Caída libre intestinal

Estoy enferma de la guata por chancha. Por cerda. Por marrana, porcina, etcéteras y con todas sus letras. Tengo mis pobres intestinos en huelga. Odio el dolor de guata, junto al de la menstruación es lo peor. Y acá comiendo arroz y sopa de pollo. Nada más. Y té. Té verde y agüitas de hierbas. Y pan pita...que no es lo mismo que la Pampita, que la odio, pero no por envidia, sino por ese afán de algunas mujeres de abusar de su poder biológico de procreación, pero eso ya es otro tema, lo que me carga es la obviedad. Y encima tan comestible Benjamín Vicuña, pero ese también es otro cuento, siempre digo comestible, porque le echaría alguna exótica salsa marroquí antes de descubrirlo con mis manos. Digo comer en el sentido literal de la palabra. Bueno, y en el sentido erótico también. Pero se me olvida que no puedo comer y eso sucede con mayor velocidad de lo esperado. Espero estar bien mañana. Aunque lo bueno es que sirve para desintoxicarse.  O sea, 
"desintoxicación", mejor así, entre comillas. Las comillas ayudan a salir del paso, te sirve para no comprometerte demasiado.
Y que comí ayer: en el almuerzo sanito, ensaladita y de segundo fideos integrales con pollo. En la tarde sí que me fui mal al hoyo de la perdición de mi pobre estómago: probada de Ruta Sour Berries con pie de limón, entre medio probaditas de pan tostado con atún/mayo, bebida no light, fideos que sobraron y un pedazo de pizza helado (me dio lata calentarlo, la muy chancha, debería haber recordado el reportaje rancio de Informe Especial). Y acá estoy, con mis tripas pidiendo agüita. Mal. Y encima me acuerdo que el sábado probé en el Victorino el pisco sour ají verde y un sandwich Capresse...atroz. Con razón mis intestinos no quieren saber nada de mi persona. Deben creer que los odio. Mucho. No es eso. Es el vil pecado de la gula, que compensa mi falta de lujuria en estos días.
Por favor.
Hay que aprender a comer.
Pero no tengo solución, amo comer...¡pero ser chancha fue el colmo!
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