25.9.06

La Gran Sorpresa

Con el tiempo mi padre se ha puesto cuadrado. No sé si retrógrado, pero sí con una visión bastante más cerrada de las cosas. Me cuesta entenderlo. Miro una foto de los años 60, en que sale con patillas, pantalones pata de elefante y me es más difícil comprenderlo. Quizás es la vejez, las cosas que pasan en el mundo de hoy o simplemente ya no hay nada que hacer.
No me gustaría llegar a ser una vieja retrógrada.La cosa es que hoy mi madre me contó que mi padre dijo que si me gustaba tanto el teatro que porqué mejor no lo estudiaba. Lo pienso y me encantaría arriesgarme. Insisto, el teatro no es para cualquiera. Es necesario tener ganas infinitas de hacerlo. Yo moriría en un escenario.
Pero a mí no me gusta cualquier teatro. Me gusta la actuación que nace del alma. Le tengo cierto temor a la comedia por lo mismo, por ese airecillo comercial que últimamente le han dado en algunos lugares. Creo que al final optaré por hacer eso. Estudiar teatro. Me emociona. Vivir dentro de un personaje no se compara con nada.
Tengo torticolís. Dormí en una mala posición anoche. Pobre cuello. Y es por eso que esta noticia fue una frescura del alma. Pero todavía me duele el cuello. Lo que trae el mal dormir. Y estar en una oficina tratando de escribir con un dolor en el cuello no es divertido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

el teatro es un mal que nos come por dentro y nos hace bellos por fuera, aunque a veces podemos llegar a convertirnos en seres horribles que dañan quizá sin darse cuenta. el hacer teatro te llena, pero también puedes morir en ese intento, estás dispuesta?

Anónimo dijo...

para hacer teatro hay que olvidarse de sí mismo, y ser parte de

Boletin Mileva dijo...

Obvio que estoy dispuesta. Obvio que es un mal. Obvio que hay que olvidarse de sí mismo. Es algo que nace, que destruye, pero que al mismo tiempo vivifica al proyectarse en el resto de la gente, en los que te ven, en el espectador.Eso te hace nacer y morir una y otra vez.