13.11.08

Helado de agua

Cote caminaba por la ciudad con un calor indescriptible. Sentía su cuerpo pesado, el cerebro adormecido y las neuronas anestesiadas de tanta temperatura en la piel. Percibía que todo circulaba en cámara lenta, lentísima, demasiado atropellada para la velocidad de sus pupilas. Sus zapatos se llegaron a mojar de tanto sudor que expiraba de sus dedos. Su cuello, doblado hacia atrás, quedó empapado con la transpiración que emanaba de sus cabellos. Todo era un río de agua humana que lo languidecía. De pronto, por detrás, alguien le tira un cubo de hielo que cae debajo de la polera. El escalofrío que sintió lo revivió al instante.

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