21.11.06

Los ángeles de mi cabeza

Me gustaría tenerte cerca, ponerme a una corta distancia de tu oído y decirte algo. Sé que estarías durmiendo y harías como si te despertaras, aunque no me gustaría que te movieras de ahí. Adoraría un instante así, a lo "Perdidos en Tokyo". Dios sabe cuánto me gustó esa película. Esas historias que se cruzan, entre personas que se encuentran, entre seres que no se conocen, pero que de los millones de habitantes de este planeta, están ahí, uno frente al otro, se miran y descubren todo un mundo desconocido, que te saca de la monotonía. Esas historias suceden sólo en las películas, pero he descubierto que pueden suceder en las calles de cualquier ciudad, incluso en esta asquerosidad que adoro, llamada Santiago de Chile.
Cualquier lugar puede estar lleno de sorpresas, incluso los menos indicados. Cualquier rincón de la ciudad puede entregarte un regalo. Hay cosas que sorprenden, aunque sean vistas de lejos. Yo, por mi parte, necesito dejarme sorprender para poder escribir. Y sigo pensando en lo que te diría si estuviera durmiendo. Quizás sería una escena a lo Memento, en el que nadie recordaría bien lo que sucedió aunque saben perfectamente que pasó algo.
O mejor, recordando ciertas escenas de películas, como Gael García Bernal en La Mala Educación, en que sale cantando: "Y tú, me sigues respondiendo, quizás, quizás, quizás". O en Amores Perros, en el momento en que los autos chocan y la modelo queda lisiada, en un departamento casi vacío, buscando a un perro que se cayó en medio de las tablas de madera. Espero que a nadie le pase algo así, debe ser desesperante. Por mí, me quedo con Gael García. ¿Queda claro que me gustan los chicos extraños? Es mejor así, la vida tiene más sorpresas.
Anoche soñé algo que nuevamente no recuerdo. Odio no recordar los sueños y odio no tener una libreta a mano para que, al momento de despertar, tener un lugar donde anotarlos y así hacer una suerte de sicoanálisis diario que me permita comprender mi mente. Sicóloga no soy, menos mal, porque o sino andaría analizando a todo el mundo, con sus conceptos, sus manías, y todo ese tipo de cosas. Como si la dependencia de ciertas acciones pudiera generar en ellos una conducta a largo o mediano plazo. Mejor tomarse un Armonyl.
Hoy tengo teatro, lo que me viene como anillo al dedo porque necesito despegarme de la vida. No soporto la rutina. Me ha cansado la rutina. Lo único que me gusta de todos los días es que puedo acostarme a dormir en mi cama y a Dios gracias la cambié de posición porque me molesta la luz del sol en la mañana, esos primeros rayos que anuncian que ya amaneció. Me desesperan, porque las horas corren, el sol sube y nadie hace nada para detenerlo. Nadie.
Sólo espero que el año acabe luego. Quiero que el año pase pronto. Que los días se vuelen como quemados por el fuego. Y que sus cenizas se expandan en el aire. Y que todo se vuelva etéreo. Me gustaría un desorden mental. Que las cosas se dieran como en la peli "Extraño resplandor de una mente sin recuerdos". Un amor verdadero. El pasado no existe, todo lo que importa es ahora. Mejor eso, a lamentar que nada sucedió. Aunque se haga complicado y difícil, como el largo camino sinuoso de una montaña.

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