31.3.08

Alucinógeno

Independientemente de que el día sábado anduviera un poco paranoica porque me había fumado un porro en el cerro donde hay gente que conozco que anda en bici, hoy tuve otra sensación de alucinación sin nada de por medio. Se trataba de la reacción de algo muy común, como agarrar un conjunto de hojas y leerlas. Era un texto. Una obra de teatro. "Las Amargas Lágrimas de Petra Von Kant". Fue como estar dentro de la obra y ver lo que sucedía en mi mente vez tras vez, como si estuviera en el cine. Con sus imágenes, sus movimientos, la actitud de los personajes, las intenciones, los motivos, las acciones y reacciones correspondientes. Mucho más que la alusión a los negros, lo que me hizo morirme de la risa. (Hay algo que me causa con los negros, es una cuestión de perversión, algo que se puede entender con una visión abierta de las cosas).
El hecho es que me acordé que pueden haber propuestas que no te gustan mucho, pero que igual las haces. O propuestas que te gustan demasiado y las haces con las mismas ganas que aquellas que te desagradan un poco. ¿Qué tiene que ver? La historia. Siempre detrás de una obra de teatro hay una historia que contar. Creo que una historia puede ser muy simple, pero al descomponerla, surgen miles de aristas que la pueden hacer interesante. En el caso de el teatro, el escenario y los actores son quienes dan vida a la historia y por lo mismo, las que pueden transformarla en un objeto del deseo.
Pero, mi alucinación tiene que ver con otra cosa, tiene que ver con la imaginación de la puesta en escena, con la creación en mi mente de cada una de las escenas a una velocidad espantosa, casi instantánea, casi automática. Me fui en la volada sin fumarme un porro. Nada, simplemente actividad mental.

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