Una misiva para un anónimo conocido

Respetado Caballero:

Imagine que escribo estas líneas en una habitación alumbrada sólo por la luz de las velas. Es de noche e intento, pese al cansancio, darle a conocer un mensaje que escribo con tinta china mediante una pluma.

Lo que digo vale tanto para usted como para mi humilde persona, ¿cómo puede decir que no a algo que desea?, ¿cómo puede ignorar algo que ha demostrado fehacientemente?, no creo que sea una pérdida de tiempo ver pasar las horas con usted a mi lado (aunque eso no se repita siempre).

No es un desperdicio. Usted sabe que si lo fuera hace mucho tiempo que habría dejado de verlo. No me interesaría ayudarlo ni hacerle propuestas oscuras a su mente. Si se las digo y las propongo es porque me nace.

Usted sabe que puede ser el Marqués de Sade y Cyrano de Bergerac al mismo tiempo. Usted traspasa mi alma y mi cuerpo como ningún hombre ha sido capaz hasta ahora. No se preocupe, mi destino no está cerrado a descubrir el verdadero paso que tengo que seguir en mi vida, pero mientras la luna trata de descubrir el sol que la ilumina lo seguiré a usted, porque su perfume me encandila, su espalda me enloquece y la tibieza de su piel me recubre y me da seguridad.

Supongo que alguna noche usted sentirá lo mismo cuando intente dormir. No se preocupe del final de esto, mejor aproveche los momentos y desahóguese conmigo, que intentaré hacer lo mismo con usted. Mientras las horas se dispongan a nuestros deseos.

Su amiga fiel de tanta tortura agradable