Hace tiempo que no se veía una película que llega al corazón, que rompe el alma con sólo escuchar la música macabra en los parlantes, en una sala oscura, en un lugar en el que pareciera que estás solo aunque en realidad vives otro mundo a pesar de la pantalla. Es una hermosa revelación de cómo la esquizofrenia rompe el límite de la vida para llegar a ser un salto a esos oscuros rincones de la mente. Esos rincones vacíos, sórdidos, solos, abandonados y desgarrados por la soledad, la incomprensión, el ser un testigo mudo de tu propia pérdida...Todos podemos tener nuestra propia fuga sin necesidad de morir, todos podemos fugarnos de la realidad mediante un escape intelectual. Todos podemos ser héroes o heroínas sin esperar una entrada triunfal que nos saque del anonimato. Yo quiero ser héroe de mi propia historia, quiero ser protagonista de mi propio cuento, mi propia forma, mi actual decisión de ser y sentir mediante el arte.
La vida es difícil, pero sólo de nosotros depende encontrarle un cariz diferente. El arte es la única salida. La forma en que el cuerpo o la mente se manifiesten en materia que cautiva, es la manera más simple de entender el mundo sin pedir mayor explicación que la que nosotros, como seres humanos, queremos que se nos dé. Cuando nadie dice nada el silencio puede volverse una tortura infinita, una desconección que puede hacer daño cuando menos se lo espera.
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