12.7.06

Lejos del miedo

Recuerdo que cuando chica sentía el trombar de los truenos y relámpagos para correr a esconderme en un rincón. Esos ruidos me provocaban terror. Pese a que no han habido este tipo de fenómenos debo reconocer que la furia de la naturaleza me desespera...me vuelve loca y me hace querer huir. Arrancar. Incluso el sentir el viento con una furia increíble me hacía pensar que mi auto podía salir volando por los aires sin que alcanzara a sujetarlo. Algo así como el Mago de Oz pero lleno de pesadillas. Y un olor a humedad asqueroso, que casi me mata del ulular del viento que acosa mis oídos. Espero que esta tormenta acabe pronto. No me gustan los días nublados. Nací en verano y como una chica cálida que se precie de tal me agobian las bajas temperaturas. Debería huir.
Unos días atrás soñé que me iba a vivir a Isla de Pascua. No recuerdo haberme sentido tan bien en un sueño. Los moais al fondo, las palmeras danzarinas y el baile de las olas. Nunca he ido a Isla de Pascua. Al menos no en esta vida. Me gustaría estar en el ombligo del mundo y sentir que soy dueña de mi entorno. Al menos de mis propios horizontes. Y así, el miedo se me va y recuerdo que soy esencia de agua, en ella me envuelvo y puedo ser sirena de mis propios océanos. Creo que todos podemos nadar en aguas que nos pertenecen y cuyos terrenos dominamos a cabalidad. La vida depende del fluir de nuestras almas, del fluir de nuestras propias gotas de lluvia que, infinitas y líquidas, dejan de ser neutrales y se vaporizan en nuestro pensante. Vengo de agua y al agua me voy. No concibo mi vida de otra forma. Ni de otro sentido. Siempre hacia arriba, como una marea alta sin fin que envuelve a todos los que se involucran conmigo y con mi mente.

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