24.5.08

El temita

Hace tiempo que no tenía que escribir, o si bien, tenía algún tema no me inspiraba lo suficiente. Hasta ayer, en que sucedieron cosas. En la vida siempre pasan cosas, pero ayer pasaron muchas en muy poco tiempo. Quizás él leerá estas líneas en un rato más y se dará cuenta de mis percepciones. Fue algo sutil. Pasar de la rabia a la necesidad de tocar. Algo así.
El sabe que por mucho que pasaron cosas entre nosotros es momento de que cada uno siga su camino y haga lo que tiene que hacer con su vida. Ahora estoy libre, me siento libre, y siento que él, la persona que me interesa actualmente, podrá hacer lo que quiera hacer conmigo. Desde acá se lo digo, que ahora tiene el camino libre, que no estoy atada a nadie, que el viento se llevó su presencia, aunque en mi corazón estará siempre, pero más que nada es cosa de recuerdos. Y a él, el otro, le digo que me acaricie, que me bese, que no me deje ir porque estoy frente a él. Que me diga lo que siente, que se la juegue, porque no quiero estar sola. Y que venga a mí, me sienta y me lleve de paseo adonde quiera llevarme.
Y a él, al otro, al que tantas cosas me provocó y me provoca, le digo que tenemos una despedida pendiente, que así se cerrará el círculo, que quizás tenemos que terminar esto de la misma forma en que se empezó. Siendo amigos con ventaja. Amigos, pero con ventaja, mucha ventaja a veces, pero ahora tu vida tiene un espacio que no es el mismo de antes.
Anoche, tuve un sueño contigo. Un sueño raro. Soñé que estabas en mi departamento, durmiendo conmigo, en una cama de dos plazas con un plumón blanco. Me acariciabas los pies. Y me daba la impresión que estábamos viviendo juntos. Y lo extraño, era que tu hijo estaba ahí, en medio de todo. Escuchando, esperando, no diciendo nada. Nos caíamos bien, eso es lo que sí recuerdo. Y salíamos a pasear por el parque. No era algo fantasioso, pero sí algo imposible. Se veía tan real que me asusté. Menos mal que cuando desperté me dí cuenta que mi destino es otro.
A pesar que piensas en mí a la distancia y me ves ahí, mientras yo sigo mi vida, una vida tan distinta a la tuya. De verdad somos distintos, pero bueno, es cosa que la vida siga su curso. Y que sepas que, si alguna vez nos llegamos a encontrar sepas qué es lo que tienes que hacer. Ya te dejé libre. Y me dejaste libre también. Porque si no pasó antes menos va a pasar ahora.
Sé, que cuando estás con ella, te acuerdas de mí. Sé que te acuerdas de las locuras que hicimos, de las confidencias que teníamos, de las aventuras y todas esas cosas. Pero también tengo conciencia que no llegamos a ninguna parte. A ninguna, más que al cielo y las estrellas. A ninguna, porque por más que el camino estaba claro no lo supimos ver. Y yo me la jugué, pero eso ya te lo dije ayer. Y sabías que tenía rabia como una perra herida. Y nada más.
Era, como dice la canción de la Paulina Rubio, "amor de mujer", nada más que eso. Simple y complejo a la vez. Pero ya elegiste y por ahí tienes que seguir, tan racional y terco como siempre. Tan de máscaras en la cara. No importa, en algún momento podremos hablar aunque no sé si pueda verte como un amigo. Y tú también te diste cuenta de eso, cuando nos tocamos las manos y yo cerré los ojos y pensé "nunca me habían pasado tantas cosas al tocar la mano de una persona".
Quizás era porque sé que sientes. Sientes fuerte e intenso como yo. Y creo que el otro, al que estoy esperando, también es intenso. Un poco más inseguro, pero igual de fuerte. Y créeme que cuando suceda podré decir que cambié de folio, que evolucioné, que el universo me concedió lo que quería.

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