23.3.05

sAnTiAgO mE mAtA

Ya tengo auto. Es un Toyota Yaris Sport de cinco puertas, automático y color rojo. Se llama, para variar, Rogelio. Me encanta, porque ya no tendré más que andar en micro o a pata, esperando que algún familiar o alma piadosa se acuerde de mí y me recoja en algún lugar de Santiago. No obstante, debo reconocer que me estresé, casi le pego a mi madre y echo un par de puteadas por culpa de los imprudentes que se cruzan en mi camino, pero al final no me importaba, simplemente quería acelerar más y más, hasta que me nacieran alas y así soñar con evadir los malditos tacos de Santiago. Odio los tacos, me cargan, más aún cuando no puedo fumar porque voy con mi madre al lado. Aunque hay algo de ellos que me quedó gustando, que es el pinchar rápidamente con el mino que está en el auto vecino, ese que te mira cuando los autos aceleran y frenan. Era bastante lindo el que ví hoy. Tenía los ojos claros, aunque eso sí, cambió de pista cuando se definió su destino. ¡Qué entretenido!...en todo caso, ya me di cuenta que los tipos más humildes son los más caballeros; a la salida del Movicenter dos camioneros me dieron la pasada. Me encantó esa actitud de ellos, me habría gustado que fueran príncipes de todos colores, aunque más flacos, menos morenos y más altos, o sea, igualitos totales a quienes marcan mi gusto en el área varonil. Debo reconocer que Santiago me mata, pero no podría vivir en otra ciudad que no sea esta. Me encanta la bulla, el esmog, los autos, los tacos, el TAG, el ruido urbano, la gente, los motores...de repente pienso que me gustaría vivir a orillas del mar, pero lamentablemente no soy así. ¡Necesito el ruido de la Gran Ciudad!. Soy una chica citadina de tomo y lomo, aunque Santiago me mate de repente...Toxicity contigo, pero... ¿sin tí?...¡never!

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