3.10.08

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Pedro agachaba la vista y fijaba sus ojos en el libro que estuviera leyendo aunque no hiciera nada. Siempre hacía eso cuando alguien decía algo que lo provocaba, pero de lo que no quería mostrar evidencia. Y fijaba sus ojos de tal manera, que cuando alguien lo miraba, era como para decir que estaba concentradísimo, cuando en realidad lo que quería era que todos se fueran, que todos desaparecieran de un soplo, que lo dejaran solo para ver la televisión en calzoncillos o leer una larga historia que recién estaba comenzando.
Una vez ví a Pedro hacer eso delante mío. Lo hizo sin disimular y eso que yo no fui a buscarlo a él, sino otra cosa. Lo ví y lo sentí incómodo delante de mí, y eso que estaba tan sólo a un metro de distancia. Me quise despedir de él de nuevo, pero no, agarré mi chaqueta de cuero y me fui.
Ni siquiera volteé la cabeza para mirarlo.

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