta el otoño, es demasiado nostálgico y sentimental. Amo el verano y lo echo de menos. Durante las noches frías se me congelan los pies y me cuesta soñar. Cuando cierro los ojos y alcanzo el estado semiinconsciente del sueño mis pies siguen helados. Me gustaría tener un perro para que durmiera a los pies de mi cama y me hiciera dormir calentita. Cuando somos niños siempre dormimos bien. No tenemos pesadillas ni nos cuesta cerrar los ojos, simplemente nos dormimos y ya está. Cuando despertamos llorando mamá nos acurruca y se nos pasa el mal sueño. Cuando somos adultos la cosa no funciona así. Creo que dormir despierta nuestros miedos, angustias y anhelos. No me gusta dormir cuando he tenido un mal día, fijo que las pesadillas aparecen y al otro día despertaré con el cuerpo cortado. Salvo que tenga los sueños de Sirena, en un mar caribe transparente, con mucho calor por todos lados y el cuerpo humedecido del sabor tropical. ¿Será por eso que amo el verano?, puede ser. También sueño que soy un delfín, los animales más hermosos de esta tierra, o un pájaro que vuela alto, tanto, que puede desaparecer con sólo seguir rumbo al infinito.
A veces me gustaría desaparecer, pero sólo para volverme invisible y sentir que los demás echan de menos mi presencia. Una vez soñé que estaba muerta y todos miraban mi cara en el ataúd. Estaba contenta. No sé si será normal pero fantaseo con la idea de la muerte. Claro que yo creo en la reencarnación y en el poder volverse ídolo para algunas personas. Pinochet no será nunca un ídolo para nadie. Un nazi no puede convencer a nadie de lo bueno que puede hacer. En cambio, puedo ser ídola para las sirenas. Creo que está acá la mayor explicación de mi conexión con el planeta líquido. El océano puede ser mi mente fácilmente, claro que sin olas ni tsunamis, un mar lento, calmo, transparente, tibio, casi como un líquido amniótico que te adormece el cerebro de a poco. Y que te despierta el alma, te remece las emociones y los sentidos. Una vez buceé y me encantó. Era estar en otro mundo. Siempre he querido ser una sirena. Reconozco que puede ser una vía de escape. Pero soy de agua más que carne y tripas. Agua que renace y que nutre. ¿Será que los sueños no son un reflejo más allá de lo que debo ser en esta vida?.
Odio lo onírico premonitorio. No me gusta, me hace sentir perseguida. Casi siempre me doy cuenta de los sueños premonitorios cuando ya pasaron. Debería presagiarlos antes que sucedieran, porque así la vida me sería menos difícil. A veces da miedo reconocer que los sueños premonitorios son inevitables porque cuando suceden es que cumplieron la misión de aparecer en nuestro ser consciente. He presagiado muertes, aunque peor que eso, puedo sentir su olor. Y eso sí que es terrible. Una persona viva puede expeler olor a muerte sin darse cuenta. Lo peor es cuando de verdad ya no están. También ví cómo mataron a mi tío Ignacio. Fue terrible. ¿Será porque la tortura tiene sabor a varas de metal oxidado rozándose una con otra? Aún así, termino a la orilla del mar. Y es el escape.

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