17.10.06

¿Qué mierdas me pasa?

Estoy convencida que mis ciclos hormonales me vuelven demasiado voluble a la vida, demasiado entregada a las emociones oscuras, los dolores de guata, los senos hinchados, la mente ida, las narices adoloridas. Y encima la primavera, que se cierne sobre mí como un terciopelo suavecito, pero a la vez asfixiante, que dan ganas de transformarlo en un tul liviano, como los pétalos de las flores, sin perfume alguno, sólo como pequeñas moléculas de pequeños aires comprimidos. Que explotan. Que se evaden. Que se fugan. Como yo y mi perversa mente.
El otro día -la otra noche- soñé que me casaba y que tenía un hijo con una persona que conozco. Me dio miedo, pero me gustó. Y no me casaba de blanco, sino de rojo, como quiero hacerlo hasta hoy. Con el pelo largo y un ramo de camelias en la mano. En el pelo no tenía corona, sino simplemente pétalos de rosas que sólo se afirmaban gracias a la magia de los sueños.No se caían, estaban imberbes sobre mi cabeza. No sé que me pasa. Me siento surrealista. Me gustaría tener un sentido de realidad potente en mi vida. Que alguien me tomara la mano y al mismo tiempo me dijera "yo te guiaré". Alguien que camine conmigo.
La cosa es que ando poniéndole frases de teleserie a todo. Si me siento mal, estoy perdida en una negra noche. Si algo es patético, me perdí en el veneno de tal persona. Si echo de menos a alguien, le echo la culpa a los celos, o a la falta de piel. O sea, puras frases al estilo de Luis Miguel, lo que no es malo, pero es patético. Pareciera que todas las canciones cebollas fueron creadas en el momento de éxtasis hormonal de las mujeres. Mejor debería meter la cabeza en el tacho de basuras como ese mono de Plaza Sésamo. Ni hablar de Barney, que es la tontera máxima. Me carga ese dinosaurio morado. Creo que incrementa la tontera en los niños y por eso me gustaría ser un poco Teletubbie. O Barbie incluso, aunque con más CI (es como obvio, nadie aguanta la estupidez del color rosado).
Y me ha comenzado a doler la cabeza. Otro síntoma de esos días. No quiero. Renuncio a ser mujer (no a la exquisitez de mi cuerpo, porque eso es impagable) pero sí a esos estados nauseabundos de sonambulismo despierto, en que mi mente está en cualquier parte, menos en la tierra. Y en el cielo tampoco. ¿Será por eso que los hombres viven más días de furia que nosotras? Prefiero sentirme burbuja.

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