15.2.09

Un largo viaje

Fueron sólo dos semanas, pero siento como si hubiera desaparecido del mundo real por mucho tiempo. Como haber estado en otra realidad. El mundo es un huevo partido en dos. Mi mundo es un huevo partido en dos. Y acá estoy, de vuelta, sentada frente a mi Vaio escribiendo, en un día de verano que no es como el verano de Brasil. Siento saudade. Nostalgia de días calurosos, de mosquitos, de playas enormes y llenas de olas. De playas agradables y tormentosas como yo, que estoy llena de mareas, de flujos, de ires y venires que nunca cambian. Raramente, he visto cómo la gente que no veo hace tiempo ha aparecido en mis sueños. Será que se acuerdan de mí. Supongo que es eso, que se lembram de mim. Pero, en esos días pasados decidí que no quiero estar sola, decidí que quiero seguir en el teatro con más fuerza que nunca, que me gustaría experimentar con la danza moderna y aprender a cantar. Más que nada, lo que quiero es hacer teatro, que la marea del teatro se apodere de mí y todo fluya con armonía. Sé que tengo mucho que aprender, pero también sé que tengo las ganas de trabajar y de aprender con toda el alma de mí, con toda mi pasión y mi energía. Eso es lo que quiero hacer y de algún modo ya lo he logrado, aunque me gustaría avanzar cada vez más con desafíos que me hagan jugármela por lo que más quiero. El teatro y mi buena fortuna. Todos los días pienso en eso, desde que me acuesto hasta que me levanto. Todos los días. Y no es obsesión, es que cuando uno quiere harto una cosa es obvio que la piensa porque sabe que lo va a lograr por muchas curvas que tenga el camino!!! Ahora, deseo más que nunca vivir en un lugar con playa, con sol, que el amanecer salga detrás de mí y se ponga mientras me mezco en una hamaca.
Y lo digo, por algo que es claro, que se llama evolución, avanzar, caminar, nunca retroceder. Nunca. Y ser feliz, que es un derecho legítimo de cualquier persona que pisa la tierra. De cualquiera, por eso, todos los días son un placer para mí, aunque a veces sean días extraños, con un poco de polvo en los ojos, pero que no por eso no dejan entrar la luz. Y me siento así, como si en vez de haberme bajado de un avión, me hubiera bajado de un tren, que no se demoró cinco horas, sino que tres días, que ví paisajes, amaneceres y atardeceres, luz, claridad, tierra, personas, animales, alegría, placer, oscuridad, aire y flores.

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