15.4.08

Sexo, poder y química

Si me acuesto con mi jefe, él no tiene nada que decirme en las decisiones que yo pueda tomar cuando se me dé la gana. En la cama obviamente. Y si un subordinado obedece lo que le ordeno, es porque claramente , si me acuesto con él, sabe que en ese lugar lo dejo mandar. El sexo, algunas veces, puede tener el mismo móvil que el placer.
El sexo, como una relación de autoridad, también busca ver quién manda a quién en la cama. Y depende de las actitudes que cada cual tenga a la hora de enfrentarse con el otro. Así, acostarse con alguien que te manda, puede ser un reto a la adrenalina, mientras que acostarte con alguien a quien mandas es dejarse dominar.
La dominación es un juego de inversión de papeles, en el que puede haber todo tipo de límites que no son controlados nada más que por "la pareja" (formal o informal). La reina se acuesta con el bufón y el príncipe con la sirvienta. ¿O es el bufón quien se acuesta con la reina y la sirvienta con el príncipe? Basta imaginarse la cara de cinismo que hay cuando delante de mucha gente, la persona con quien tienes una relación de este tipo, te dice tal o cual cosa. Y sabes que hay algo en el cuerpo que te recorre de comienzo a fin, porque lo prohibido siempre atrae. Y en la oficina las relaciones de parejas son complicadas, a no ser que quieras tener más de una historia para contar. La piel tiene sus límites. Y son el poder, la manipulación, la temperatura de la piel, las circunstancias y la forma en que surgen las relaciones.
Ah, claro y la forma en que cada uno quiere vivir su vida. Pero de que hay alguien que manda sobre el otro, siempre lo hay. Siempre.

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