9.1.08

Sudor

Por cada gota que cae hay una que sube por la piel y se mete en esos poros invisibles que te dejan las huellas de los sueños. Hay sudores que se quedan en las sábanas y que otro podría reconocer por su olor peculiar. Hay huellas mojadas que no se identifican, hay huellas mojadas que se sabe de quien son, pero se evaporan. Hay pieles que no se olvidan. Hay otras que es mejor borrarlas de la existencia. Hay algunas que se llenan de dolor y cicatrices, que luego caen y vuelven a renacer.
Me he imaginado en un árbol de agua, cuyo tronco me sostiene porque es de cristal. Y me dejo mecer. Como un hada, una ninfa de los bosques encantados. Y así, me vuelvo agua y etérea como el sudor, sin olor, sin sabor, con la frescura del viento que me mece. Con la paciencia de mi mente líquida, acompasada, con pasos livianos y en paz. Como la vida misma. Como el verano, como el verde de los árboles en torno a mí. Como mi sombra transparente, que huye y vuelve, dejándome en un aura divina. En mi ensoñación, esa de la que luego despierto para caminar.

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