20.10.06

Rojo

Hay un pequeño útero que está en mi cuerpo. Es mío y nadie me lo puede quitar. Late siempre, pero se retuerce cada 28 días. Sacrificio de dolor de mujer. Y no he parido aún por lo que ese dolor es lo único que me recuerda que soy hembra biológica. Y hembra mental también, llena de recovecos por dentro y por fuera.
Ahora mis recovecos están llenos de sangre. Están a punto de explotar. Y tienen mis ojos al borde de las lágrimas, casi cerrados de tanto dolor. Ese que comienza con una puntadita y que cada mes se cambia de ovario. Puedo sentir los latidos con una perfección casi inhumana en esos días. Y late con fuerza. Las venas que lo rodean se comprimen y se aflojan con una exactitud que da susto. Y mi piel adquiere tonalidades más tersas. Mi cuerpo expende otro olor. A veces es una esencia más fuerte. Los perros han llegado a perseguirme. Y me persiguen entre las piernas, como si fuera una perra. Les digo que ni lo sueñen, pero se los digo telepáticamente. No es divertido ver a una mujer hablando con los perros en medio de la calle. Possom, sé que me falta algo de cordura.
Y si terminan estos días seré feliz. En estos momentos me gustaría ser hombre, pero sólo biológicamente hablando. No sé si me acostumbraría. Podría volverme travesti incluso. No sé.
Si pudiera contarle mis fantasías a alguien al oído quizás se quedaría sordo.

1 comentario:

Mar dijo...

Los hombre jamás podrán comprender esto. Es el precio k pagamos por el privilegio de ser mujeres. Y k nos confirma k somos más fuertes k ellos, pork un hombre se muere si pasara por esto.
Saludos.