13.12.06

El arte de la tristeza

Siempre he pensado que no hay nada más triste que lágrimas cruzando un espejo de cristal desde el comienzo hasta el fin, como largas hileras transparentes que forman columnas dóricas. El arte es el reflejo de lo que no existe. Lo dijo mi profe de estética en la universidad y lo recuerdo cuando lo dijo la primera vez como si fuera ayer. Considero que lo cruel y sangriento de la vida (tanto físico como espiritual) es lo que mueve la vida de los artistas, pintores, escritores, actores o quienes sean que fueren que están en este mundo para mover las ideas y convertirlas en conceptos. O en sueños, o en meras visiones de lo que puede ser real...o lo que lo es y de alguna manera se vuelve concreto.
Hago un homenaje a uno de mis pintores favoritos que ayer estuvo de cumpleaños. Edvard Munch, quien fue capaz de reflejar en sus pinturas el horror de la vida humana. La desesperación, la miseria, la soledad, la tristeza, la ceguera de no querer ver un mundo terrible que en ese momento estaba cruzado por la Segunda Guerra Mundial. El sacrificio de los que viven, al someterse en la fragilidad de momentos incólumes, que pasan frente a los ojos sin que podamos hacer nada. NADA. Simplemente reflexionar. Los granitos de arena en este caso no existen.
La obra que más me impactó fue "El Grito". Nótese la curvatura del rostro de ese hombre que, en algún lugar que lleva a ninguna parte, debe parar y hacer una expresión casi sarcástica del miedo. Cuando tenemos terror gritamos, es la expresión externa de una paralización interna que no se puede frenar. Me he sentido así algunas veces. Creo que todos nos podemos sentir así sin tener miedo a que nos juzguen. Es la vida humana en toda su expresión. Reforzada por un paisaje que, en ese momento, no da atisbo de esperanza alguna.

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