16.6.08

Carbohidratos out

Ya no más pan. No más pan en la dieta. No más pan con mantequilla, aunque me encanta. No más galletas de salvado, no más Kuky con chips de chocolate, no más queso, no más queso crema, no más, no más, no más, no más galletas de champaña, no más tallarines con salsa, no más combos del Burger King, no más, no más, no más....de verdad que el cuerpo me lo pide, con gritos de atención. Yo amo mi cuerpo, se supone que debería hacer dieta y además dejar de fumar, de tomar, de intoxicarme, pero vamos por parte, por lo tanto voy a dejar de comer como un chanchito. Es la primera decisión que he tomado para con mi cuerpo. Es que de verdad no me siento bien. Me gusta tener mi cintura bien marcada, me gusta que mis piernas se vean bien y no deformes, me gusta que mi trasero tenga un tamaño decente y no un porte que me da vergüenza vérmelo en el espejo, me gusta que me miren la cara y el cuerpo, me gusta dejar de usar zapatos altos y ponerme zapatillas todos los días para sentirme bien y no chata y chica, me gusta sentir los huesos que se forman debajo de mis hombros, después del cuello. Me gusta eso. Me gusta mi cara flaca y sin espinillas. Me gusta sentirme liviana, casi como si pudiera volar.
Y es difícil hacer dieta, con lo que me gusta el copete, pero sé que en la semana no tomo (o sea lunes, martes y miércoles) y que lo difícil es tener fuerza de voluntad. Ser fuerte. Ser potente. Ser de una férrea decisión de no comer más de lo necesario. Porque no debo. Porque no puedo. Y lo que no se debe hacer debería no poderse hacer. Y pienso en un pedazo de pizza que chorrea queso por todos lados, en unas papas fritas llenas de ketchup, en un antojo de chocolate, en leche condensada, en una vienesa cocida en el microondas y colocada dentro de una marraqueta caliente con un chorrito de mostaza, y bebida bilz o pap o kem piña...es tanta la tentación, pero sé que no voy a caer, sé que soy fuerte, sé que puedo. Todo sea por sentirme bien, por estar bien yo, por mantener mi cuerpo bien y complementarlo con mi mente.
Claro que tampoco me voy a volver zen o vegetariana, si es por un tiempo, hasta que me sienta bien y no me molesten esos rollos malditos que se salen de algunos pantalones cuando te quedan apretados. Lo otro es hacer ejercicio, pero ese sí que es otro cuento porque requiere de mucho más que fuerza de voluntad, al menos para mí...

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