30.11.05

Comer, beber, amar...(del éxtasis a la tristeza)

Es increíble como los seres humanos pueden pasar de un estado emocional a otro. No cuesta nada. De las lágrimas a la risa hay sólo un paso. Y viceversa. Con cierta persona nos encontramos en un conocido mall de la ciudad. Lo acompañé a hacer unos trámites y la verdad es que me sentí muy contenta de verlo y de estar con él. No a ese nivel que uno espera, pero por el momento todo bien.
La química intacta, la piel quemante, los olores que aún siento y muchas emociones juntas. Como siempre, me dolía la guata al esperarlo y estaba demasiado nerviosa. Lo ví por el espejo retrovisor y es increíble la capacidad que tiene de cambiarme la cara con su sola presencia. Esos encuentros furtivos me alegran más de la cuenta y me hacen feliz.
Es una persona importante en mi vida y creo que sin él algo de mí muere (la locura???!!!) Almorzamos juntos y descubrí que el estacionamiento de un shopping sirve para bastante más que para estacionar un auto. Mucho más que eso. Y dale con decirme que estoy loca cuando las cosas que hago me nacen y antes que todo me fascina hacerlas. Creo que más allá del sabor es algo que no se puede explicar con palabras.
Nos separamos y hasta ese momento todo feliz hasta que suena mi teléfono y mi papá me dice que mi tata murió. Y así estoy ahora, en un estado plop que me cuesta entender que ya no esté. Yo no miro a los muertos en el ataúd porque me dan miedo, pero a él lo ví y me quedé tranquila porque no está sufriendo. Es un espíritu más en el aire, que está bailando tango en el cielo antes de luchar contra el dolor del cáncer y sumergirse en la profundidad de la morfina. Lo bueno es que no sufrió. La muerte con dolor debe ser lo peor. Ahora me quedo tranquila aunque algo en mí ha cambiado.
Aunque en un nivel distinto mi tata y el susodicho tienen mucha importancia en mi vida. Los dos son enormes, con unas manos gigantes y una espalda que da complicidad y compañía. Me sentía protegida por mi tata y con él, el otro, mi amante furtivo, en los momentos en que nos vemos, me puedo sentir como una niña pequeña que no le tiene miedo a nada. Nos miramos a los ojos y hay algo que no puedo explicar que va más allá de la química. Pero mi tata ha muerto. Nunca había perdido a alguien cercano. Me imagino el dolor que tiene mi madre. Es inimaginable. No le puedo decir lo siento...nunca lo he sentido.

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