1.6.06

Tequilazo, limones, sal y....

Cuando tomo tequila dentro de mi cuerpo se expanden las sensaciones más exquisitas de la cabeza a los pies. Lo salado junto a lo ácido me provoca espasmos placenteros por dentro y por fuera. Por eso, mi amor al tequila es incondicional, lo que se aplica a todo aquello por lo que siento una admiración, cariño y etcéteras. Y eso de haberte tenido ahí, en la libertad que hay cuando sabes que no hay nadie más que los dos, es impagable. El problema es que hace tiempo no nos veíamos. Y nos hace falta tiempo. Nos hizo falta y cada vez es más difícil que estés conmigo. Y por mi parte también, tú sabes porqué. No hay falta de cariño en eso. Soy tu incondicional y lo seré siempre. O mientras se pueda. Lo siento, no puedo romper el vínculo. No sé tú.
Y cuando te despediste no te diste vuelta a mirarme. Me sentí rara, como si quisiera volver atrás. Eso sí que es imposible. Al menos le doy gracias a Dios y a algún discreto ángel, que se me entregue la posibilidad de volver a vernos. Sé que hay alguien, un pequeño espíritu benévolo, que permite que sigamos así. A pesar de las circunstancias.
Pero no todo puede ser perfecto. Pese a que estabas bien distinto a la última vez. A pesar de los encuentros virtuales. Y de toda esa confianza que tenemos para hablar de cosas oscuras. Y mezquinas. Y secretas. Debo reconocer que tanta confianza me gusta, aunque sé que de eso no podría hablar con otra persona. Al menos no con un atracamante de buenas a primeras.
Espero que pase menos tiempo para vernos la próxima vez. Espero, que nuestros caminos se sigan encontrando para devorar algo tan exquisito como tu cuerpo, esa espalda que me trastorna. Y darte esos besos sorpresivos. Hay tantas cosas que me gustaría hacer contigo, que a veces pienso cómo hacer posible extender las horas mágicamente. Creo que esa sería la solución a los impasses. El tiempo corre, depende de tí y de mí estirarlos como un elástico infinito.

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