14.7.08

La maquinita sádica

Me habías dicho que nos juntáramos y accedí. Estabas vestido con una polera blanca, unos jeans negros y zapatillas Adidas. No te habías afeitado en dos días y tenías cara de sueño. Te saludé y altiro me dijiste que tenías que mostrarme algo. Le dije que me lo mostraras. Me advertiste que tal vez podía ser fuerte para mí enterarme de lo que era. No importa, te respondí. Era una caja blanca como la de tu polera, la abriste y adentro había algo que al comienzo pensé que era como un electrocardiógrafo, para estudiar el corazón.
Me hiciste acostarme en una camilla blanca. Me mostraste una maquinita blanca con interruptores de colores, una serie de botones y una caja que venía al lado. También venían unos cables conectados a otra caja, que tenían unos electrodos en la punta. Me comentaste que no sólo eran electrodos, sino que también se podían cambiar por otros instrumentos: una lengua artificial, un lápiz labial que giraba, unos dientes postizos, una mano de plástico y otros.
No quise probar nada, así que me conectaste los electrodos al cuello y de a poco fuiste subiendo la intensidad de las descargas eléctricas. No me dolía, no me molestaba, no me sentía mal.
Todo lo contrario.
Claro que al final, me dio un poco de dolor, por las huellas de los golpes de los electrodos en mi cuello. Pero muy poquito dolor, comparado con lo que sentí mientras.

No hay comentarios.: