24.9.09

Huesos

Poco a poco la distancia que separa los huesos de la piel se va haciendo más delgada. Poco a poco la delgada línea entre los huesos y la piel se hace invisible, poco palpable, casi como una pared donde los de una pieza escuchan absolutamente todo lo que sucede en la otra. Y dejan que sigan hablando, sin reclamar por el alto volumen que en algún momento tengan las voces. O por el silencio que en algún momento se produzca. La piel detesta los silencios. Los huesos también. Quizás es por eso que necesitan sentirse juntos para provocar algún ruido, por pequeño que sea. De repente es mejor rellenar ese espacio o, como ahora, dejar que se vacíe, que se acerquen piel con hueso, para recubrirse, para protegerse, para sentirse más aliados en un mundo donde los rige una conciencia humana. Si los huesos hablaran, podrían decir las más de mil fracturas que ha tenido un hombre en toda su vida. O una mujer. O en este caso yo. Siento que mis huesos hablan cuando duermo, que se acomodan en la posición que a ellos no les molesta, y así generan una conversación silenciosa que a veces es potente y otras se confunde con los ruidos de mis pesadillas. Creo que de repente pelean con mi piel y otras veces, se funden en ella para hacerles compañía. La piel se deja. Mi piel se deja, pero de repente dejan de volverse uno solo, especialmente en la zona de mis muslos, para separarse. Y sienten la distancia. Se sienten muy lejos el uno del otro. Muy lejos. Se separan por una capa de grasa que los hace enemistarse. Y ahí viene el poder del cuerpo, que es el de dejarse llevar por la mente humana y disminuir las distancias entre los dos, las distancias entre hueso y piel, las diferencias entre hueso y piel.
Quizás sería una mezcla agradable triturar ambos en una juguera y después rellenar un elemento que no tiene forma con este compuesto. Quizás los huesos se fortificarían y en conjunto con la piel producirían un efecto similar a un yeso cuando cubre una fractura. Y dejar que se secara dentro de este envase al sol, a ver qué pasa, a ver si se pudren, a ver si tienen más poder que la sangre. Más poder que la sangre, que se concentra, se coagula, se disuelve o se bebe.

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