11.5.08

Hierba verde

Podría sonar irónico, incluso repetitivo el título, pero no, está bien. Lo que pasa es que ayer entre comer comida con alto contenido calórico y hablar estupideces me quedaba mirando los ojos de las personas que transitaban por la calle, cuando venían frente a mí, para medir la fuerza de mis pupilas, por así decirlo. La mayoría me miraba, pero habían otros que ni se daban cuenta de mi presencia. Recuerdo que me quedé como un minuto pegada, con el schop en la mano y el borde del vaso en la boca, sin tomar cerveza, sólo viendo como el líquido rubio se mantenía ahí y yo no hacía ningún esfuerzo por querer beberlo. Pensaba en que pierdo las llaves, los documentos, y cualquier cosa que se precie de ser importante en algún momento. Pensaba en que qué iba a hacer o decir si los pacos me paraban cuando fuera por Vicuña Mackenna a devolver algo que me habían prestado.
Me dí cuenta de algo, pero eso es un secreto.

O sea, yo creo que se sabe, pero nadie lo dice.

Un secreto a voces, que sigue siendo secreto.

Todo por una hierba verde. O sea la María y la Juana.

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