3.6.09

Intrusos

Moscas en la sopa. Lagañas en el ojo. Piojos en el pelo. Heridas en el cuello. Bultos en los senos. Algodones en los pulmones. Bichos en el estómago. Alcohol en el hígado. Sangre en los riñones. Perros en el útero. Queso en los ovarios. Papel en las piernas. Baratas en las rodillas. Lana en los pies. Barniz en las uñas. Pedazos de todo en todas partes del cuerpo. Embadurnada en papeles de diario para que nadie me vea. Abandonada en la gran ciudad, en una jaula de vidrio, que cuelga a 200 metros del suelo. La gente me ve y no se mueve de ahí.
Me como las moscas de la sopa. Me saco las lagañas del ojo. Me rasco los piojos en el pelo. Me chupo las heridas en el cuello. Me abro los senos y me saco los bultos. Vomito los algodones y salen envueltos en sangre. "Mis" bichos se multiplican y me salen por la boca. Pido una botella de vodka que me suben enseguida. Orino sangre y cada vez es más sangre y menos orina. Me ladran desde el ùtero y los ladridos se transforman en aullidos que son tapados cuando van hacia los ovarios. Tapados con queso, que se derrite encima de ellos formando un tapón grueso y consistente. Mis piernas están mojadas y el papel mojado me da frío. Igual me ven, porque el papel se ha disuelto al estar mojado y parezco un monstruo de mí misma en las alturas. Para que todos me vean. Y no me siento abandonada, me siento más parte de mi que de mi yo anterior. No estoy abandonada. Han subido una escalera gigante.
Dudo.
Miro hacia otro lado.
Hay una forma más interesante de bajar al mundo.

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