7.5.07

Extasis

Tengo los labios partidos. Muy adoloridos. El frío de la mañana me hace mal. Aunque no debiera quejarme el frío baja mis revoluciones en un ochenta por ciento. Igual sobrevivo, me levanto y hago mi vida. En todo caso, estoy feliz. Ha vuelto el teatro después de un tiempo de espera que se alargó un poco y que me tenía con S.A.T (leer artículo con este nombre). Crear te aumenta la temperatura y los pisco sours también. Sobre todo los pisco sours en la noche, después de una atareada jornada. Lo siento, es un éxtasis superior a mis fuerzas. Un compromiso conmigo y con el resto que no soy capaz de eludir y aunque tuviera miles de cosas más que hacer igual me comprometería hasta el alma. Actuación es alma. Tan simple como eso.
Y ha comenzado un nuevo camino que creo estará lleno de sorpresas. ¡Me encantan las sorpresas! Y también la necesidad de una resurrección inspiradora a través de causas y consecuencias. De ciertos destinos que se cruzan por un objetivo común. Como prueba, si tuviera que hacer otra cosa un día equis a pesar de haberme acostado el mismo sábado a las 7 am, lo habría postergado o habría inventado cualquier excusa. Pero no, dormí un poco, estaba ansiosa por despertar y cuando todo comenzó me volvió el alma al cuerpo. Definitivamente es algo que forma parte de mi vida. Que es parte de mi vida.
Pero no es una cuestión de experiencia religiosa, de ciertos catolicismos individuales. No. es simplemente una necesidad de experimentar el clímax de la creación y los sentimientos. Una vía de escape al cielo. Cierta sensación parecida al orgasmo (parecida, porque nada se compara con eso, aunque dicen que los futbolistas cuando meten un gol experimentan algo similar). Tiene que ver con la cuestión de piel. Y miles de otros factores que serían largos y complejos de explicar (creo que podrían dar para un libro). Y bueno, para unos cuantos baúles cerrados con llave, en el subterráneo de una casa o en un rincón al que sólo se acude para rescatar algo que ha estado escondido mucho tiempo. Unas cuantas faldas largas acompañadas de libros viejos y bototos de milico. Un par de bolsos enormes y ciertos CD que no pueden faltar. O música electrónica acompañada de fuegos artificiales. Como una droga de la felicidad. Algo así.
Y eso que se ve, de repente escondido en muebles antiguos llenos de papeles amarillos y fantasmas de color azul, eso que está y que a veces no se percibe sigue latente como siempre. Como cuando uno iba en el colegio, le gustaba alguien, se iba de vacaciones y se olvidaba, pero que cuando volvías, sabías que al pasar la reja y saludar al inspector de turno, los dolores de guata iban a volver, porque la sensación volvía a ser la misma al cruzarte con cierto ser. O memorias versus personas.
Sensaciones.
Una calle, ciertos personajes.
Un lugar, ciertos motivos.
Un pequeño secreto.
Una almohada confesora.
No digo más. 





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