15.3.08

Cazar a los negros (o El club de la perversión)

(Advertencia: esto no tiene que ver con racismo, tiene que ver con perversión, que puede ser con cualquier persona)
Resbaladizo. Resbaladizo y mojado. Casi cayendo por la piel untada con aceite y mojada con agua al mismo tiempo. Brillante a la luz y en la oscuridad. Hecho para esos detectores fluorescentes. Con cuerpos escondidos entre medio, acostados, encumbrados rozándose en una lucha invisible, pero lucha al fin y al cabo para el espectador que quiera. O para el espectador que no existe. O para el espectador ocasional. Los cuerpos se funden, se quiebran, se desgrasan, los cuerpos están ahí y parecen metros de tela listos para ser tocados y luego descubiertos en un grito. Un grito ahogado, tímido, creciente, naciente, polarizado.
Eran dos. Un hombre y una mujer. Se visten con chaquetas de cuero negras, oficial. Salen en la noche, después de las once. Me he topado con ellos y tienen aliento a ron. Ron ni caro ni barato, oficial, simplemente tienen ese olor en la boca que identifica ese trago. Y andan muertos de la risa. Lo que me llama la atención es que todo lo hacen desde un auto rojo. Jamás se bajan, a no ser que tengan claramente definido su objetivo. Y lo otro, lo que más me extraña, es que desde la ventana, el que se sienta al lado del conductor, tiene algo en su mano que parece el brazo de un pulpo, pero el otro día lo pude ver bien, y era un látigo con ventosa. Sí oficial, el látigo era un enorme brazo de cuero, laaaaargo, casi una extensión humana que tenía algo parecido a una boca con labios de silicona transparente, que se pegaban a la piel, se adherían al instante y con tal fuerza, que los "elegidos" no podían escapar.
Hubo uno que corrió varias cuadras, y al cansarse, exigió subirse al auto porque las piernas no le daban más, por eso, el que iba en el asiento del conductor, le dijo a la mina que conducía que parara y una vez que se subió, lo llevaron con destino desconocido.
Y todos los secuestrados eran altos, musculosos, con la piel untada en crema, depilados, con los labios carnosos, ojos claros o semiclaros (todo lo claro que pueda tenerlo un negro, aunque eso sí, una de las víctimas usaba lentes de contacto azules).
Se supo que los llevaban a un departamento en el centro de la ciudad. Era un departamento pequeño, pero cómodo. Habían luces fosforescentes en todas las habitaciones. Cámaras de video digital incorporadas en los muros de cada una de las instalaciones. Un minibar bien surtido y su planta de marihuana en el living. Cuadros pintados con spray. Una piscina inflable, de esas para los niños, rellena con agua tibia hasta casi el borde. Toallas blancas y olor a limpio por todas partes. Un baño pintado de rojo.
No había rastro de maltrato, pero estaba claro que la instalación estaba auspiciada por Lifestyle.
Al menos se cuidaban e intentaban cuidarse. Nadie que fuera secuestrado por estas personas -que parecían un par de amigos- puso jamás una denuncia.
El postre era helado de chocolate. Con salsa de frambuesa. Servido en vasos de plástico que decían ESSO.

No hay comentarios.: