1.2.08

Sangre, sudor y lágrimas

Nadie me dijo que el teatro era un juego, y pese a que nunca lo ví así, creo que es una vida de rigor, sacrificio y disciplina. Pero me encanta, y es un camino que disfruto a mil, que me ha enseñado a dar pasos en mi vida que en un comienzo me costaron, pero que siempre van a la par con la evolución, con el desafío, el amor al arte, al texto, al movimiento y la energía que se produce con los compañeros en el escenario.
Ensayar, memorizar, planificar y en definitiva vivir el teatro es una de las cosas más bellas que me ha pasado en la vida, porque es entrega y no dudo en entregarme a aquello que me apasiona, sean personas o situaciones.
A veces me pregunto cómo es posible que algo abstracto como lo que se vive en escena, pueda llenar tanto la vida de alguien, y así es, porque por hacer teatro soy capaz de olvidarme del resto del mundo y enfocarme en sólo lo que me tiene que interesar en ese minuto. Una prueba, los últimos días antes del estreno sólo pensaba en mi personaje la mayor parte de las horas y, antes de dormir, repetía el texto con la correspondiente planta de movimientos una y otra vez, hasta quedarme dormida al fin.
En definitiva, lo había asumido como parte de mi vida, y con el pasar de los días después del estreno, siento que así es, que podría dedicarme a full a esto, porque es amor por algo que se hace, que te llena, que te multiplica el cerebro por mil. Y te ayuda a relacionarte con las personas sin límites y a explorar los rincones escondidos de tu personalidad, para armar un personaje que cobra vida gracias a uno mismo.
Y la angustia del personaje que ya no está, las situaciones o circunstancias que ya no se volverán a vivir, las emociones que vinieron, se quedaron y se fueron para volver sólo en el momento en que se necesiten. El teatro es magia, pero también trabajo, mucho trabajo, sólo que yo estoy dispuesta a hacerlo, toda la vida si fuera necesario, con sacrificio, para sentir al final los aplausos del público con una sensación casi orgásmica, casi celestial, que transporta a otro planeta.
Mi vida es pasión certera, como sangre que corre por una muralla blanca en una línea delgada, para posarse sobre un cuerpo desnudo de espaldas. Y, esa sangre, llegará a ser parte de la mía, para hacerme más mujer, más persona, más humana, más artista, con más vida y pasión por lo que hago, lo que pienso y lo que proyecto en mi mente.

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