6.9.07

Mata de pelo de hiena

Me quiero hacer un mechón rojo. Un solo mechón que comience de la raíz hasta la punta. No importa que se me queme esa porción de pelo que tendré que someter al blondor y luego al color rojo más intenso que exista en la carta de colores de la peluquería. Será en una porción capilar que adorna mi frente. No una chasquilla, pero sí el mechón que parte del medio de mi cabeza, porque tengo una partidura que se me quedó marcada desde que era niña, cuando me hacían chapes para ir al colegio que me dejaban la cara de china. Me gustaba que me quedaran bien tirantes.
Es que tengo que sacarme una rabia. Una ira que tengo dentro que se irá en el proceso del teñido. El mecanismo en que funciona esta especie de ritual es parecido al proceso del tatuaje, es decir, mientras te dibujan lo que quieres para siempre en algún pedazo de piel, estás en un determinado momento de tu vida, en el que ese símbolo significa algo importante para tí.
Pero sacarse algo de encima implica un proceso que a veces no se da en la realidad, sino que hay que “cosificarlo” para que tenga sentido, es decir, desde que te ponen el blondor hasta que observas el mechón seco y peinado con el rojo furioso, mentalmente se van echando hacia afuera todo eso que quieres sacar. Y te liberas. Y te evitas confusiones.
Es lo que llamo rituales personales. Los míos están relacionados con la peluquería. Una vez estaba muy mal y me teñí rubia, con cientos de mechones decolorados. Me sentí muy bien, pese a la plata que se paga. Es importante hacer el trabajo mental.
Me lo haré pronto. No puedo tener esta rabia dentro de mí.
Es importante estar bien con uno mismo y con la vida, el destino y la energía que te rodea.

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