21.6.05

Tú y yo, ese espejo y un pequeño hotel

Más de alguien que lea estas páginas debe conocer Le Chateau. Un pequeño motel que está en Marín, cerca del mundialmente famoso Marín 014. Prefiero Le Chateau, especialmente una habitación del segundo piso, a la que se llega después de subir unas escaleras arrimadas en un minúsculo laberinto. Me gustaba estar ahí y siempre recuerdo de esa primera vez en que el ruido de la lluvia se hizo presente. El ruido, el miedo a estar juntos y ese sabor a champaña que se fue en un segundo para dar paso a otras sensaciones profundas.
Hoy me he acordado de su espalda, de esos miles de lunares en esa enorme muralla de músculo. Todavía me gusta entero y no tengo ningún pudor en recriminarme esos recuerdos que me llegan a la cabeza de vez en cuando. Es que es un XY que le otorga (otorgaba?) sabor a las cosas. Ese aliento a macho que me derretía en un segundo con sólo hacer un pequeño gesto que yo reconozco enseguida. Nadie más ha tenido esa mísera actitud, que consiste en poner la boca de determinada forma, mirarme hasta causar quemaduras y hacer que todo sea mágico. En realidad la mayoría de los XY hacen eso pero éste tiene un sello único que no ha sido ni siquiera intentado por los otros.
Es raro. Son las cosas de determinadas personas en determinados momentos. Aunque debo reconocer que esa noche lo pasé demasiado bien. Y los instantes volvieron a repetirse en diferentes partes.
Y algo que me gusta, son los espejos. Me gusta mirarme en ellos. Es cierto ludismo voyerista que a veces ha llegado más allá...pero es un secreto. Ahora eso es lo que siento. Esa nostalgia de esa primera vez. Quizás es por el olor a la lluvia. La maldita memoria que revive una y otra vez. Y lo demás sólo lo sabemos tú y yo, ¿cierto?

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