22.7.08

El bolero de los muertos

En una tumba Violeta baila con Vicente "Cariño Malo", mientras en la otra tumba, una señora vestida de blanco susurra al viento que qué sabes tú, lo que es querer, sin ser querido, qué sabes tú lo que es llorar, igual que un niño, qué sabes tú. Y mientras, al fondo, el tipo que cuida el cementerio, prende una vela a alguien que se llama igual que la mina que alguna vez amó. Y llora, y llora, y llora, pero se siente feliz, porque su alma se junta con ella en quizás que lugar de la noche.
A veces, en los días nublados, durante la noche, las nubes se ponen a bailar y dan paso a la luna, a la madre luna que ilumina los corazones. El sol también los ilumina, pero la noche despierta, los rayos de ella se hacen presente en cualquier camino oscuro que de improviso se aclara.
La noche es bella, es misteriosa, es oscura, es clara. Me gusta más la noche que el día, aunque sea para dormir, o en caso que sea verano, para salir a pasear en pijama por el patio, prender un cigarro, fumar mientras miro la luna.
Antes, cuando estaba en la playa, me daba por bañarme desnuda en el mar en las noches de luna llena. Ya no me pasa eso. A veces me dan ganas de hacerlo, pero más me gusta hacer topless y tomar sol sin viejas de mierda que piensen que soy una suelta.

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