19.4.06

Cerebros ínfimos, idos, entecos...

Tan efìmera como el amor, tan amada como Dios, tan odiada como ella, tan envidiada por todas esas pequeñas criaturillas. No importa, seguiré allí frente a todo, tan digna como siempre, tan mina, tan hormonal respirada por las células de cada una de mis columnas vertebrales, que sujetan los coliseos de mi memoria sin más mérito que el de ser un ser etéreo, que puede dejar de volar para mantener los pies en la tierra.
Sé que cierta persona es mi cable a tierra. Al parecer lo que nos une nos separa...creo que cierto destino todavía no se puede encontrar con el mío. Sé que sabes lo que digo, sólo tienes que actuar. Pronunciar ciertas palabras. No te estaré esperando toda la vida. No soy para siempre. Nada es para siempre. Nada es una fantasía. No, mejor todo es una fantasía. Despertaremos y cuando abramos los ojos veremos miles de murciélagos aterrizar sobre nuestros cerebros. Nos comerán las neuronas, nos devorarán los sentimientos. Nos transformarán en pequeños zombies que sólo saben caminar.
Había una vez una película dentro de otra película. Se llamaba Las Hormigas Asesinas. Sólo se comían a la gente que era incapaz de amar. La tierra quedaba vacía. Quien no se ama a sí mismo es incapaz de amar al resto. Quien no respeta al resto no se respeta a sí mismo. El egoísmo no depende de la amabilidad de la vida. Sólo depende del cerebro que la comanda, de la mano que la guía, de la lágrima que la llora, del poder inconcluso de ciertos malditos héroes escondidos en tumbas siniestras. Todos podemos ser héroes de nuestro propio destino, pero muy pocos seràn dignos de pedir una estatua en su nombre. Nada es una fantasía. Nada es imposible. Todo es posible. En la justa medida del tamaño del cerebro de quien lo exige.

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