17.7.09

La grasa rota

Yo no quería. Yo nunca quise. Nunca deseé eso para mí. Nunca pensé en dejar tantas cosas de lado por algo que quizás no vale la pena. No importa. Yo lo adoraba y por eso me encerré aquí, con él, dejándome estar. Ahora siento mi estómago muerto, deshecho, sin que sea capaz de resistir unos pocos gramos de comida. Estoy envuelta en una bata mandada a hacer, que ya no me caben las que venden en las tiendas, unas pantuflas aplastadas y deformes por el peso de mis pies. Y al lado, a pesar de todo, él sigue ahí. No me ha abandonado. Ni siquiera después de la cirugía. El está ahí abierto, esperándome, entregadamente dulce y un poco frío a la vez. Lo siento doctor, pese a todas las instrucciones que me ha dado no dejaré mi helado cookies and cream.

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