14.4.09

Otro día

Cuando me saqué la polera en la noche y ví mi torso desnudo en el reflejo de la ventana con la cortina sin abrir, cerré los ojos, miré hacia arriba y sin terminar de sacarme la polera me dije que necesitaba tus manos sobre mí. Me acordé de la temperatura de ellas, de su textura, de la fuerza de sus nudillos y los pelos que la revuelven. Mi piel se crispó como si una brisa de hielo hubiera pasado por ellas. Luego, me dí media vuelta, me puse el pijama, bajé la cortina y me fui a ver la tevé.

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